Argentina: Macri y la educación pública

Argentina: Macri y la educación pública

la+ciudad+trabaja+y+macri+roba+lqsDaniel Otero*. LQSomos. Octubre 2015

Donde hay una necesidad, haremos un afiche…

Mauricio Macri, con estudios primarios y secundarios en el Colegio Cardenal Newman y superiores en la Columbia Business School de Nueva York, la Wharton School of the University de Pennsylvania, la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA, nada menos), y en la Universidad Católica Argentina donde finalmente se recibió de ingeniero civil, a los 55 años y después de ocho de gestión como jefe de Gobierno, parece haber descubierto la importancia de la educación pública. ¿Se trata de un reconocimiento tardío o es la sustitución de la acción política por piezas de marketing perverso? La respuesta está en los hechos:

Ahora hay más razones para creer en la educación pública, anuncia el Gobierno de la ciudad a través de afiches amarillos; color de globo, por cierto. La plataforma mauriciomacri.com.ar/educar es donde el candidato expone sus ideas: la primer de ellas es el dibujo de una sala de control con estética comic futurista: computadoras, pantallas, lucecitas, teclas y botones y mucho color: azul, celeste, rosa, rojo, lila, violeta. En el centro de la imagen hay un hombre concentrado que mira pensativo una pantalla: es Mauricio. Una leyenda a pie de página, acompañada de un minúsculo asterisco final, dice: “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. La frase pertenece a Nelson Mandela y el lector nunca se entera de que Mauricio le ha hecho un tributo. El resto de las ideas, veinte en total, tienen la profundidad de una pileta pelopincho; ejemplo: “Debemos proponernos ganar el campeonato mundial de la educación. No tiene goles, pero la gloria que otorga dura cien años”; otra: “que nuestros hijos deseen ser científicos y no famosos de la televisión.” Esa es la idea de Mauricio, otros fueron sus actos: eligió como candidato a Miguel Del Sel, a Martiniano Leguizamón, a Fernando Niembro, con la intención de que transfieran a su candidatura el beneficio (relativo) de la popularidad.

Dime cómo distribuyes el presupuesto y te diré quién eres. Este es Mauricio: del total de gastos de 2007 la ciudad destinó a educación el 27,84%; en 2015 Mauricio destinará el 20,5%. Para este año decidió un incremento del 93% en publicidad, por lo que el gasto en propaganda oficial será catorce veces más de lo que fue 2007. Primera conclusión: lo que Mauricio no invierte en educación, lo gasta en propaganda.

Es verdad que su gestión ha tenido varios hits en el género educación, el problema es que todos dieron negativo: compró a Clarín computadoras para los alumnos tres veces más caras que el valor de mercado; quitó subsidios a las cooperadoras escolares y los transfirió a escuelas privadas que cobran cuotas de hasta 1600 pesos; construyó escuelas a un ritmo tranquilo de una y media al año; cerró 140 grados en primaria y 53 divisiones en secundaria; en un solo año 17 mil chicos no obtuvieron su vacante, el 43% de ellos pertenecientes al sur de la Ciudad, donde más se necesita la llegada de un Estado reparador. El destino a los sin vacantes lo encontró en los Equipamientos Modulares, que se hicieron famosos como escuelas containers. Por ellos pagó 42 millones de pesos, una cifra similar a la que recibieron las productoras La Usina, de Fernando Niembro, y Sinergya, del ex legislador PRO Avelino Tamargo, para fines y con procedimientos inciertos que ahora debe investigar la Justicia. Segunda conclusión: lo que Mauricio reparte entre sus aliados, priva a los chicos de una buena educación pública.

Pero en el universo del jefe de Gobierno no todo es propaganda, también cuenta la seguridad (privada): en 2008 habilitó a Verini Security SA y en poco tiempo integró el reducido grupo de empresas contratadas por la Ciudad, a pesar de las irregularidades que detectó la Auditoria General de la Ciudad. Verini Security a través de una UTE ganó la licitación para instalar cámaras y alarmas en 90 escuelas, protege espacios para la memoria como los ex centros clandestinos de detención Club Atlético y Virrey Cevallos, e incluso a la propia subsecretaría de Derechos Humanos de la ciudad. El director de Verini es un ex comisario de la Policía Federal que no figura en ninguna lista de represores, aunque lo fue: integró en los años 70 el área de inteligencia en Coordinación Federal. Su nombre es José Belsito, le decían el Tarta, y era quien recibía los informes de los infiltrados (de los topos) metidos en las universidades y escuelas de la ciudad. En esos informes se “marcaba” estudiantes y en Coordinación se decía su destino: desaparecer o morir sin más…

Esa es la gente que contrata Mauricio para que los chicos de la ciudad se encuentren seguros. La última conclusión es una pregunta: qué son las necesidades, ¿un derecho o un negocio? Hay que elegir…

* Publicado en la Revista “La Negra del Sur”
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