Clandestinidad y otras estupefacciones

Clandestinidad y otras estupefacciones

Oscar Pantoja. LQSomos. Octubre 2017

A efectos cibernéticos y aunque fuera una carta a una niña, el pasquín de ayer se titulaba Clandestinidad. Por una simple razón: porque, con el Ejército ad portas, muchos catalanes ya están pensando en pasar a la clandestinidad. Naturalmente, lo clandestino no es un absoluto sino una evolución por grados que, de mayor a menor, van desde irse al monte hasta dar un domicilio falso.
Sea como fuere, no les será ninguna novedad porque ya la han practicado en la fabulosa preparación del referéndum. Desde hace meses, sabían cómo evitar el gran error de hablar por los móviles o por internet. Por ello, sus comunicaciones internas fueron siempre verbales o por papelitos fáciles de deglutir; más o menos, el método de los pizzini o papelitos del super capo Provenzano que tan buenos resultados les ha dado a los mafiosos, sólo que en este caso era el propio Pueblo y no delincuentes profesionales -esos están en los despachos.

Recado para los cibernetizados que todavía creen en la valía revolucionaria de internet: la Red en general y las redes sociales en particular son útiles en democracia pero, por desgracia, ese no es el caso español. Més a més, a estos efectos, dudo que exista en ningún país. En Catalunya se ha demostrado que un gobierno puede clausurar en minutos cientos de páginas web -hay hackers incorruptibles pero también los hay vendidos- y no hablemos de las redes sociales porque esas se delatan solas. Por tanto, para hacer una revolución, no hay que buscar tecnología punta ni sofisticaciones. Lo demuestra el peliculero caso de Puigdemont yendo a votar: como su colegio estaba invadido por los malos -siguen los rumores de que, si hubiera llegado, le hubieran detenido-, tuvo que desplazarse hacia otro colegio pero persistía el problema de la detención puesto que la comitiva oficial estaba siendo seguida por el helicóptero de la Policía. Solución: cambiar de coche en un túnel –James Bond, chúpate esa.

Huelga añadir que este regreso a siglo XX sólo es posible contando con unas densas redes de solidaridad, justamente las que se materializaron en el referéndum, tanto en las ciudades como en el campo. Estas últimas llegaron a la apoteosis con la marcha de tractores y, sobre todo, con la expulsión de varios pueblos de los maderos+picoletos que pretendían llevarse las urnas. Pero, si a la complicidad general se une el ingenio popular -archidemostrado-, estamos ante la combinación perfecta. Que no la pierdan porque ahora tendrán que lidiar con una turba de infiltrados y de sicarios profesionales cuyo trabajo será crear grupúsculos armados -y, si se tercia, matar ellos mismos. Si recordamos la triste experiencia de Terra Lliure (1978-1991), hemos de convenir en que la única manera de evitar una repetición de aquella desgraciada intentona, está en que los espías sean denunciados por el Pueblo.

Por suerte, lo que no pueden parar ni los gobiernos ni los hackers odiosos es una Huelga General. La de ayer fue total, absoluta, emocionante, etc. Está escrito que yo tenía mis dudas sobre su triunfo porque me maliciaba la traición de las grandes centrales sindicales. Esas CCOO y UGT que la víspera habían vomitado un papelucho aborreciendo de la huelga -caiga sobre ellas la losa de la vergüenza histórica. Sin embargo, la Huelga General fue tan general que esas dos busconas tuvieron que tragarse sus malevas palabrotas. Todavía están disimulando y contestando a la maniera infantesca “no lo recuerdo, no me consta, eso lo llevaba la secretaria del tercer secretario”.

En este escenario, los gobierneros y sus cómplices siguen dando la tabarra con el nulo valor de los votos depositados el domingo. Me tienen tan harto que he decidido pasar a la contraofensiva así que servidor, ultra igualitario, ha calculado una corrección a la cifra de los 2,2 millones oficiales (42% del censo) basada en la estadística posmoderna: recordando que hay gobiernos hiperdemocráticos a los que ha votado una sexta parte de los votantes y un tercio de los abstencionistas, declaro que Catalunya ha votado por la independencia. Pero, si tenemos en cuenta que las votaciones se desarrollaron en plena guerra con el consiguiente saqueo de votos por parte del ejército invasor, entonces estoy por multiplicar por dos el número de votos oficialmente computados. Nadie puede decir que no soy moderado porque ganas me daban de multiplicar por algo más. Los ultra igualitarios somos así de tímidos.

