¿Cuál será la austeridad después de la covid-19?

¿Cuál será la austeridad después de la covid-19?
Diminishing stacks of coins with COVID-19 (Coronavirus disease) written on them

Eva Betavatzi*. LQS. Diciembre 2020

Ayer como hoy, los acreedores no tienen por qué inquietarse. La crisis bancaria precedente y lo que derivó de ella mostraron a los especuladores que tienen el beneficio del apoyo de los Estados, voluntario o no…

En la coyuntura actual, parece que se dejará de tomar como pretexto, al menos por un tiempo, una deuda pública juzgada excesiva para justificar planes drásticos de austeridad. La ilusión de haber escapado de una lógica en forma de círculo vicioso (deuda-austeridad) viene reforzada por la suspensión (momentánea) de exigencias presupuestarias estrictas, fundamento de la unión monetaria. La crisis sanitaria permite así un aumento de la ratio de endeudamiento público con respecto al PIB, mientras que solamente se logra incrementar el peso de las deudas soberanas sobre los presupuestos públicos, con la recesión que sufren las economías de los países (1).

Las consecuencias económicas, sociales y políticas del nuevo endeudamiento masivo de los países de la UE parece que no han sido contempladas; ante todo, se trata de encontrar dinero rápidamente. Quizás se podrían haber anulado las deudas contraídas anteriormente, o aplicado una moratoria sobre sus reembolsos durante la crisis sanitaria y económica, o mejor aún, durante el proceso de una auditoría popular que habría definido la parte ilegítima de las deudas (2). Este enfoque habría tenido el mérito de integrar en la estrategia de recuperación una reflexión a más largo plazo sobre el período de reembolso de las deudas soberanas. Por el contrario, se eligió el endeudamiento a cualquier precio, a pesar de las previsibles consecuencias para las poblaciones, ya que parece que no se extrajo ninguna enseñanza de la historia reciente de la crisis de 2008.

Sin embargo, no hay que olvidar los recortes presupuestarios, los planes de austeridad, incluso los pretendidos esfuerzos colectivos necesarios en los sectores todavía parcialmente públicos, que marcaron la última década y que fueron puestos en marcha con el objetivo de pagar deudas soberanas insostenibles. Como ejemplo, y a pesar de la necesidad urgente de medios y de las promesas de apoyo, el sector de la sanidad permanece todavía con una financiación muy deficitaria, debido a años de austeridad.

La urgencia es la principal justificación de la cantidad de deuda contraída desde hace unos meses, pero los vencimientos de pago se extienden en un plazo muy largo. Por lo tanto, a la dificultad de cumplir con una promesa de pago, se agrega la imposibilidad de prever los efectos de la crisis en las economías y por lo tanto la capacidad de reembolso de los países deudores. Y eso quiere decir tres cosas: los gobiernos de los países deudores serán sometidos a las exigencias de sus acreedores durante largos años, incapaces de responder directamente a los pueblos que los eligieron; los presupuestos públicos disminuirán mientras las privatizaciones de bienes y de servicios públicos aumentarán; los derechos fundamentales de los habitantes no estarán garantizados por los gobiernos bajo el pretexto de un «esfuerzo común necesario».

Nunca en la historia del capitalismo el aumento de las deudas soberanas benefició a las poblaciones. El incremento de las acreencias ligadas a esta nueva crisis sanitaria y económica no debería salirse de la regla. La prueba está en la euforia de los mercados obligatorios y en los tipos de interés históricamente bajos. La deuda es, ante todo, una herramienta de transferencia de riquezas de pobres hacia ricos, de los contribuyentes hacia «los propietarios de los títulos de capital» (3).

Las consecuencias de las opciones adoptadas frente a la crisis económica en curso son, por lo menos, inquietantes. Después de 2008, los Estados se endeudaron para salvar a un sistema bancario al borde de la quiebra. El BCE y la Comisión Europea tuvieron un rol crucial en la imposición de las políticas de austeridad, haciendo perder cualquier esperanza de soberanía popular, deslegitimando cualquier gobierno que se opusiera (4). No se tuvieron en cuenta las negociaciones hasta el momento en que los acuerdos se consolidaron, o sea, que aquellas no se consideraron (5). El caso de la crisis de la deuda griega es el más notable, pero no es el único. Los acreedores impusieron políticas de austeridad a los países a cambio de ayudas en cuotas, que permitían, de hecho, reembolsar a los acreedores. En otras palabras, la democracia había sido sacrificada en nombre del pago de las deudas públicas.

En ese combate desigual entre acreedores y deudores, los perdedores son siempre los que pagan. Entre 2010 y 2020, en muchos países europeos (6), los ingresos cayeron y las pensiones disminuyeron. La financiación de la sanidad y la educación también sufrió un fuerte descenso. Además, una parte significativa del parque de viviendas fue vendida a fondos de inversiones, lo que hizo aumentar los precios, agravando la crisis habitacional. Las privatizaciones de bienes y servicios públicos generaron aumentos de precio mucho más rápidos que el aumento promedio de los ingresos. Finalmente, la protección del medio ambiente se tiró por la borda en nombre de la recuperación económica.

Ayer como hoy, los acreedores no tienen por qué inquietarse. La crisis bancaria precedente y lo que derivó de ella mostraron a los especuladores que tienen el beneficio del apoyo de los Estados, voluntario o no: si uno de ellos intentase renegociar, los acreedores bilaterales y multilaterales harían un bloque para obligarle a pagar, garantizando la salvaguarda de los intereses de los capitales financieros a costa de los intereses de las poblaciones. Por lo tanto, es legítimo preguntarse cuál será la austeridad impuesta como consecuencia del enorme endeudamiento ligado a la crisis del coronavirus, o incluso qué bienes públicos se tendrán que vender.

Notas:
1.- Como ejemplo, la deuda francesa alcanza hoy una ratio de endeudamiento público cercano al 120 % en relación con el PIB, que es casi tan alto como el de Grecia en 2009, que era del 113 % o del 127 % después de una revisión cuestionada de las estadísticas: Évolution de la dette publique grecque entre 2010 et 2015
2.- Covid-19 et dette publique : Comment éviter que le scenario de 2008 ne se reproduise?
3.- Maurizio Lazzarato, Le Vol du Temps, Le Monde Diplomatique – Manière de voir – Faut-il payer la dette?, n°173, octubre / noviembre 2020.
4.- Este fenómeno contribuyó a aumentar la exasperación política sobre la que se construyó la propaganda de los partidos autoritarios. El ejemplo de la subida de Amanecer dorado en 2012 es paradigmático.
5.- Sobre el fracaso de las negociaciones del gobierno griego con la Troika
6.- La austeridad afectó particularmente a Grecia, Chipre, España, Portugal e Irlanda, pero casi todos los países de la UE aplicaron esas medidas

* Militante au CADTM Bruxelles. Articulo traducido del francés por Griselda Piñero Delledonne y publicado en la revista semanal Le1 n° 324, D’où viennent les milliards?

Síguenos en Facebook: LoQueSomos Twitter: @LQSomos Telegram: LoQueSomosWeb Instagram: LoQueSomos

LQSomos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar