Constitución Armagedón
La Constitución del Reino de España nació con la vocación, no propia, sino de sus macarras padres, de ser prostituida por gobiernos de distinto pelaje pero igual índole. Una Constitución preñada permanentemente, que cuando para o explote porque no habrá parto natural posible, ni quien se acerque a hacerle una cesárea por miedo a que al reventar le sepulte, será como el Armagedón que asolará definitivamente la tierra. Un terreno donde debería crecer la hermosa semilla de la auténtica aunque imperfecta democracia, el antifascismo y los derechos humanos.
Cuando uno tiene abuelos asesinos, ruines padres y maleducadores maltratadores no cabe más que ser el recipiente de sus necesidades, aguantar órdenes y tragar hasta estallar. Lo que mal empieza mal acaba.
Cuando los traficantes del poder ya habían abusado de la carta magna, incluido su magno firmante, nos seguían vendiendo a los sumisos súbditos que esta era casta y pura, pues hablaban de ella en términos de adoración católica, es intocable, es inviolable, es incuestionable. Pero era portadora del pecado original transicional. Solo sus padres y más familia política podían tomar sus ajadas hojas y mancillarlas, porque nunca fue joven, nació vieja, caduca y usurpadora de otra Constitución legal, que no legalizada por el miedo de unos y los intereses de otros como la del 78.
En esta Constitución más tarde remodelada, primero en el 92 y luego en el 2011, donde estivalmente nos vendieron al neoliberalismo, cabe la impunidad del franquismo, de los mercados, de los bancos, de los fondos de inversión, de la represión ciudadana (si alguna vez llegamos a ese título) cada día más cruda y lo que se nos viene encima, de las reformas castradoras de derechos, del fascismo sin botas que patea el culo a minorías y mayorías en crecimiento, que lo pierden todo, algunos hasta el sentido común y acaban alistándose en las filas de los perros del sistema.
Más caritativo sería aplicarle la eutanasia, una dosis letal de ruptura democrática sin dolor y escribir otro texto que nazca libre y dé libertad, adaptable a las necesidades reales del pueblo, sin yugos, sin coronas, sin cruces, sin corrupción, sin paraguas para impunidades de ningún tipo, con respeto y dignidad. Y esa dulce muerte solo se la podemos dar nosotras y nosotros con nuestra lucha democrática para reconstruir lo poco que queda en pie, levantar lo que ha sido convertido en escombros y construir lo mucho que nos queda por conquistar. Debemos poder, antes de que esta Armagedón estalle y seamos todos irremisiblemente esclav@s.