El décimo congreso de Comisiones Obreras

El décimo congreso de Comisiones Obreras
La ausencia de un modelo sindical de clase.

El pasado 23 de febrero, se clausuraba el décimo Congreso Confederal de CCOO, y se ha celebrado sin un debate sindical de fondo, y sin propuestas concretas contra las políticas neoliberales que nos han llevado a la crisis actual, a la pauperización de la clase obrera, y para recuperar el modelo sindical de clase que tuvieron las gloriosas Comisiones Obreras, y que fue abandonando poco a poco, desde hace ya 30 años.

Cuando Fernandez Toxo, secretario general saliente y reelegido sin ninguna candidatura alternativa, decía desde la tribuna aquello de que “el problema no es como nos vemos nosotros, sino como nos ven los trabajadores”, dijo una gran verdad, pero no dijo que ese problema no nace con la crisis, con la crisis se ha agudizado sin duda, pero el problema viene de las políticas sindicales de los últimos 30 años.
Hace casi 30 años, tras el triunfo del PSOE en el 82, CCOO fue perdiendo paulatinamente su modelo sindical democrático, participativo, asambleario, de lucha y de clase, para integrarse poco a poco en el modelo sindical pergeñado por el Estatuto de los Trabajadores y por la LOLS, modelo inspirado por la decadente socialdemocracia europea, y por el social-liberalismo, precursores de la situación actual.
En todo este largo proceso de 30 años, los trabajadores han dejado de ver al sindicato como un instrumento útil de lucha, porque el sindicalismo que se ha practicado, salvo en honrosas excepciones, y pese a importantes movilizaciones obreras, ha sido un sindicalismo a la defensiva, contra las reconversiones industriales, o contra el empeoramiento de las condiciones de trabajo, pero no ha habido por el sindicato la defensa de otro modelo productivo, conjugando la defensa de la soberanía nacional y de los intereses de clase, y contra el modelo productivo al que nos ha abocado el modelo neoliberal. Modelo que ya venía definido cuando todas aquellas reconversiones, que fueron la imposición social-liberal para los intereses del gran capital en Europa, y dejarnos a los trabajadores españoles con la economía de la especulación inmobiliaria, y el turismo.
La lucha contra la privatización de las empresas públicas ha sido prácticamente inexistentes, y en muchos casos asumidas por el sindicato, como en el caso de la privatización de Iberia. A cada privatización, lo único que se ha intentado negociar ha sido recortar los despidos, pero no se ha creado una conciencia sindical entre los trabajadores de defensa de lo público. Conviene recordar al respecto, que en Francia, el mero hecho de anunciar el gobierno la privatización de Air France, los trabajadores asaltaron los aeropuertos, dirigidos por el sindicato CGT entre otros, y paralizaron el transporte aéreo, hasta que el gobierno francés desistió en la privatización. Hoy, Air France sigue siendo pública, al igual que la luz, los ferrocarriles, la banca pública, la educación, la sanidad, etc…
En la negociación colectiva de convenios, y en épocas de bonanza empresarial, los convenios se han negociado sobre las propuestas de las empresas y sectores empresariales, pero no sobre las plataformas reivindicativas de los trabajadores, discutidas y elaboradas por estos. Hoy, la mayoría de los trabajadores de cuarenta años para abajo no saben lo que es una plataforma reivindicativa de empresa o de sector, porque sencillamente ni se elaboran, y mucho menos se discuten.
La asamblea ha dejado de ser un instrumento de participación democrática y formación de la conciencia de clase de los trabajadores. Hoy, en la mayoría de las empresas no se convocan asambleas, más que en momentos muy puntuales. Un ejemplo elocuente, en todo el proceso de convocatoria y desarrollo de las huelgas de Iberia de estos últimos días, no se han celebrado asambleas para explicar las convocatorias, ni las propuestas de la empresa, ni las propuestas que están llevando los sindicatos en las supuestas negociaciones. Los trabajadores están participando en las movilizaciones en defensa de sus puestos de trabajo, pero apenas se celebran asambleas informativas, y mucho menos participativas, en sus centros de trabajo. Y por supuesto, de recoger propuestas de los trabajadores en las asambleas, ninguna. CCOO, junto con UGT, aplaudieron en su día la fusión con British, mientras la mayoría de los trabajadores recelaban del proceso, sin darles oportunidad de expresarse.
La afiliación sindical en las empresas ha dejado de hacerse como consecuencia de la evolución de la conciencia sindical del trabajador emanada de la lucha sindical. Desde hace ya muchos años, en la mayoría de las empresas el argumento esgrimido principalmente por las secciones sindicales es: “afíliate a CCOO porque tendrás asistencia jurídica gratis cuando lo necesites”.
El sindicalismo de clase debe recuperar la potenciación de los comités de empresa como órganos de representación de todos los trabajadores, afiliados y no afiliados, y abandonar el modelo burocrático de la sección sindical, que en lugar de analizar y ofrecer alternativas para debatir posteriormente con los trabajadores en las asambleas, no se reúne con los trabajadores, y dicen defender a sus afiliados. Así es como se produce la desunión y división y despreocupación sindical en los centros de trabajo, tan extendida hoy día.