Recordemos, asimismo, que estamos hablando de dos legalidades, la española y la catalana. Por si algunos dudan todavía de que, lógicamente, estamos hablando de dos países, observen estas diferencias: los líderes catalanes conceden entrevistas en tres o cuatro idiomas europeos; los líderes españolistas catalanes y españoles, no conceden entrevistas a los medios extranjeros y, si lo hacen, es peor porque, quizá emulando al Rajoy del “Presidente Trún”, hasta el ministro del Interior-y-de-la-Porra se refiere al President Puigdemont como Puisdemón. ¿No dicen que, para administrar un país moderno y ser europeos hay que ser políglotas? No hay más preguntas, Señoría.

¿Y el PSOE? Pues adoptando esa pose de Altos Estadistas que les lleva a cuidar su granero electorero en Ejpaña a cambio de perder Catalunya -o sea, igualico que Rajoy. Y esquivando los mordiscos de los dinosaurios guerreristas. Quizá por ello, ante la previsible hecatombe de su filial catalana, el Choe ha optado por el choque frontal con el establishment pepero: en un acto de inconcebible audacia ha roto el esquema jerárquico -“donde hay patrón no manda marinero”-, fundamento y sostén de la civilización occidental y, ya en el disparadero, ¡ha pedido en el Congreso la reprobación de la vicepresidenta! ¿Llegará a saberlo la vice? Lo pregunto porque ya tenemos una colección de ministros y otros altos cargos peperos que han sido reprobados por el mismo Congreso y la mayoría ni se ha enterado todavía.

Una vez repuesto del susto, he mirado por los alrededores del Choe y he recordado una frase atribuida a los chinos aunque nunca se la he oído al chino de la esquina: “Cuando el dedo señala la Luna, el imbécil mira el dedo”. Veamos cómo algunos la ensayan en la política:

“Conteo. La organización no se preocupó de pasar unos manuales a los miembros de las mesas para saber qué hacer con los votos. Sí, estaba claro que había que contar los síes, los noes y los votos en blanco, pero ¿cómo?, ¿qué sucede cuando el sobre contiene más de una papeleta?, ¿cómo se interpreta una equis marcada justo entre el sí y el no?, ¿un sobre sin papeleta es un voto nulo o en blanco?… Todas estas preguntas eran formuladas en voz alta por los miembros de la mesa durante el recuento, ante la atónita mirada de los observadores internacionales” (Cuarto Poder).

A esta monja despensera no la he entendido nada y lo que menos eso de “la atónita mirada”: ¿no sería que estaban atónitos y hasta envidiosos ante semejante prodigio de organización popular? -yo lo estaba. Y tampoco he entendido nada porque los catalanes nunca han hablado de esas fruslerías ni siquiera durante esos secreteos que el Pueblo Conjurado mantenía antes de la votación del domingo para evitar el robo de urnas y papeletas. Es lo que tienen los revolucionarios, que sólo se enteran de lo importante.

1) Noticia de hoy: “Condena de 20 años al inmigrante que lanzó a un policía a las vías del tren. El juez considera probado que Ali Raba Yode era consciente de que el eventual atropello del convoy sería mortal”. Una pelea en la que los dos contendientes pudieron haber sido atropellados por el metro, se transforma en un atentado terrorista. Pero la Justicia (¿) ha demostrado que no es racista: ha condenado a un moro igualito que quiere condenar a los morroskos de Altsasu.

2) Aviso a esos guardianes de la catalanidad que piden la mediación de la UE: si el máximo órgano judicial de esa entelequia admite a trámite sus quejas -extremo más que dudoso-, dentro de 20 o 30 años les condenará. Ejemplo: el 10 de julio, el tribunal de Estrasburgo negó el pan y la sal a los afectados por la talidomida que venían reclamado justicia desde 1961.

