Durruti, el hombre sin miedo

Durruti, el hombre sin miedo

“Desde mi más tierna edad, lo primero que vi a mi alrededor fue el sufrimiento, no sólo de nuestra familia sino también la de nuestros vecinos. Por intuición yo ya era un rebelde. Creo que entonces se decidió mi destino”.

Nació en 1896 en una familia de ocho hermanos, de los que cinco fallecieron al terminar la Guerra Civil. Estudiante mediocre, pronto comenzó a trabajar como mecánico a la vez que aprendía socialismo. Era época de miserias y comenzó ganando un real al día. Más tarde acabaría ingresando al igual que su padre en los Ferrocarriles del Norte, un complejo mundo de obreros politizados dispuestos a terminar con la explotación por las buenas o por las malas.

Participó activamente en la huelga general de 1917 y poco tiempo después entró en contacto con destacados anarquistas y se afilió a la CNT. En una de sus estancias en Francia creó la Editorial Anarquista Internacional cuyo fin era propagar la ideología y lucha del movimiento libertario.

José Buenaventura Durruti Dumange murió con 40 años. Pocos años de vida y sin embargo una extensa biografía plagada de huelgas, intentos revolucionarios y hechos calificados como delitos (atraco al banco de España, intento fallido de atentado contra Alfonso XIII, secuestro de jueces) que desembocaron en una incesante fuga para “salvar el pellejo” a la par que era perseguido no sólo en España y Francia; sino también durante los años que permaneció en Latinoamérica. Se le llegó a expulsar de ocho países,  pasó por incontables cárceles y fue condenado a muerte tres veces: en España, Chile y Argentina.

Illya Ehrenburg, periodista que lo conocía bien aseguraba en relación con la vida de Durruti: “Ningún escritor se hubiera propuesto escribir la historia de su vida; ésta se parecía demasiado a una novela de aventuras… “  Es por ello que dejaré en suspenso gran parte de la historia de este revolucionario en un intento de plasmar la última parte de su vida a partir de su participación en la Guerra Civil Española, porque si hay algo que no se puede negar es la evidencia de que fue una de las figuras más significativas de la misma. Y es que Durruti era un hombre sin miedo. Un líder carismático y un ejemplo de coherencia en la defensa de su ideal libertario.

Con la proclamación de la República, Durruti regresa a España y comienza una incesante actividad política. Integrante de prestigio de la CNT, disuadió a la misma para que no boicotease las elecciones de 1936 en las que triunfó el Frente Popular.

“¿Queréis venir conmigo a Madrid, sí o no? Para todos nosotros es cuestión de vida o muerte. O venceremos o moriremos, puesto que la derrota será tan terrible que no sobreviviremos a ella”.

El 21de julio de 1936, tres días después del alzamiento militar encabezado por Franco, Buenaventura Durruti organiza en Barcelona una campaña masiva de reclutamiento de voluntarios con el fin de formar columnas populares de milicianos que combatan a los insurgentes. El 24 de julio, la legendaria «Columna Durruti» salía de Barcelona con destino a Aragón. La integraban cuatro mil voluntarios y un número significativo de milicianas.

Poco antes de partir hacia el frente, Durruti fue entrevistado por el periodista canadiense Von Passen y sus palabras publicadas en el «Toronto Star» fueron las siguientes:

Durruti:  El pueblo español quiere la Revolución y está en trances de hacerla, a lo cual se oponen los fascistas. Este es el planteamiento general. En tales condiciones, no hay más que dos caminos: la victoria de los trabajadores, es decir, la libertad, o el triunfo de los facciosos, que significa la tiranía. Ambos contendientes saben muy bien lo que les espera si son vencidos. Por esta razón yo creo que la lucha será dura. Para nosotros se trata de destruir la reacción fascista de tal forma que no levante ya nunca más la cabeza en España. De hecho estamos dispuestos a acabar con el fascismo de una vez por todas, incluso a pesar del gobierno republicano.

Von Passen: ¿Por qué a pesar del gobierno republicano? ¿Es que acaso el gobierno republicano no lucha también contra la rebelión fascista?

Durruti: No hay gobierno en el mundo que luche contra el fascismo para destruirlo. Cuando la burguesía ve que el poder se les escapa de las manos, recurre al fascismo para mantener sus privilegios. Es lo que ha ocurrido en España. Si el gobierno republicano hubiera deseado de verdad poner fuera de combate a los fascistas, hace ya tiempo que lo habría podido hacer. En lugar de combatirlos a fondo, no ha hecho más que buscar compromisos y acuerdos. Incluso en este momento, hay miembros del gobierno que hablan de adoptar medidas más bien moderadas contra los fascistas.

Von Passen: Largo Caballero e Indalecio Prieto han afirmado que la misión del Frente Popular era la de salvar la República y restaurar el orden burgués, mientras que tú, Durruti, me dices que el pueblo quiere llevar la Revolución mucho más lejos. ¿Cómo interpretar esta contradicción?

