Benicássim: Brigadistas en el hotel Voramar

Benicássim: Brigadistas en el hotel Voramar

Benicàssim tiene, como diría John Dos Passos, un “deje árabe”. El que le da su origen en el siglo XII como alquería musulmana de los “hijos de Càssim” entre un mar –de intenso azul-verdoso- y los roquedales del Desierto de las Palmas, que no es tal desierto, sino lugar de oración y de palmeras.

Pérez Bayer, arquitecto de la iglesia de Santo Tomás marcó su evolución posterior. Hoy es, al parecer, la población valenciana con  mayor renta familiar per capita. En su geografía urbana destacan las “Villas”, casas achaletadas que se consolidaron, cual Biarritz levantino, en las primeras décadas del siglo XX y el futuro hotel Voramar, levantado en 1930. Emblemas de un pasado burgués y cosmopolita, son lugares de la memoria que he vuelto a visitar.

En la Guerra Civil las villas, abandonadas, fueron incautadas para servir como casas de reposo a brigadistas internacionales y soldados republicanos combatientes en las batallas de Madrid y Teruel. Villa Pons fue hospital junto las villas Oliag (hoy convertidas en apartamentos); Villa Margarita economato y matadero; Villa Pilar, rebautizada como General Miaja, fue archivo general… El hotel Voramar, que lució un rotulo como “Villa Frente Popular” disponía de dos plantas y fue el principal recinto hospitalario con quirófano, organizado por los hermanos Peña, médicos de Castellón, militantes de UGT y Esquerra Valenciana respectivamente. El checo Bedrich Kiss, cirujano jefe, contó con médicos de varias nacionalidades que aplicaron eficaces técnicas en el tratamiento de heridas de bala sobre piel y huesos. La doctora vienesa Brauner dirigía el orfanato en las villas Elisa y adyacentes, que contaron con una escuela. La red hospitalaria llegó a disponer de 3000 camas, 25 enfermeras de Castellón y evacuadas de Madrid y unas 40 mujeres de la limpieza, más algunos jóvenes de la localidad para velar enfermos, según diversas fuentes.

Una biblioteca y un café se ubicaron en Villa Beutel y se organizaron recitales,  conciertos y funciones teatrales en el garaje del Voramar. Los escritores Alejo  Carpentier, Hemingway, Erhenburg y tal vez Dos Passos visitaron las villas en 1937. El primero nos ha dejado sus impresiones en el libro La consagración de la primavera. El futuro dirigente yugoslavo “Tito” fue uno de los pacientes hospitalizados. Partículas de estas historias pueden leerse en los carteles que debemos a José A. Casañ (sic) situados en el paseo marítimo, y en el libro editado por el Voramar con motivo de su 75 aniversario.

Unos 50 brigadistas fueron enterrados en Benicàssim como recuerda una placa colocada por la asociación González Chermà, pero el alcalde Manuel Llorca, en grave ofensa a esta memoria, procedió a retirarla. Protestas de vecinos y entidades han devuelto la placa a su emplazamiento en el interior del cementerio, según he podido comprobar. Otra cosa son los restos mortales de los brigadistas. Los no reclamados por sus familiares fueron trasladados hace años, por orden expresa del Caudillo, al polémico Valle de los Caídos.

Por José Antonio Vidal Castaño

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