3) A la arenga del rey, la he relegado al gallinero de este pasquín y la he reducido a un breve comentario nada original para no dar demasiada importancia al que sólo es un alto funcionario, más militar que civil aunque, desde luego, sea el más enchufado entre los enchufados. Con su malhadada soflama, Felipe de B. se ha convertido en el niño que lleva las arras en la boda de PP-PSOE-C’s. Ello según la narrativa civilizada -la versión militar, sostiene que ha bordado el papel como cabra de la Legión. Finalmente, para los tíos machotes, el último Borbón se ha travestido en un calzonazos mangoneado por Letizia.

Velay la exégesis royal:
El ciudadano Felipe de B. se ha quitado la careta. Ya no es el rey de oros, ni siquiera el de copas o bastos. Ha abandonado su pretensión de ser el rey ‘de todos los españoles’ para erigirse en lo que siempre ha sido: el flamígero Rey de Espadas. El Borbón ha hablado sin pronunciar la palabra diálogo aunque sí varias veces el término Estado de Derecho. Dadas las actuales circunstancias, extraordinarias sin duda, me van a perdonar la autocita: en el pasquín que inauguraba esta serie escribía: “Hoy, nadie repite cual lorito pititón “pero estamos abiertos al diálogo”, sino que lo sustituyen por su anticuado y pobretón sucedáneo el “Estado de Derecho” (ver El retorno de las antiguas diosas, 19 septiembre).

Los que padecen temor de Dios han buscado con lupa algún atisbo de serenidad. No lo han encontrado. A la desesperada, se quieren consolar subrayando que el Royal Legionario no iba vestido de Capitán General -triste consuelo. A la desesperada, más allá de las palabras han seguido buscando entre los detalles del lenguaje corporal e incluso de la escenografía. Peor les ha ido: el primero es admonitorio cual maestrillo de escuela y no sólo de político regañón sino de sectario y partidista hasta el belicismo -antagónico al papel de árbitro y moderador que le regala la Constitución.

En cuanto al decorado, a los pocos segundos de terminar su banderín de enganche, las redes ya señalaban que el retrato de Carlos III que protegía la royal espalda estaba pintado a la pólvora; era un óleo sobre lienzo de sangre… catalana. Infinidad de espectadores subrayaron que Carlos III fue precisamente el rey que abolió las últimas libertades catalanas. Además, cantaba mucho esa porra o bastón de mando que atravesaba las royales sienes del actual heredero borbónico -realizador de tele, cuida el enfoque- y que alguno definió felizmente como “consolador real” -Letizia, mira en el armario.

¿Estupefacción? No de todos. Y, desde luego, no para la combativa periodista que, horas antes de la filípica royal, escribió: “Este, de quien no sabemos que “haga” nada, es quien tiene que “hacer” la paz. Con razón, en estos días duros y violentos, este al que llamamos Jefe del Estado sigue sin “hacer” nada. Afortunadamente.” (ver Cristina Fallarás, “El rey no hace nada, afortunadamente”, en publico.es-Otras miradas, 03.octubre).

Los medios han destacado la frase “deslealtad inadmisible”. Al parecer, con ella acusaba a la Generalitat de haber perpetrado el peor delito imaginable. Por mi parte, he investigado en la literatura jurídica si el concepto deslealtad está tipificado como delito y no lo está ni en el código de Beluchistán -en el de Hammurabi todavía no he buscado. Por el contrario, es frecuente en los becerros, grimorios y Partidas medievales. Sin duda, un arqueólogo venidero lo fechará en el Medioevo temprano.

Por su parte, los ociosos historiadores ad hominem se devanan los sesos para elucidar si la royal declaración de guerra le ha sido dictada por herencia genética o por propia elección -en Ejpaña sobreviven los últimos bizantinos de la corte de Teodosio. Al parecer, están considerando el peor escenario -¿peor para quién?- y quieren saber si podrían salvar del exilio al Gran Pirómano aplicándole en un hipotético juicio venidero la eximente de obediencia debida (“Están exentos de responsabilidad criminal: El que obre en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo” (Código Penal, artº 20, #7) Pero, ¿la herencia genética es de obligatorio cumplimiento?, ¿acaso no nos dicta la Santa Madre Iglesia que el Hombre es libre? Chorradas, porque el rey es un sin ley. Literalmente.

LQSomos

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