¿Cómo se pudren los mitos?

¿Cómo se pudren los mitos?

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

Estas notas comentan la minucia que conmociona a la opinión pública española: una ricahembra asidua de los quirófanos ‘estéticos’ ha comprado en Miami a una bebé. Señora de avanzada edad sabe que, dentro de algunos años, no podrá cuidar a su hija (ALO, Ana Lequio Obregón) pero, ¿qué importa la ancianidad cuando se tienen muchos posibles? Ana García Obregón (en adelante, AGO), tendrá malestares, alifafes y mil achaques -menos sofocos- pero también abundante personal de servicio -si los paga.

La ‘razón’ elegida por AGO para perpetrar el gravísimo delito de robar a una bebé ha radicado en que semejante desafuero le ha “vuelto a la vida”. Hace tres años, murió el hijo que tuvo con un dizque conde italiano en lo que fue una UTE (Unión temporal de empresas) morganática pues AGO no tiene sangre azul. A nadie le cabe duda de que, en efecto, debió sentirse muerta. Por mi parte, no imagino mayor dolor que la pérdida de un hijo [so pretexto de glosar el asesinato frustrado que Abraham intenta contra su hijo Isaac y otros casos similares, abordé con gran dolor y respeto esta tragedia y así lo reflejé en el ensayo Lo maté porque era mío: Glosillas a la naturalidad del sacrificio, de Euclides Perdomo, agosto 2000]

Perder un hijo vuelve loca a la más templada. Silencio, nada más se puede decir. Con toda la razón, AGO se desquició pero desquiciarse no conlleva caer -voluntaria o involuntariamente- en la maldad. No sólo hay muchas locas de acrisolada bondad sino que -por desgracia- conozco casos parecidos al del finado hijo de AGO. Madres que, mordiéndose un sufrimiento insoportable, a fuerza de heroísmo lo convirtieron en obras de una abrumadora generosidad.

Subrayando que éste es un rarísimo caso en el que hay que citar la edad de la Madre Consumidora, nadie pretende que la septuagenaria AGO -dice que frisa los 68 años de edad, otros dicen que 72; lo dejaremos en la media: 70 años- se transforme en una Heroína -nadie, excepto ella misma que así delira. Pero, ¿cómo creerla si toda su vida ha estado al servicio de la idiotización de la plebe y muy bien que le ha ido en términos pecuniarios? Me conformaría con que reconociera el daño que ha infligido, en primer lugar a la Mater Dolorosa y, en general, a todas las mujeres no sólo con su obscena exhibición de poder económico sino, mucho peor aún, fomentando el delictivo negocio de los vientres de alquiler.

Estos días se ha repetido hasta la saciedad que un Deseo no es un Derecho. Obvio, yo deseo ser EIE (Exterminador de Idolatrías Estatales) pero no tengo derecho a exterminar físicamente a tanto malhechor condecorado que pasea con insultante prepotencia por las altas esferas del Poder. Para paliar mi ansia justiciera, podría aducir que sigo religiosamente al vetusto Malleus Maleficarum (año 1486, recetario de torturas contra las brujas) pero no creo que los aún más vetustos jueces me entendieran. Menos aún les agradaría leer que servidor caracteriza a AGO como una bruja posmoderna puesto que “consumir comidas y bebidas preparadas con la grasa de los niños” era uno de los más odiosos rasgos que caracterizaban a las brujas de antaño -no física pero sí simbólicamente, es notorio que AGO come y bebe de su niña malhabida.

Otrosí, un detalle que preocupa muchísimo a la morralla hispana es saber de quién ha sido el generador semen -término cuasi procaz sustituido por el desdichado eufemismo de ‘material genético’. Para servidor, es una cuestión de espinoso esclarecimiento y de mínima entidad puesto que, sin tener acceso a los datos básicos, no tiene lugar en la órbita bioético/científica -incluso disponiendo de datos, sólo interesará a los genetistas.