La afiliación de los trabajadores eventuales es muy baja, lo reconoce Toxo en su informe. Pero esa situación solo se modificará cuando el sindicalismo de clase recupere la lucha por el contrato fijo, defendiendo y luchando por un contrato fijo para todos los trabajos de actividad continuada, y dejando la eventualidad solamente para los trabajos de actividad temporal. Hoy, el trabajador que entra eventual, sigue eventual, salvo raras o enchufadas excepciones, per sécula seculorum. Por volver al ejemplo de Iberia, que es naturalmente lo que más conozco, hay montones de modalidades de contratos eventuales para el desempeño de trabajos de actividad continuada. Y hay miles de trabajadores que llevan más de 14 años en la empresa que siguen eventuales o fijos a tiempo parcial, desempeñando trabajos de actividad continuada. Esas modalidades contractuales han sido y son defendidas por los sindicatos, y en época de bonanza, con el argumento de “mejor eso que nada”.
El sindicalismo de clase de CCOO defendió la reducción del abanico salarial de 1a 3, incluyendo en ese abanico los directivos de las empresas, para combatir las diferencias entre los trabajadores. Hace muchos años, CCOO se olvidó de esa reivindicación de clase. Hoy, en la mayoría de las grandes empresas los directivos y ejecutivos están fuera de convenio, y cobrando salarios millonarios. Miles de trabajadores de empresas medianas y pequeñas cobran una miseria en nómina, y el resto lo cobran en negro. La lucha por la recuperación del abanico salarial de 1 a 3 en todas las empresas, partiendo de un salario mínimo de 1200€, debe ser un objetivo primordial ya del sindicalismo de clase para unir a los trabajadores, para eliminar la división tan brutal que se ha creado entre trabajadores, y para recuperar la credibilidad del sindicalismo de clase entre los trabajadores.
El modelo de producción neoliberal ha aumentado enormemente los accidentes laborales, produciendo lesiones irreversibles en miles de trabajadores, entre otras cosas por la desatención médica de las mutuas. Las mutuas de accidentes de trabajo son negocios empresariales, cuyo fin prioritario es dar el alta al trabajador accidentado cuanto antes, aunque no esté recuperado plenamente. Esa práctica habitual provoca a largo y medio plazo lesiones irreversibles de rodillas, espaldas, brazos y movilidad en general, que imposibilitan la recuperación del trabajador. En los consejos de administración de esas mutuas figuran representantes sindicales. Es una vergüenza.
CCOO y el sindicalismo de clase debería reivindicar la desaparición de las mutuas laborales, y que la Seguridad Social creara un servicio específico de atención de accidentes laborales, poniendo a disposición de los trabajadores todos los adelantos médicos hasta la curación completa del trabajador, o su reinserción en otro puesto de trabajo cuando queden secuelas. Y las bajas por accidentes laborales abonadas al cien por cien, manteniendo la baja hasta la recuperación total del trabajador, sin limitación de tiempo. Así como abonar al trabajador de por vida el gasto de prótesis o utensilios de ayuda  derivados del accidente laboral.
Un cáncer muy extendido en el sindicalismo de estos últimos 30 años, y consustancial al modelo sindical social-liberal, es la utilización de las horas sindicales y los liberados sindicales de las empresas. Las horas sindicales deben ser para hacer sindicalismo en la empresa, y el sindicato de clase debe vigilar que sus sindicalistas utilizan las horas sindicales solamente para la actividad sindical en la empresa, o fuera de ella cuando el sindicato los convoca. En Iberia, y como en Iberia, en muchas grandes empresas, hay sindicalistas que llevan más de 20 años sin pisar su puesto de trabajo. Los trabajadores no los conocen. Y sindicalistas que utilizan las horas sindicales en viernes, sábados y domingos y puentes. Ese ejemplo es lo que ven millones de trabajadores en muchos sindicalistas, y por eso ven al sindicato como lo ven, y no como quisieran que lo vieran los sindicalistas honrados, que los hay, “pero siempre pagan justos por pecadores”.
El sindicalismo de clase se recuperará cuando aborde con claridad estos problemas, y muchos más, que siguen sin quererse afrontar. El sindicalismo de clase tiene que aparecer nítidamente enfrentado al modelo neoliberal, y apostar sin ambages por otro modelo social, por el denominado socialismo del siglo XXI, ofreciendo alternativas sindicales contra el modelo social-liberal, y no acoplarse a él como ha venido haciendo durante estos 30 años.
Solo así, el sindicalismo de clase recuperará fuerza incluso en la crisis, conseguirá que los trabajadores consideren al sindicalismo como un instrumento útil y fundamental para su emancipación social, y consigamos entre todos cambiar las políticas neoliberales.
Si CCOO no lo hace, más pronto que tarde aparecerá la marea para el cambio sindical, como ha aparecido la marea política. La situación ya ha creado algunos atisbos aunque incipientes. Es lamentable que el Xº Congreso Confederal no haya abordado estos temas para iniciar un cambio en la visión de los trabajadores hacia los sindicatos, y principalmente en su conciencia de clase.
Esperemos que no tardando mucho CCOO sea capaz de recuperar sus características originales, por el bien de la clase obrera, sino será la marea sindical la que lo hará.

 

 

LQSRemix

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