¿China es obediente por esencia?

¿China es obediente por esencia?

Nònimo Lustre*. LQS. Abril 2020

Son muy pocos los rasgos culturales que podríamos llamar universales e incluso dentro de ese reducido grupo siempre encontraremos diferencias en sus modos de manifestación en el espacio y en el tiempo

Un académico venezolano ha publicado un enjundioso ensayo sobre la Pandemia del COVID-19 (1). Comienza R.A. con un dictum heterodoxo y, por ende, incómodo para la banalidad hegemónica: los desastres no son naturales. Absolutamente de acuerdo. En un contexto y un sentido muy ajenos a la naturalidad o humanidad de las hecatombes, entre sus 3.000 palabras el autor se refiere en cuatro ocasiones al “autoritarismo chino”, dejando caer que se trata de un rasgo milenario consustancial a la cultura china. Concretamente, nos habla de milenaria tradición de obediencia china, ejemplar autoritarismo oriental, sociedad tan obediente [la china] y autoritarismo chino. Por fortuna, no menciona para nada al confucionismo, ni como la supuesta religión que mejor expresa la esencia china (otro supuesto) ni como como la prédica de la obediencia. Aun así, nos preguntamos: ¿es el autoritarismo un concepto universal?, ¿realmente podemos hablar de autoritarismo chino?, ¿podemos utilizar un concepto y un vocablo plenamente europeos para exportarlos allende los continentes y encontrarlos en el otrora remoto Imperio del Centro? En pocas palabras, ¿China es autoritaria per se?

Son muy pocos los rasgos culturales que podríamos llamar universales e incluso dentro de ese reducido grupo siempre encontraremos diferencias en sus modos de manifestación en el espacio y en el tiempo. Por ejemplo, dicen que el amor es uno dellos pero bien sabemos que el amor europeo de hoy no es el mismo que ayer y que, además, era y es desconocido en otros lugares del planeta. Haciendo estas salvedades, vamos a suponer que el autoritarismo existe porque es la manifestación externa de la jerarquización socio-política, desgraciadamente un rasgo cuasi universal. Con ello, nos olvidamos de aquellos pueblos en los que esa jerarquización –patente hasta el escándalo en muchos países- es mucho menor, tanto que hasta puede ser identificable sólo por los especialistas de algunas ciencias sociales –la antropología, por ejemplo.

Los hay que no arrodillan: se tumban y muerden el polvo ante sus obispos

Entonces, partiendo de una base teórica que reconoce a la jerarquización como una lacra cuasi imposible de erradicar, ¿cuál sería su antónima? Postulamos que la rebelión. Ahora bien, ¿dónde y cómo identificar la rebelión? La rebelión y la jerarquización son caras de la misma moneda; así pues, rebeliones las ha habido, hay y habrá en todo tiempo y lugar. Cómo identificarlas es algo más problemático porque dependerá de los porcentajes que atribuyamos a la rebelión externa (política) y a la interna (cultural). Por ejemplo, es sencillo señalar una rebelión armada pero es difícil cuantificar la rebelión que subyace a un buen poema –si es malo, ni es poema ni es rebelde.

Dicho lo cual, entendemos que el autoritarismo que hoy se les encasqueta a los chinos es la actualización del “peligro amarillo”, viejo eslogan que expresaba en vernáculo vulgo lo que los cultos llaman sinofobia. Este prejuicio sinofóbico estuvo de moda incluso en los años 1950’s y posteriores, cuando habían terminado las dos guerras mundiales del siglo XX y cuando China era ‘comunista’ pero mísera. Es más, cuando China se hizo potencia nuclear se siguió menospreciándola asegurándonos que era un tigre desdentado aunque presumiera de dientes atómicos. Era un peligro amarillento asustaviejas, domesticado y controlable. En otras palabras, era una parte semiolvidada de ese centón de majaderías que conforman el Orientalismo inventado por los poderes occidentales.

El Estado chino es autoritario –todos los Estados lo son-, pero no creemos que ello tenga que ver con la cultura china porque esta cultura es como otras muchas: contradictoria, opresora y libérrima, multiforme, triste y alegre, clandestina y espectacular. Y, por supuesto, desconocida e ilegible para los occidentales. Aunque sólo fuera porque nuestra ignorancia sobre China es abismal, cuando circulemos por el Imperio del Centro no deberíamos usar con tanto desparpajo grandes vocablos como cultura o autoridad.

Humillación ante los reyes, costumbre actual
Humillación ante los reyes, costumbre actual

Los Estados occidentales también son autoritarios y no nos atreveríamos a propalar que son más o menos autoritarios que China. Esas clasificaciones se las dejamos a los estadísticos y los plumillas. Pero no olvidemos que Europa está infectada y plagada de monarcas mientras que China es una República. ¿Cabe más obediencia que postrarse ante un rey?

En cuanto a la Rebelión como antónima de la jerarquización y la autoridad, es cierto que Europa guarda memoria de las muchas rebeliones que la han purificado. Sin embargo, sostener que China es ‘naturalmente’ obediente -ninguna sociedad es obediente por esencia- significa desconocer que aquel país-continente ha experimentado rebeliones desde muchísimos siglos antes que Europa supiera lo que es una ciudad, un libro o un rey -y su historia registrara sus rebeliones populares. Una consulta rápida sobre “chinese rebellions” a una enciclopedia electrónica (tan verdadera o mentirosa como cualquier otra enciclopedia), nos muestra que hay registros de rebeliones chinas en 1.100 a.n.e (antes de nuestra era) Rebeliones como la llamada ‘de los Tres Guardianes’ sufrida por la Dinastía Zhou.

Rebeliones que se mantuvieron por los siglos de los siglos hasta llegar a nuestros días donde no sólo Mao Zedong se rebeló contra la vieja casta cortesana y mandarina sino que sus sucesores se rebelaron contra la condición de país subalterno que Occidente quería para la República Popular China.

Notas:
-.- Imagen de portada: Rebelión Dazexiang, 209 ane
1.- Rogelio Altez, “Antropología política de un desastre global”, en Prodavinci, Venezuela, 01/04/2020.

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