Cada quisque puede alimentar su vacío mental viendo gametos y espermatozoides y sicalípticos homúnculos deambulando por un vientre anónimo. Pero, admito mi pecadora fantasía, voy a suponer que es cierto el rumor de que el semen procede del hijo fallecido. A regañadientes, lo menciono pero por una sola razón: porque, pese a su inconsistencia factual (el hijo contrajo un cáncer hace 5 años y murió hace tres, ¿demasiado tiempo para un ‘material’ congelado?) me permite escapar de la literatura tremendista y, especialmente, me autoriza a introducir el topos de la Abuela-Madre sobre el que hay abundantes evidencias mitológicas y sociológicas que veremos en su propio parágrafo.

Sin embargo, esta psicopatía popular sobre células con rabito y células esféricas, nos irrita porque distrae la atención del ‘utero desconocido’. Es decir, de la Madre Gestante (biológica es el adjetivo que prefieren los medios) De esta víctima principal no sabemos nada -por ahora. O, mejor dicho, sólo sabemos que es pobre de solemnidad. Y, por supuesto, no creemos el monto de la remuneración recibida que propalan los esclavistas que se enriquecen con los vientres de alquiler; es delirantemente increíble lo que éstos desalmados pregonan en la televisión: que en Miami un bebé cuesta entre 150.000 y 200.000 US$ de los que la Mater Dolorosa recibe 40.000. Nauseabunda mentira porque, si leemos la letra pequeña de los contratos de esclavitud ginecológica que figuran en las páginas web de esas empresas, veremos que la Mater no llegará a un ‘sueldo base’ de 20.000 US$ a los que, además, le descontarán tantas docenas de deducciones arbitrarias que me pregunto si, una vez entregado el fruto de su vientre, recibirá billetes o peladas moneditas.

Sea como sea, el dinero -avarienta limosna- no es lo más insultante de este sucio asunto. Dejando al lado lo más llamativo -la plata-, es criminal que la Mater pierda todos sus derechos, empezando por el de filiación y terminando en el rudimentario de devoción por su vástago/a. Quitar derechos humanos elementales a las empobrecidas es gravísimo delito. Punto.

El cinematógrafo

Puesto que los protagonistas de ese siniestro sainete pertenecen al famoseo y al espectáculo zafio, embrutecedor y subvencionado, empecemos la casa por el tejado. Léase, con un diálogo a coces de una gran película:

EVELYN (Faye Dunaway)– She’s my sister (Gittes/Jack Nicholson la abofetea)
EVELYN– She’s my daughter (Gittes la vuelve a abofetear)
EVELYN– My sister (Gittes la abofetea una vez más)
EVELYN- My daughter, my sister (Gittes la golpea, Evelyn cae llorando)
EVELYN (casi gritando)- She’s my sister and my daughter!
EVELYN– My father and I, understand, or is it too tough for you?.
EVELYN-… He had a breakdown… the dam broke… my mother died… he became a little boy… I was fifteen… he’d ask me what to eat for breakfast, what clothes to wear!… It happened… then I ran away
(Roman Polanski, Chinatown, 1974. Guión de Robert Towne)

Nicholson vs Dunaway; una de las más famosas bofetadas de Hollywood

En la escena cumbre de esta película, Polanski resuelve la intriga que venía fraguándose desde la primera secuencia: un magnate asaz criminal ha preñado a su propia hija. Clamoroso incesto que, como es habitual, terminará con la muerte accidental de la víctima… Sin embargo, este casi género cinematográfico no siempre es fílmicamente tan desconsolador. Por ejemplo, otra gran película escenifica el incesto sin alharacas ni moralinas, con suavidad y final feliz: hablo de Louis Malle y su Le souffle au coeur,1971. Ambientada en 1954, narra explícitamente el encuentro sexual entre Laurent, 15 años, y su madre Clara, interpretada por Léa Massari -definida por los peores críticos chauvinistas como “italiana de sangre ardiente”.

El soplo al corazón en versión anglosajona

En materia de incesto filmado, también deberíamos añadir dos obras de B. Bertolucci: Antes De La Revolución (1964) y La Luna (1979) y, para hacer el cuento corto, no seguimos incluyendo los muchos títulos que se hicieron sobre este tema.

