Diccionario de palabrotas (iii): Esperanza

Diccionario de palabrotas (iii): Esperanza
Confusión desde el Medioevo -reforzada en la contemporaneidad: “La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada. Y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo” (Maurice Maeterlinck)

Por Nònimo Lustre

Decidme, ¿qué buena guía / Podéis de un ciego sacar? / ¿Qué esperanza de un rapaz? / De un tirano, ¿qué piedad? (Góngora, 1580)

Aquí la desesperación, allá la esperanza. / Si existe la balanza, los platillos no se mueven… la desesperación, nunca sin una leve esperanza… No uso la desesperación, porque no es cosa mía, / y sólo me fue entregada en depósito… que hasta la desesperación tiene ventajas / si por fortuna / se vive un poco más… No —grita el Maestro y patalea con todas las piernas / de las que dispone, y con tanta desesperación, / que por poco y se nos vuelve escarabajo… … Mis señas particulares / son el éxtasis y la desesperación” (Szymborska)

“Esperanza”, Pyrgocorypha uncinata, insecto de la familia de las langostas (Tettigoniidae) descrito científicamente en 1841

Des-esperanza NO es desesperación

Nuestro diccionario de uso popular necesita una urgente aclaración: siguiendo el manido sofisma cristiano que infructuosamente explica el Mal por la ausencia de Bien, entendemos des-esperanza como ausencia de esperanza. Lamentablemente, el vulgo y hasta el culto utilizan mal este vocablo y lo hacen sinónimo de desesperación -supuesto antónimo de esperanza. Esta tendenciosa interpretación nos lleva a enumerar los sinónimos/parónimos de desesperanza: desesperación, angustia, desaliento, desánimo, abatimiento, pesimismo, ilusión, desmoralización, etc. Sin embargo, nuestra acepción de des-esperanza tiene otros sinónimos mucho más agradables: desconfianza, cautela, precaución, sospecha, suspicacia, aprensión, escrúpulo, miedo, recelo, temor, escepticismo, incredulidad.

Si, hipotéticamente, ambas palabras (esperanza y des-esperanza) compitieran en la campa de un torneo singular, enseguida se colaría el campo semántico del Optimismo/Pesimismo. Ello representaría, no un enriquecimiento del debate sino una desviación intolerable porque aquí los estados de ánimo personales no tienen cabida. Y si ese inoportuno binomio lo leemos en clave filosófica, es peor. Lo prueba el éxito de Cándido o el Optimismo (1759), obra cumbre de ese gamberro cortesano que hoy no escandalizaría ni a las ursulinas y al que nunca perdonaremos que tergiversara y censurara las obras del abate Meslier -cura de pueblo, genio ateo y padre de reputados lemas como aquel de ‘colgar al monarca con las tripas del último Papa’ o ese otro de ‘proletarios, sólo tenéis que perder vuestras cadenas’ (aprox) Signos que señalan el camino a la auténtica des-esperanza por el ingenioso método de señalar que al Paraíso -cumbre del optimismo-, sólo se llegará tras haber eliminado a reyes, papas y demás autoridades -porque no son sólo parásitos sino hereditariamente verdugos. Meslier conocía bien la empresa para la que trabajaba: sabía que el Vaticano monopolizaba ese mercado de futuros en el que la multinacional Esperanza S.A. posee una acción de oro. Y, lo inspirara Leibniz o Hammurabi, todos sabemos que el volteriano sabio idiota Pangloss no vivió nunca en su “mejor de los mundos posibles” por lo que, horro de empirismo, no nos merece glosa alguna.

Cacambo, criado de Cándido: “A este precio comen azúcar n Europa” -ilustración del Cándido.

Pero dejemos a los gamberros à la violeta y vayamos a los sinónimos de la des-esperanza. ¿Acaso no son maravillosos? Son tantos (ver arriba) que no sabríamos quedarnos con el mejor.  ¿Desconfianza? Es la condición sine qua non de todo saber aprendido, no por su esencia sino porque, en los miles de años que el Homo sapiens deambula por este planeta, multitudes de aficionados han contaminado la Ciencia hasta el punto de que los sufridos científicos deben malgastar la mitad de su trabajo desbrozándola de las caspicies que la inundan. ¿Y qué decir del escepticismo, joya del método y disposición racional para abordar cualquier nuevo gurú? ¿Y de la incredulidad?: pues sólo que está vigilante en la línea del frente, lista para contraatacar a las hordas crédulas -de ella sólo esperamos que cercene su desaforado crecimiento, no que okupe comprehensivamente su razón porque ello la encarcelaría en la facción estéril del nihilismo. Sin embargo, algunos de los parónimos des-esperanzadores deben retirarse a la retaguardia. Ejemplos: aprensión, escrúpulo, miedo, recelo, temor… No caben en el ethos de la ausencia de esperanza, que es un estandarte como el Crismón o el Lábaro que conlleva la victoria contra los gilipollas. En cuanto a su escandaloso pathos, no comment.

Cui bono o cui prodest

¿A quién beneficia la Esperanza? Especialmente a las hordas de crédulos, rama podrida de la evolución del Homo s. Contra este bodrio sólo nos compete señalarles ‘el día después’. ¿Dónde fueron sus anhelos retroprogresistas, qué se ficieron? Bástenos con un ejemplo español: el discutido 23 febrero 1981 fue un golpe de Estado que, sobre todo, benefició al monarca de turno. No debería haber más preguntas pero, por nuestra proverbial bonhomía, descenderemos a los infiernos de la exégesis: la esperanza monárquica-militar-eclesial del 23F triunfó. Se cortó la progresión de las libertades cotidianas -las específicas de la casta no nos interesan. Y mejor no recordemos la suerte de aquellos promotores como el general Armada (ayo del proto-rey) quien no llegó a Presidente multipartidista porque su cánida sumisión a la Corona le aconsejó dedicarse al campo rico -así que logró sus objetivos, aunque fueran secundarios.

Finalmente, parafrasearemos a un autor que adoró a la Esperanza hasta que su raciocinio le señaló la única salida -lástima que fuera algo exagerada- de tan perniciosa manía: “Brasil es el país de la esperanza… y siempre lo será” (Stephan Zweig)

Confusión desde el Medioevo -reforzada en la contemporaneidad: “La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada. Y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo” (Maurice Maeterlinck)

Apéndices musical y gráfico

Musical. por preconizar irresponsable e impunemente la mefítica y cacofónica Esperanza, deben eliminarse todas estas obras modernas:  I’m a Believer, The Monkees; I will survive, Gloria Gaynor; What a wonderful world, Louis Armstrong; La vida es un carnaval, Celia Cruz; Ob-La-Di, Ob-La-Da, The Beatles; Good Vibrations, Beach Boys; Don’t Worry, Be Happy, Bobby McFerrin; Everything is gonna be alright, Bob Marley.

Alquimistas fabricando oro: turbia esperanza crematística

Esperanza cristiana; la barbarie de un cristo en el patíbulo por órdenes de su desnaturalizado Padre.

Diccionario de palabrotas I
Diccionario de palabrotas II

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