Durruti: El antagonismo es evidente. Esos señores, como demócratas burgueses que son, no pueden tener otras ideas que las que profesan. Pero el pueblo, la clase obrera, no se engaña. Los trabajadores saben lo que quieren. Nosotros luchamos no por el pueblo, sino con el pueblo, es decir, por la Revolución. Somos conscientes de que en esta lucha estamos solos y que no podemos contar más que con nosotros mismos. Desde un principio sabemos ya cuál será la actitud de Rusia. Para la Unión Soviética, después de haber hecho su revolución pequeño burguesa, lo que cuenta es su tranquilidad. Por esta tranquilidad, Stalin ha sacrificado a luti trabajadores alemanes, cosa que ya hizo anteriormente con los chinos. Por eso nosotros queremos hacer nuestra propia razón por lo que creemos que hoy mejor que para mañana: si es posible antes de que estalle la próxima guerra europea. De este modo nuestra actitud servirá de ejemplo a los obreros italianos y alemanes, los cuales podrán apreciar cómo se lucha contra el fascismo. Es por esta razón por la que creemos que nadie nos ayudará. Hitler y Mussolini, lo mismo que los demócratas ingleses y franceses, temen el contagio revolucionario, que es lo que, en otro sentido, le ocurre también a Stalin.

Von Passen: ¿Entonces tú, Durruti, no crees que Francia e Inglaterra puedan ayudaros, una vez que se concrete el apoyo de Hitler y Mussolini a vuestros enemigos?

Durruti: No hay gobierno alguno que desee ayudar a una revolución proletaria. Sin embargo, es posible que las rivalidades que existen entre los distintos imperialismos puedan influir en nuestra lucha. Franco, por ejemplo, es indudable que hará lo que pueda para poner a Alemania contra nosotros. Pero esto, al fin de cuentas, no es lo más importante, como ya he dicho antes, no esperamos ayuda de nadie, ni siquiera de nuestro gobierno (1)

En noviembre de 1936, cuando la defensa de Madrid resultaba cada día más difícil, Durruti fue requerido para trasladarse con su columna a la capital sitiada. Tras muchas dudas accedió a desplazar parte de sus tropas sin desmantelar el frente de Aragón. La orden del jefe del Estado mayor Rojo, era que Durruti dirigiera a sus hombres y la columna López Tienda-Libertad, para reforzar la defensa de la Ciudad Universitaria.

El 15 de noviembre la columna Durruti llega a Madrid y es enviada a combatir al frente de la Ciudad Universitaria, una de las zonas más batidas por el fuego enemigo. Los 1400 miembros de la columna luchan sin descanso en los alrededores del Hospital Clínico. El número de bajas es alarmante y el empuje de las tropas nacionales hace temer que los sublevados tomen Madrid en cualquier momento.

Cuatro días más tarde, la mañana del 19 de noviembre, su líder Durruti era alcanzado por un disparo mientras visitaba el frente de la Ciudad Universitaria. A día de hoy no existe certeza alguna acerca del origen del disparo que acabó con su vida. La versión oficial hablaba de una bala enemiga disparada desde el cercano Hospital Clínico, pero historiadores y biógrafos coinciden en señalar como falsa esa versión oficial al ser materialmente imposible que el proyectil que ocasionó la muerte fuese disparado desde un punto lejano, porque el impacto que presentaba el cadáver de Durruti poseía todos los indicios de haber sido realizado a una corta distancia. Existen varias versiones de la muerte de Durruti. Desde un fatal accidente al disparársele su propio “naranjero” (Estos fusiles no contaban con seguro), la actuación de un quintacolumnista infiltrado en la zona, la conspiración estalinista y una última que señala como posible autor al sargento de artillería José Manzana, que se encontraba al lado de Durruti en el momento de recibir el disparo que le costó la vida.

Lo cierto es que la muerte de este revolucionario sigue envuelta en un halo de misterios después de setenta y cinco años.

El cuerpo herido del líder anarquista fue trasladado al Hotel Ritz, que había sido transformado durante la batalla en el Hospital de las Milicias Confederadas de Cataluña, y donde ya no se puede hacer nada por él. Horas más tarde, hacia las cuatro de la mañana del día 20 de noviembre de 1936, José Buenaventura Durruti fallecía casi a la misma hora en que era fusilado José Antonio en Alicante, y el mismo día, aunque muchos años después, en que moría el dictador.

Sus únicas pertenencias, una pequeña y vieja maleta que contenía una vieja gorra de cuero, una camiseta, un par de zapatos agujereados útiles de aseo, unas gafas de sol, unos prismáticos, dos pistolas, y una libreta con una sóla anotación “15 de noviembre, he pedido al subcomité de la CNT un préstamo de 100 pesetas para gastos personales”, fueron entregados a su compañera Emilienne Morin, de la que se había enamorado en el exilio y con quien peleó en el frente de batalla durante la guerra civil.

Nota:

(1)  «Toronto Star», 18 de agosto de 1936.

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