Mitologías sobre la Abuela-Madre

Así naciste tú, tú misma, sin otra Madre que tú misma. Abuela Madre. En el inicio todo estaba oscuro. No había ni Sol, ni Luna, ni Estrellas. Aún no había amanecido. La Madre no era gente, la Madre es puro espíritu y pensamiento, Aluna: puro espíritu de todo lo que ha de existir. Y de ella surgió el Mar. Así creó la Abuela Ancestral a su hija, nuestra Madre Tierra. Abuela Madre creó la virtud masculina ancestral, al Padre sagrado Ancestro y le encomendó fertilizar a la Madre Tierra. Así surgió la Vida.

(Fragmento del Manifiesto emitido por el Mama Nabi Kajuyali Tsamani Wichapishinteton Luta Nabi Nunhue, 5.II. 2010) Op. cit. en Buitrago A., Alejandro. 2010. “Del Big Bang a la Big Band”. En: Revista Académica e Institucional, Páginas de la UCPR, nº 88: p.57-64)

El tópico de la Abuela-Madre es frecuente en las mitologías de medio mundo. Citemos solamente cómo se refleja en dos ámbitos culturales lejanos geográfica e históricamente: la antigua Grecia y las Yndias americanas:

En Grecia: Su deidad primigenia, Gea, fue una compulsiva Abuela-Madre pues tuvo dos hijos, Urano (Cielo) y Ponto (Mar), que fecundaron a su propia madre. Pero Urano aborreció a sus criaturas porque salieron monstruosamente feos y terminó desterrándolos al Tártaro para, a renglón seguido, tener con su esposa-madre a los Titanes.

Por delirante que parezca, incluso Zeus pudo ser Abuelo-Padre pues estuvo embarazado -gestó a dos de sus hijos. Y, además, en un rasgo de modernidad adelantada recurrió a la fecundación asistida. Tal fue el caso de Dánae, encerrada en una torre y madre gracias al polvo o lluvia de oro que Zeus vertió sobre ella. El hijo resultante, Perseo, fue profetizado que asesinaría a su abuelo Acrisio y así ocurrió merced al deporte -el desdichado semidiós era un buen atleta lanzando el disco… con pésima puntería.

Asimismo, según Hesíodo, Zeus se arrejuntó con la Necesidad (Ananké) y/o con Temis (Justicia) y tuvieron unas hijas problemáticas: las Moiras cuya función fue contar-pesar-medir a los humanos. Una de las tres moiras principales, es Láchesis, ‘la que echa a suertes’, la que mide con su vara la longitud del hilo de la vida [perdón por la digresión: Lachesis mutus (ahora, muta), en lenguas vernáculas cuaima, surucucú, shushupe, etc., es una culebra conocida de antaño -Linneo la taxonomizó en 1766- extremadamente venenosa que me aterrorizó durante años pero que ahora se utiliza en homeopatía]

Si ampliamos la Abuela-Madre a campos periféricos, podríamos añadir a Edipo pues el Oráculo de Delfos le advirtió: “Matarás a tu padre y te acostarás con tu madre!”. Claro que, como contrapartida al reputado Complejo de Edipo, Carl Gustav Jung (1875-1961) inventó en 1912 el Complejo de Electra. Según Jung, el Complejo de Electra es algo muy común a todas las niñas en algún momento de la infancia con la consecuencia de que puede generar una rivalidad con la madre -personalmente, dudo de todo Jung.

En las Yndias: del Ande al Polo

Ella es la intangible, ella era el pensamiento, la imaginación y la fuerza que iba a venir. En Ella y en su pensamiento, estaba todo lo que habría de venir. En el tiempo de unquyquie nxie, cuando Bachué pensó, su pensamiento se transformó en obra. Antes de esto no había nada. Así Bachué (a veces, escrito Bague) creó a los hacedores y formadores del universo y les dio la orden de comenzar la Creación del Universo. (Folleto colombiano de divulgación, s/a, s/f)

En la mitología Muisca (Colombia) Bachué es la Gran Madre Abuela, creadora del universo. Esta diosa, emergió de una laguna con un niño en sus brazos; el niño creció y abuela-madre y bebé se casaron y tuvieron muchos hijos a quienes enseñaron la agricultura y la adoración de los dioses. Pero, después de una eternidad, se despidieron del gentío que, muy triste, los vio partir convertidos en serpientes. Después de poblar la Tierra, regresaron a la laguna.

