Dos años de la muerte de El Ayoubi: nada ha cambiado

Dos años de la muerte de El Ayoubi: nada ha cambiado

Cristina Martínez Benítez de Lugo*. LQS. Febrero 2020

Si ya es duro estar en la cárcel por pedir la autodeterminación, lo insoportable es estar en cárceles donde se ensañan contigo, donde los carceleros practican la humillación y el odio

El pasado 21 de febrero se cumplieron dos años del fallecimiento de Mohamed El Ayoubi, víctima de las torturas, de la falta de atención médica que padeció en cárceles marroquíes. Preso de Gdeim Izik, el campamento de la libertad saharaui desmantelado por las fuerzas de ocupación en noviembre de 2010, quedó en libertad, ya desahuciado, por la presión de sus compañeros.

Esta terrible realidad del exterminio sin defensa no se acaba en Mohamed. Antes de él, otros murieron en la cárcel, y, hasta hoy, muchos sufren torturas sin que siquiera podamos enterarnos porque no lo tienen fácil a la hora de relacionarse con el exterior y contar lo que hacen con ellos.

Un caso que sí conocemos nos permite evocar el desamparo que sufren los activistas saharauis en las cárceles marroquíes. Mahfouda Bamba Lafkir acudió como observadora el 15 de noviembre de 2019 al juicio de un primo suyo, Mansur Othman al Moussawi, y explotó cuando escuchó la condena: gritó lo injusto que era todo.

Fue detenida y golpeada. La metieron en un furgón lleno de hombres y en prisión quedó incomunicada. A los doce días recibió una condena de seis meses de cárcel. Mahfouda tiene una enfermedad en la cabeza, y su familia pelea por que le permitan entregarle su medicina, pero no hay nada que hacer. Es una persona con múltiples dolencias, también padece alergia en los ojos, grave hinchazón en los pies. Tiene asma, hay ocasiones en las que se asfixia y se ha desmayado varias veces. La última, porque casi no come. La Liga por los Presos Políticos Saharauis informa de que le dan la comida con insectos, así que no la come, sólo algún yogur. Pero no recibe atención médica.

El Observatorio para la Protección de los Defensores de los Derechos Humanos Europeo (OMCT) hizo el 6 de febrero un llamamiento urgente a las autoridades marroquíes para garantizar la seguridad física y psicológica de Mahfouda y exigió su liberación inmediata. También pidió la atención médica necesaria para mejorar su estado de salud, “que ha sufrido un grave deterioro debido a la negativa de la administración de la prisión a trasladarla al hospital”. Como siempre, Marruecos no hizo ni caso.

El caso reciente de Mahfouda es ilustrativo; uno entre los más de cincuenta presos políticos saharauis. Todos están en peligro, algunas veces al límite.

Si ya es duro estar en la cárcel por pedir la autodeterminación, lo insoportable es estar en cárceles donde se ensañan contigo, donde los carceleros practican la humillación y el odio. Estás solo, sin ninguna defensa, en manos del enfermo mental que puede hacer contigo lo que quiera. Por eso si te mueres, les da igual, y te dicen que es lo que mereces.

Soledad, angustia, miedo, impotencia de unos presos que, inexplicablemente, no pierden su dignidad y su coraje.

Mohamed El Ayoubi pasó unos años muy duros antes de morir. Todos están en el filo de la navaja.

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