El continente contra el contenido

El continente contra el contenido

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

Lo que más me irrita de esta época que me toca vivir, es la hegemonía del continente sobre el contenido -léase, del envoltorio contra lo envuelto. Criado en unos años franquistas en los que no había envoltorio porque demasiado costaba el contenido como para envolverlo, así fuera en papel de estraza –brown paper para los jóvenes-, ahora asisto no-muy-estupefacto al reinado del envoltorio. O, si lo prefieren, del espectáculo.

Para abordar este tema, mi primer obstáculo salta al definir oficialmente qué es el envoltorio. La RAE no está segura, prueba evidente no tanto de su proverbial ociosidad como de su sumisión a la actualidad. Dice quien “limpia, fija y da esplendor” que es “Conjunto de las cosas que aparecen envueltas. Papel, cartón o lámina con que se envuelve algo”. Esta definición no sólo es divagante sino también ilógica pues la Lógica prescribe que lo definido no puede entrar en la definición -sin embargo, ya vemos que su palabra clave es ‘envueltas’. En fin, pelillos a la mar del indefenso idioma castellano.

Los siguientes obstáculos son más serios. Y, sobre todo, mucho más abundantes. Los ejemplos de embalajes, paquetes y rebujos son tantísimos como para dejar la metafísica de la diversidad y centrarnos en el condón, un ejemplo asequible por cotidiano. Con un comentario final sobre Ucrania, conste en acta que esta nota sólo quiere sobrevivir a la Edad del Envoltorio.

El condón femenino

Sulfurosos fósforos empaquetados por mujeres.
Regla general de la división sexual del trabajo

Entre los innumerables métodos anticonceptivos físicos y químicos, el condón masculino es el más publicitado. Por ello mismo, lo evitaremos y sólo nos fijaremos en su cuasi parónimo, el condón femenino. Así ejemplificamos que ambos tipos de condones no son parecidos –ni siquiera parónimos- y, en especial, que podemos permitirnos un relax arbitral y suponer que si no es muy conocido es porque su envoltorio es rudimentario. Claro que la causa de su relativo desconocimiento es más profunda y es bien sabida: la marginación general del (ex) “sexo débil”. Veamos algunos gráficos:Independientemente de sus defectos técnicos, este condón femenino es demasiado aparatoso y, por supuesto, al igual que el condón masculino, no es inmune a los pinchazos.Señal de que es marginal. Cuando el preservativo femenino abusa del peor envoltorio imaginable: un libro de instrucciones

Por fortuna, a la mujer le queda el arte. Además de la sátira de confeccionar alta costura hecha con condones –femeninos o masculinos-, ha habido y habrá exposiciones que, pese a estar centradas en el condón masculino, ponen una nota de imaginación en el espinoso tópico. Citemos una: “36 artistas han intervenido envoltorios de preservativos elevándolos a categoría de obras de arte.” (año 2018, ver referencia en la foto del parágrafo siguiente) Dos obras de esta exposición:

Obra de Patricia Mateo.Obra de Mónica Solís.Alta costura. Vestida con condones femeninos (no presente en Unicon, ref. en la foto siguiente)

Los hijos del pinchazo

Tengo un sobrino producto espurio gracias a que su mamá tropical engañó a su novio pinchándole sus preservativos –y, por supuesto, no utilizando ningún método anticonceptivo cuya variedad conocía desde los remotos tiempos monopolizados por el diafragma. Mutatis mutandi, igual ocurre con la ‘ayuda’ gringa a la UE.Obra exhibida en la muestra Unicon. Unique Art Condoms; Colección 36; Galeria Theredoom, Madrid, 2018. Título -ad hoc, no oficial-, ‘condón amenazado por las agujas.

Sirviéndose del antecedente de que la diosa fenicia Europa fue violada por el machote Zeus, los machotes EEUU han pasado la página mitológica y se han vuelto feministas. So pretexto de Ucrania, regalan condones femeninos a Bruselas para que nadie sospeche de su improvisado feminismo ni de su razón oculta –sabemos que aceptar regalos suele ser peligroso. En este caso, el peligro está en confundir la ayuda proxy con el abrazo del oso. Porque es un regalo que los gringos etiquetarán de win-win pero que sólo espolea a aquel su “complejo industrial-militar” criticado por Eisenhower. Y, sobre todo, son unas migajas que no pueden disimular a) que los muertos de Ucrania/Rusia son todos europeos, b) que un (sustancioso) porcentaje de la ayuda militar a Zelensky la paga el común de sus súbditos y c) que el GNL es beneficio puro para Washington –no digamos el hipotético debilitamiento de Rusia. Colegimos, por ende, que su condón está pinchado. Lo pagarán los hijos de la simulación.