Entre los Mayas Kiché, Xmucane y Xpiacoc cumplen respectivamente con el rol de Abuela (diurna)-Madre (de la Luz) Esta pareja, la más anciana del panteón maya y la más polifacética, crearon al Mundo y a los primeros humanos. En cuanto a los Inuit, Sedna se aproxima a la figura de Abuela-Madre en su condición de guardiana de la fauna marina y como fiel de la balanza entre la mujer Malina (la Sol) y el varón Aningan (el Luna)

Y una especulación razonable: quizá para escabullirse de los escabrosos dilemas que plantea la Abuela-Madre, los innumerables redactores (copistas, reconstructores de palimpsestos, rapsodas y aedos) del Génesis hicieron surgir de la nada a la Primera Pareja -vade retro, incesto.

Apéndice: las actuales Yndias emigrantes. La Abuela que suple a la Madre está muy presente en la cotidianeidad de las latinoamericanas y amerindias que se han visto forzados a emigrar. Afortunadamente, sobre ellas hay un creciente corpus de estudios empíricos. Por ejemplo, en el Caribe, es habitual utilizar el término ‘los niños barril’, siendo ‘barril’ el contenedor de plástico azul en el que los progenitores empacan la mercancía que envían periódicamente a sus hijos -en Filipinas, lo llaman balikbayan, “regreso a casa” en idioma tagalog (cf. Gail Mummert. 2019. “’La segunda madre’: La naturalización de la circulación de cuidados entre abuelas y nietos en familias transnacionales latinoamericanas”; en AIBR 14: 3)

En cuanto a la terminología de parentesco, también en el Caribe los nietos suelen referirse a la abuela como Ma, al abuelo como PaPa y a los primos como ‘hermana/hermano’. En las unidades domésticas donde conviven las/os “hijas/os de la abuela”, éstas/os no suelen relacionarse con los parientes patrilineales. Limitándonos a las niñas, a veces conocen a su padre biológico siendo adultas, otras mientras son niñas, pero, a menudo, mantienen la ‘ficción’ de no conocerlo. Si en la inscripción civil figuran los padres biológicos, ese antecedente es usado tardíamente para solicitar el derecho a la herencia patrineal (ver Andrea Mastrangelo. 2001. “Las ‘hijas de la abuela’ Una reflexión sobre el uso social de la nomenclatura del parentesco en dos zonas cordilleranas de Argentina.”; en IV Congreso Chileno de Antropología. Santiago de Chile)

La hipótesis de la abuela

No están muy lejos los tiempos en los que, entre paleontólogos y arqueólogos, se abrió camino una “hipótesis de la abuela” (HA) donde se postula que, a medida que las madres envejecen, los costos de reproducción aumentan. Entonces, el trabajo de las abuelas cuidando a las generaciones más jóvenes aumenta la garantía de la supervivencia de sus genes -y no sólo satisfacen sus intereses genéticos, sino que también mejoran la sobrevivencia de sus familias. El lexema HA fue propuesto en 1957 por el biólogo George C Williams quien partió de un postulado: que la menopausia podría ser una adaptación. Así la glosaba Natrass en PNAS 2019: “si una mujer tiene descendencia a una edad avanzada, sus últimos hijos no podrían sobrevivir al morir ella y sus genes no habrían podido replicarse ni ser transmitidos a las siguientes generaciones. Además, que en una población haya sujetos que no se reproducen carece de sentido pues esos individuos consumen unos recursos que otros podrían utilizar en beneficio de su propia progenie.” Por ello, Williams concluyó que, desde el punto de vista evolutivo, el Homo s., se adapta a que las abuelas no puedan procrear y, a cambio, que dediquen su tiempo a sus nietas.

