Deuda, precariedad y cemento, saldo de los “grandes eventos” internacionales

Deuda, precariedad y cemento, saldo de los “grandes eventos” internacionales

Italia. Los “grandes eventos” como los Mundiales de Fútbol, la Exposición Internacional 2015 de Milán y los Juegos Olímpicos ya no son sólo eventos lúdicos, de grupo, deportivos y culturales, sino una articulación del paradigma del capitalismo neoliberal.

Damos un paso atrás para parafrasear al Subcomandante Marcos y sus “7 piezas sueltas del rompecabezas mundial”. En este texto del 1997, el revolucionario e intelectual mexicano definió a los gobiernos nacionales como administradores locales de las voluntades de las instituciones y empresas transnacionales. Hoy este texto es reconocido objetivamente por todo el mundo, pero el neoliberalismo, a su paso extremo de financiarización, sigue adelante: la administración nacional y de Estado de los grandes proyectos especulativos ya no basta. No es suficiente debilitar al poder político, hay que hacerlo públicamente defraudando su mismo concepto.

El gran evento se convierte así en un pretexto para derogar al poder de tomar decisiones y para borrar cada proceso democrático de elección, además de permitir el cambio de uso de la tierra y las leyes que regulan el territorio.

Gastar recursos públicos. El evento es una oportunidad (para unos pocos), y los escasos recursos económicos públicos que las políticas de austeridad otorgan deben ser invertidos en el mismo evento, amplificando así los cortes de gastos sociales, educativos y culturales (que en Italia reciben financiamientos sólo por eventos comerciales vinculados a la Expo).

Construir y cimentar. Construir obras que quizás sirvan para el evento, y que en la mayor parte de los casos son el pretexto para levantar infraestructuras útiles sólo para las especulaciones inmediatas y futuras.

El problema no es el evento en sí mismo, sino el uso instrumental que se hace de él. Este proceso y esta lógica iniciaron tiempo atrás, pero en el trienio 2014-2016 hunde raíces profundas, reivindicadas por los mismos poderes económicos y políticos.

Si consideramos el recorte de los recursos para la salud y la educación en Brasil, justificado por los gastos para el Mundial de Futbol (junto al aumento de las tarifas de los transportes), o el nombramiento del presidente de Expo Milán 2015, Giuseppe Sala, y sus súper-poderes (puede cambiar las reglas de clasificación del nivel de contaminación de un área hasta decidir, sin consultar a los ayuntamientos, cómo y qué construir), vemos cuál es el rumbo.

Deuda, precariedad y cemento son el legado de estos grandes eventos, y para entenderlo basta pensar en las Olimpiadas de Atenas o Pekín, en los Mundiales en Sudáfrica o Alemania, o en las últimas ediciones de Expo: faraónicas ciudades olímpicas abandonadas, centenares de metros cúbicos de espacios expositivos dejados podrir, y estadios enormes convertidos en reales catedrales en el desierto; y si a todo esto añadimos carreteras y estacionamientos construidos a través de la destrucción de áreas verdes públicas, el proyecto es aterrorizante.

La deuda. La crisis griega es el resultado directo del desastre económico de los Juegos Olímpicos del 2000; la ciudad de Turín salió de los Juegos Invernales (que por dimensión y costos no alcanzan a las Olimpiadas) con muchos millones de euros de deuda.

El “gran evento” se lleva el valor cultural de donde surge, y esto justifica ataques, teóricamente momentáneos, a los derechos laborales, lo que abre brechas perennes e irreversibles. La importancia social y cultural del evento logra justificar hasta el trabajo voluntario sin paga o barato. La globalización de la precariedad y la explotación hoy tiene un nuevo instrumento.

En Europa, la lógica del “gran evento” es el intento de estafar hasta los huesos a las débiles economías nacionales para especular sin límites y borrar los derechos sociales y la oposición al neoliberalismo (en Italia ya se habla de la Olimpiada de 2024).

En los países Brichs (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), los “grandes eventos” significan subyugar sus economías al dogma del paradigma dominante.

La síntesis perfecta es representada por la polémica en Brasil respecto a los retrasos en los trabajos para los Juegos Olímpicos Rio 2016, la misma ciudad que recibirá la final del Mundial de Futbol en 2014; como si significara que la máquina neoliberal no se satisface con un solo “gran evento”.

* http://milanoinmovimento.com. Publicado en desInformémonos

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