Cuando el envoltorio es letal: la guerra de Ucrania

La guerra, partera de la Historia, ultima ratio, etc., interviene en cualquier tema –obscureciéndolo y/o esclareciéndolo- de manera que tiende a borrar las diferencias entre uno y otro concepto. Empeño inútil pero fomentado por las propagandas de las facciones en lucha. Hoy, la guerra/invasión de Ucrania es el paradigma de esas hipócritas y falsarias guerras proxy que las Potencias Hegemónicas han implantado para que sus vasallos se entrematen mientras Ellas, desde lejos, se divierten calculando la oportunidad de mejorar tal o cual arma. Por supuesto, lo que nadie dice es que esas armas no son regaladas sino vendidas lo cual acarrea el endeudamiento perpetuo de los bandos en guerra.

¿Cuál ha sido el burdo embuste por omisión en el que insisten los habituales medios de des-información?: en la economía y el comercio, una manera canalla de mencionar el efecto superficial pero nunca la causa profunda -el endeudamiento de los contendientes. Evidencia de lo dicho: recordando que estamos en los años de Reagan, Thatcher y el Vaticano (tríada infinitamente más perniciosa que las afamadas Tríadas mafiosas chinas), nadie se acuerda de que la URSS fue empujada a una hipertrofia de la industria militar soviética que, según el machacón ritornello de aquella propaganda anti-soviética –hoy mutada en rusofobia-, provocó en pocos años el colapso de la URSS. Independientemente de que fuera mucho o poco empujado, es obvio que Moscú perdió el desafío. Quiero decir, claro que hoy lo recuerdan los auto-etiquetados como Aliados occidentales. Lo recuerdan tantísimo que la actual guerra proxy busca repetir aquella jugarreta y, por ello mismo, es tabú recordarla.

Las guerras proxy ejemplifican en grado paradigmático que el envoltorio es más importante que el contenido, bien sean éste los muertos o el objetivo final que, en el caso ucraniano/ruso, es la conquista del espacio siberiano y, especialmente, de sus riquezas hidrocarburíferas.

La Unión Europea (UE), presume de ser actriz protagonista en Ucrania pero no pasa de ser figurante con mínima voz y ventrílocua de EEUU –dicho en castizo, mamporrera o palanganera de los USA. En el actual conflicto, ¿acaso ha muerto un solo gringo? Ninguno. Los muertos, sean ucranianos o rusos, son todos europeos. El colmo de la manipulación llega hasta la historia y la geografía cuando niega la condición de europeos a los rusos. Ejemplo: el niño prodigio o niño grande Macron es el último que mencionaría a De Gaulle. A pesar de que se muere por imitar su poder y su imagen, jamás citaría las numerosas ocasiones en las que el general-presidente propuso una Europa “hasta los Urales” –poco más tarde, “hasta Vladivostok”.

A pesar de que EEUU pasa de puntillas sobre quién realmente manda en la guerra –Biden, of course-, los gringos no resisten a la tentación de aparecer en escena encarnándose en sus héroes favoritos –Rambo, James Bond, Trump, John Wayne. Adicta a la infamia que tantos dividendos les produce, la zarpa pelúa de los EEUU sólo reclama atentados propios de su constitutivo terrorismo –decisivos pero aureolados de un individualismo aparentemente inocuo. Por ejemplo, la voladura del gasoducto ruso-europeo Nord Stream –encasquetada, supongo que por presión de los Navy Seals a unos supuestos buzos- o el bombazo contra el puente que une Crimea a tierra firme -que, supongo, fue adjudicado a algún comando terrestre o aéreo puesto que la Navy ya estaba condecorada.

Como de costumbre, la UE se arruga cuando comprueba que su terrorismo, no menos constitutivo que el gringo, funciona contra el enemigo interno –léase, la disidencia- y contra los países empobrecidos pero es diminuto comparado con el de su Gran Hermano. Es más, sabe que cortar el Nord Stream fue directamente dirigido contra el motor económico de la UE (Alemania) y que, silenciándolo, oculta toda referencia a una de las mayores estafas perpetradas por los EEUU: obligar a Bruselas a comprar su gas natural licuado (GNL) Que sea producto del inconfesable fracking no se dice. Que sea muchísimo más caro que el ruso, tampoco. Y España se calla todavía más porque cree que sus plantas de regasificación, más cercanas a los USA que las (pocas) alemanas, la suponen una ganancia, canalla y efímera, pero dividendo propio del pan para hoy y hambre para mañana.

Todo ello es el no-demasiado-glamuroso envoltorio de un fétido contenido –los muertos, los exiliados y los empobrecidos europeos. Dicho en hidalgo, el frufrú de regalo envenenado que imita a los envases de los condones con los que iniciamos esta nota. Y, ¿dónde quedan los condones pinchados?: aunque están en todas partes, no existen porque los EEUU nunca pinchan nada. Bruselas, ¡bienvenida a la Edad del Envoltorio!Three Store Fronts (Tres escaparates, 1965-66), embalaje de Christo [C. Vladimirov Javacheff] expuesto en Bruselas (BRAFA 2018)

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