La primera objeción a las (supuestas) bondades de la menopausia estriba en que casi todas las mamíferas son fértiles ‘hasta la muerte’ -las orcas y otros cetáceos odontocetos son la ‘excepción humanoide’ pues viven años después de que cesen de ovular. Pero Williams, contó con un fuerte respaldo empírico cuando se comprobó que, tanto entre los cazadores-recolectores como en las sociedades preindustriales -e incluso entre los elefantes-, las abuelas menopáusicas aumentan la probabilidad de supervivencia de sus nietas/os. Desde entonces, lo que comenzó hace más de medio siglo como hipótesis, ha sido -salvo excepciones- bien acogida por la comunidad científica hasta el punto que ahora habría mutado en tesis. Pero se refiere a tiempos Paleo y/o Neolíticos, muchos dellos precerámicos (antes llamados ‘antediluvianos’) por lo que conviene añadir dos comentarios, uno clásico y otro actualizado:

a) En su difundido libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Bruno Bettelheim (rara y, para mí, dudosa fusión antropológico-psicoanalista) la Caperucita del cuento, oscila entre sus “deseos conscientes de actuar correctamente” y su “anhelo inconsciente” de seducir y ser seducida por el Lobo, para lo cual debe anular a su principal obstáculo: la Abuela-Madre.

b) “El Síndrome de la Abuela Esclava es un cuadro clínico con una alta prevalencia entre las mujeres que superan los 50 años y compatibilizan el rol de abuela y madre de sus nietos. Se trata de un síndrome grave, que afecta a amas de casa responsables en ejercicio activo, inducido por factores extrínsecos (estrés familiar, enfermedades intercurrentes) e intrínsecos (sentido excesivo del orden, la dignidad y el pudor) Entre las manifestaciones típicas destacan las físicas (hipertensión arterial, descontrol metabólico…) como las psíquicas (autoinculpación, tristeza, desánimo…) La implantación de medidas estructurales y educativas podría paliar la aparición y posterior desarrollo de este síndrome.” (ver Molina Linde, Juan Máximo; Molina Montes, Esther; Rodríguez Madrid, M. Nieves; Uribe, Ana Fernanda. Ene.-mar. 2008. “Una forma de esclavitud en pleno siglo XXI: el síndrome de la abuela esclava”; en Rev. multidiscip. Gerontol.: 18(1): 32-35)

Colofón o fin de fiesta

Puesto que, en materia de compra de bebés, la peripecia de los protagonistas de la grotesca actualidad española es comentada desde una óptica provinciana que ignora al resto del planeta -salvo contadas menciones a Ucrania, el país europeo líder en empresas esclavistas de vientres de alquiler-, he creído oportuno mirar en otros tiempos y en otros lugares alejados de la hiper-mercantilizada anécdota que asuela esta penosa España. De ahí las referencias mitológicas, cinematográficas, paleontológicas y de emigraciones que buscan centrarse en un hecho: la pudrición de algunos mitos -si lo hace Disney, cualquiera puede mejorarlo.

En este sentido, como ferviente disneyana, AGO prospera carcomiendo los llamados impropiamente mitos europeos para ponerlos a los pies de los caballos gringos. I.e., desde los mesopotámicos hasta los hnos. Grimm, desde la mentecata humanización de Animalia -Flora es menos cinematográfica- hasta los terroríficos dráculas preludio de los apocalipsis. Finalizo con un apunte personal: mi espina contra AGO se manifiesta en la serie televisiva que la llevó al estrellato: Ana y los siete, 91 episodios emitidos entre 2002 y 2005. Bodrio protagonizado, dizque guionizado y evidentemente controlado por la susodicha vedette. Su trama es tan inverosímil que roza la ciencia-ficción soviética: AGO representa a una institutriz rotenmeyer que por las mañanas enseña a los 7 hijos de un banquero viudo. Pero, por las noches se transforma en una estríper -¿es imprescindible añadir que la serie termina con AGO conquistando al viudo millonetis? Este torpe monumento a una vaciedad que niega la lucha de clases, a efectos populares rompió la obra maestra que le inspiró: la película Belle de jour de Buñuel 1967. Imperdonable.

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