Colombia: hay avances para el cambio

Colombia: hay avances para el cambio

Por Pedro Santana Rodríguez*. LQSomos.

Un punto fundamental en nuestro sentir de ese Acuerdo Nacional sería el de sacar las armas y al narcotráfico de la política. Un compromiso serio y con fuertes sanciones a partidos que reciben el apoyo de organizaciones armadas ilegales

En dos semanas desde el triunfo de la fórmula presidencial Gustavo Petro y Francia Márquez renace con fuerza la esperanza, una cierta dosis de optimismo, que las cosas en Colombia puedan comenzar a cambiar en la dirección de consolidar una transición democrática para construir una democracia más real, más participativa, más igualitaria, más tolerante y más pacífica. Los hechos que se han presentado son favorables y caminan en esa dirección.

El primero y más significativo se marcó desde la noche misma del 19 de junio en que Gustavo Petro Urrego, el presidente electo, con la alegría claro esta de la celebración del triunfo que fue realidad en toda la geografía nacional, pero en particular en el centro Movistar Arena de Bogotá, anunció sin arrogancia pero con firmeza que buscaría poner en marcha un gran acuerdo nacional para llevar a cabo el programa de reformas propuestas en su campaña, para lo cual anunció dos estrategias: la primera poner en marcha un gran Acuerdo Nacional dirigida esa convocatoria a los partidos políticos y habló de las organizaciones sociales que deberían ser incluidas y la segunda estrategia el impulso a los diálogos regionales con la sociedad, las autoridades locales y departamentales para construir acuerdos para el desarrollo, la inversión pública y la construcción de la paz territorial.

Sin precisar mucho los contenidos del gran Acuerdo Nacional que en nuestro entender serían acuerdos sobre lo fundamental: defensa de la democracia y profundización de la misma y en particular el compromiso del gobierno entrante en respetar lo que la derecha y centro derecha que han gobernado este país conservador durante más de 200 años no han respetado y que este gobierno deber hacer cumplir, es el respeto y las plenas garantías a la oposición, el compromiso con el respeto por las reglas del juego democráticas en lo cual se avanzó particularmente en la reunión con la oposición que encarnará el debilitado Centro Democrático, quien ha sido la muestra de todo lo contrario a lo que ahora reclama y saluda del nuevo mandatario, que el debate sea de ideas, de proyectos de país y no de insultos, consejas, chismes y mentiras así como de ataques personales buscando la destrucción del adversario a quien el uribismo durante sus cerca de 20 años en el poder ejerció sin compasión y con alevosía, precisamente y principalmente en contra de Gustavo Petro quien es hoy el presidente electo y asumirá las riendas del país.

Un punto fundamental en nuestro sentir de ese Acuerdo Nacional sería el de sacar las armas y al narcotráfico de la política. Un compromiso serio y con fuertes sanciones a partidos que reciben el apoyo de organizaciones armadas ilegales. No es posible que clanes políticos regionales tengan nexos con grupos armados paramilitares y con grupos armados del narcotráfico. Esto debe extenderse a las agrupaciones políticas que reciban o pacten acuerdos con las guerrillas. Otra cosa es la negociación que desde el Estado se debe propiciar con ellas para que se reincorporen a la vida civil y a la actividad política democrática.

De lo que contó Álvaro Uribe, quien fue el único que habló después de la reunión con el presidente electo Gustavo Petro, hubo un compromiso de que la discusión sea en términos de debate de propuestas y no de insultos. Esto hay que saludarlo porque proviene precisamente del jefe de una secta en que devino el Centro Democrático y que ha practicado toda su existencia, y que ha consistido en envilecer la disputa política. Luego bienvenido sea ese acuerdo, aunque parece ser que el único que se compromete a ello es el propio Uribe porque en su declaración no comprometió a su partido el Centro Democrático, ¿qué harán sin insultos y chismes, mentiras y calumnias Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, por ejemplo?

Pero bueno este es un avance, así como la promesa que dice Uribe que acordó con Petro de mantener una línea de comunicación abierta y permanente para conversar. El otro punto significativo que tampoco fue honrado en sus ocho años de gobierno y en los cuatro años de Duque fue el respeto por las instituciones y en particular por la Constitución Política. Del largo relato de Uribe se colige que el único punto de contenido sobre un acuerdo posible fue el que el Centro Democrático no se opondrá a la propuesta de subsidio de media pensión a los adultos mayores que no tienen ingresos ni pensión y a las mujeres madres cabezas de familia con hijos menores de 12 años. Esta política podría ser aprobada en tiempo récord y se puede anticipar que casi por unanimidad. Así que el gobierno entrante bien haría en preparar los proyectos respectivos para radicarlos con el amplio respaldo que tendría esta medida en la coyuntura de hambre que padecen 17 millones de nuestros compatriotas.

Las restantes reuniones del presidente electo Gustavo Petro con los jefes políticos no ha trascendido mayor información, se han mantenido en el plano privado tales fueron las reuniones sostenidas con Rodolfo Hernández el candidato perdedor que anticipo que no hará parte de la oposición y asumirá la postura de independencia lo cual también es un avance significativo. En cambio, nada ha trascendido de la reunión con Germán Vargas Lleras.

Gobernabilidad garantizada en el arranque del nuevo gobierno

El otro escenario este si lleno de información y acontecimientos prometedores, pero no exento de problemas es el de la conformación de una sólida coalición de Gobierno, que se materialice en lograr las mayorías en el Congreso que la garantice gobernabilidad para llevar adelante el programa que prometió a los 11’291.986 que lo eligieron a él y a su fórmula vicepresidencial. Hasta el momento, 30 de junio, el gobierno entrante de Gustavo Petro tendría garantizadas ya las mayorías tanto en el Senado donde contaría con 70 senadores de los 108 que lo conforman. Y en la Cámara de Representantes tendría 127 de los 186 que la constituyen. Mayorías sólidas y cómodas para llevar adelante el programa de gobierno, aprobar sobre todo en el primer año el Plan Nacional de Desarrollo y las reformas más importantes.

