Barcelona limpia la borbonidad de sus calles
Arturo del Villar*. LQS. Octubre 2018
Endarrera aquesta gent
tan ufana i tan superba!
Bon cop de falç!
Los municipios catalanes se declaran republicanos uno tras otro, Cervera, en Lleida, exige a la familia irreal que no utilice el título de condesa de Cervera la hija mayor, igualmente Girona niega autorización para que se la llame princesa de Girona, se ha prohibido a los reyes que puedan entregar los premios de la Fundació Princesa de Girona en la localidad titular, la Universitat Pompeu Fabra niega a quienes se apelliden Borbón permiso para pisar su campus, en muchos lugares se organizan concentraciones para quemar fotografías del monarca, cuando los reyes aparecen en algún acto público se les abuchea: en fin, la opinión pública catalana tiene muy demostrada su oposición a la borbonería y su afán por proclamar enseguida la República, para cumplir el lema que llevan a las manifestaciones con la senyera estelada: “República es llibertat”.
Ahora es el barrio barcelonés de Vilapicina i La Torre Llobeta, en el distrito de Nou Barris, el que quiere quitar el nombre de Avinguda de Borbó (que así es el apellido Borbón en su versión catalana) de una de sus calles. Se trata de un lugar muy conocido, porque allí estuvieron las cocheras primero de los tranvías eléctricos y después de los autobuses municipales, hasta el año 2003.
La iniciativa partió de la Associació de Veïns Torre Llobeta—Vilapicina y la Taula Unitària de Nou Barris per la República, que invitó a los vecinos a recoger firmas para que desaparezca el nombre de Avinguda de Borbó, que tanto les ofende colectivamente. Han superado las 1.300, para presentarlas al pleno del distrito en su próxima reunión, y confían en que su justa petición será atendida.
Se quiere eliminar cualquier vestigio de la dinastía borbónica de las calles de Barcelona, ciudad que tiene sobrados motivos para despreciar a los borbones. En la memoria comunitaria están presentes los bombardeos de la ciudad llevados a cabo por el Ejército borbónico, desde el 3 de diciembre de 1842 ordenado por Espartero, hasta los realizados por la aviación nazifascista al servicio de los militares monárquicos sublevados desde 1937. A esos crímenes se añade la feroz represión policial contra quienes desean expresar libremente sus opiniones. La falta de sintonía entre los barceloneses y los borbones es total, y no dejan de manifestarla, por lo que no cabe posibilidad de arreglo. El canto popular da la señal:
Endarrera aquesta gent
tan ufana i tan superba!
Bon cop de falç!
Los catalanes consideran a los borbones los enemigos del pueblo, y en consecuencia pretenden evitar que su nombre se mantenga en calles, instituciones o centros colectivos. En el siglo XXI resulta un anacronismo intolerable que una familia pretenda ser dueña de un país por razones de herencia. En Catalunya no lo aceptan. Y tienen razón
* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.
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