Aquí el problema consiste en que, como se dice popularmente en el argot político, no hay desayuno gratis. Petro a cambio, y no hay que escandalizarse como lo hace la gran prensa farisea, deberá darle participación burocrática a quienes conforman la coalición de gobierno. Esto es normal y hay que hacer una gran pedagogía al respecto para que los falsos moralismos como los que levanta la extrema derecha derrochona y corrupta ella sí, que Petro esta dando participación a enemigos bien declarados del proyecto del cambio y a sectores permeados por la corrupción. Ese proyecto que ellos también combatieron con saña. Ahora se erigen como censores morales, me refiero a los grandes medios de comunicación. Ello no debe llamar a no advertir los riesgos que el presidente Gustavo Petro y la sociedad civil deben tener claros y poner los reflectores en esos riesgos.

El primero de ellos el riesgo de la corrupción. Petro y su equipo más inmediato y transparente, debe examinar con lupa a los candidatos que le presenten los partidos políticos y se debe reservar, a mi juicio, el presidente, el derecho de vetar a quienes no cumplan con estándares mínimos de honradez y probidad para ocupar cargos en las altas esferas del gobierno. Ese mensaje debe ser transmitido a los partidos que han decidido ser parte de la coalición de gobierno. El gobierno de Gustavo Petro debe ser sinónimo de honradez, austeridad y lucha decidida contra la corrupción.

Un segundo riesgo consiste en la pretensión que Petro haga concesiones en su programa de gobierno que lo lleve a no dar cumplimiento a las promesas contenidas en su programa y que fue lo que motivo a los electores a votar por él y por Francia Márquez, la gran prensa anda en la búsqueda de morigerar las propuestas sobre todo en materia pensional, salud, agraria, paz, laboral, y lucha decidida contra la pobreza con programas robustos de asistencia social y cumplimiento cabal a los acuerdos de Paz.

Es obvio que algunas propuestas pueden sufrir cambios y modificaciones en su paso por el Congreso, pero no deben afectar la esencia de las propuestas. El gobierno del Cambio debe trazar líneas rojas en cada uno de los proyectos. Pongo dos ejemplos, una línea roja en la reforma a la salud es la eliminación de la intermediación financiera o en pensiones el piso de los cuatro salarios mínimos en el fondo público de pensiones. Pero estas líneas rojas deben ser también de los movimientos sociales. Desde la sociedad civil debemos tener líneas rojas para advertir al presidente y a la coalición sobre esos riegos. Los movimientos sociales deben acompañar con su movilización esas reformas.

El presidente y su vicepresidenta deben ser conscientes que la gente, ese pueblo que se movilizó en el año 2018 exigiendo matricula cero, el que en el Paro Nacional del 21 de noviembre de 2019 exigió el retiro de la reforma que le regalaba 10.5 billones a los sectores más pudientes de la sociedad, la que se movilizo en las jornadas del Paro Nacional del 28 de abril de 2021 exigiendo el archivo de la propuesta de reforma tributaria de Uribe-Duque-Carrasquilla y la propuesta de reforma a la salud que pretendía profundizar la privatización, que puso más de 80 muertos, miles de heridos, miles de detenidos y algunos a quienes se pretende condenar, esos millones que se movilizaron también lo hicieron en las urnas, convirtieron su reclamo en lucha política y a ellos en buena parte se debe el triunfo de Petro y Francia, y eso no se puede olvidar y se debe gobernar para ellos, para los nadies, como lo popularizó la vicepresidenta, evocando al gran escritor Eduardo Galeano.

Ello no quiere decir que el presidente Petro no deba gobernar para todos y todas los colombianos/as. Claro que sí y debe velar por extender los beneficios de las políticas públicas para el bien del país y de todos los sectores, pero, el énfasis debe estar en enfrentar en primer lugar el hambre, es urgente un plan de dotación de recursos para que los compatriotas que hoy no tienen para comprar sus alimentos tengan cuanto antes recursos para llevar un plato de comida a las mesas hambrientas de sus compañeras, de sus hijos, de sus compañeros. Y allá abajo todos están pendientes que su presidente Petro les cumpla lo que les ofreció. Por eso debe haber líneas rojas y el gobierno todo y la coalición que se conforme deben entender que las reformas prometidas son el inicio de una Colombia en Paz, democrática, tolerante y pluralista como la queremos.

Finalmente, un tercer factor que ha traído optimismo de que podamos tener una segunda oportunidad sobre esta tierra, es el desgarrador y descarnado informe presentado este martes 28 de junio por la Comisión para el esclarecimiento de la Verdad. En su informe de Conclusiones no solo presenta el balance luctuoso de más de 450.000 asesinatos ocurridos en los últimos 60 años alrededor del conflicto armado el 80% de los cuales fueron civiles inermes sin relación directa con el mismo, los más de 110 mil desaparecidos y los más de 9 millones de víctimas directas que dejo este cruel y degradado conflicto. Pero el optimismo nace de que el informe presenta una serie de propuestas para superar esta situación. Hay futuro si hay verdad, como reza el título del informe final. El país y nosotros con él nos proponemos hacer un balance sobre el mismo. Hay que discutirlo, apropiarlo, estudiarlo y criticarlo y sobre todo garantizar que sus recomendaciones se hagan realidad. Ese es el reto.

* Pedro Santana Rodríguez es Director de la Revista Sur

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