El desastre ferroviario tóxico en Ohio demuestra la indiferencia asesina de la clase gobernante

El desastre ferroviario tóxico en Ohio demuestra la indiferencia asesina de la clase gobernante

Por Niles Niemuth*. LQSomos.

Los vecinos de East Palestine, Ohio, fueron expuestos conscientemente a una mezcla tóxica de químicos en una “quema controlada” la semana pasada que ha vuelto ha demostrar la indiferencia asesina de la élite gobernante capitalista a las vidas y el bienestar de la clase obrera en su despiadado afán de lucro

Las impactantes imágenes de una columna densa de humo negro hacia la atmósfera y los reportes de animales que han muerto se han difuminado rápido por todo el mundo en las redes sociales. Los contaminantes ya se propagaron por aire y agua lejos del descarrilamiento de un tren que provocó el desastre.

La quema del 6 de febrero se produjo tan solo tres días después de que un tren de Norfolk Southern que transportaba químicos, incluyendo cloruro de vinilo, una sustancia altamente carcinogénica, se descarrilara y se alzara en llamas justo en las afueras de esta comunidad de 4.700 personas, ubicada a 65 km al noroeste de Pittsburgh, Pennsylvania. Solo tres días después, el 9 de febrero, se permitió que los residentes que se habían visto obligados a escapar del área próxima al accidente volvieran a sus hogares.

Cientos de personas recibieron el visto bueno para regresar a pesar de que no se llevaron a cabo pruebas sistemáticas para definir cuáles químicos podrían estar contaminando su agua y hogares. La exposición incluso a cantidades pequeñas de cloruro de vinilo puede causar cáncer. Cuando se quema, se convierte en cloruro de hidrógeno, un irritante, y fosgeno, un químico utilizado en la Primera Guerra Mundial para asesinar a soldados en sus trincheras.

Los ejecutivos de Norfolk Southern y los reguladores del Gobierno se concentraron en reabrir la línea férrea y reanudar el tráfico de trenes lo antes posible, independientemente de las consecuencias de los residentes del área.

Un experto en materiales peligrosos, Sil Caggiano, declaró francamente esta semana: “Básicamente bombardeamos un pueblo con químicos para abrir un ferrocarril”.

Añadió: “Hay muchos condicionantes y, si miramos en 5, 10, 15, 20 años y nos preguntamos ‘Cielos, podrían aparecer concentraciones de casos de cáncer, ya sabes, podría contaminarse el agua’”.

Norfolk Southern, que reportó ganancias de $3,7 mil millones en 2022, está presumiendo que solo entregó un poco más de $1 millón en ayuda financiera a todos los desplazados por su descarrilamiento y que ha estado llevando a cabo pruebas aéreas dentro de los hogares e inspeccionando el agua para beber. Esto es el equivalente a un pirómano que presume haberles dado cobijas a una familia que se está congelando afuera después de haber incendiado su hogar o que la policía permita que el asesino investigue la escena del crimen.

Las corporaciones ferroviarias estadounidenses tienen un mayor margen de ganancias que cualquier otra industria, más del 50 por ciento, gracias a que descuidan la infraestructura y explotan despiadadamente a los trabajadores ferroviarios, rehusándose a pagarles las horas extra y presionando para que solo haya un trabajador por tren. Estos capitalistas ladrones modernos cuentan con el apoyo de las burocracias sindicales, el Partido Demócrata y el Partido Republicano en su desquiciada empresa. Esto fue demostrado por la decisión a fines del año pasado del presidente Joe Biden y los congresistas demócratas de prohibir una huelga ferroviaria para imponer un contrato favorable a la patronal, que la burocracia sindical también apoyó como parte de sus esfuerzos para sofocar la lucha de clases.

Existe una larga lista de precedentes en los que el afán de lucro ha conducido al envenenamiento sistemático de la población estadounidense, remontándose a los primeros días del desarrollo industrial. A pesar de la implementación de regulaciones y la creación de la Agencia de Protección Ambiental en los años setenta, la contaminación del agua para consumo y el aire con tóxicos ocurre a diario en todo el país y las empresas no sufren consecuencias serias. Esto ocurre especialmente en las comunidades de clase obrera que fueron devastadas por las décadas de desindustrialización y cierres de minas.

En 2014, el sistema hídrico de Flint, Míchigan, fue contaminado con plomo. Un gran porcentaje de la población se enfermó debido a un esquema para cambiar la antigua fuente de agua de la ciudad. Ese mismo año, 300.000 residentes de West Virginia estuvieron temporalmente sin agua por el derrame en el río Elk de miles de galones de un químico tóxico utilizado para procesar carbón.

Hay otros lugares y acontecimientos famosos por esta razón en la historia estadounidense: Love Canal, un barrio de clase trabajadora en Niagara Falls, Nueva York, que era un vertedero para sustancias tóxicas en los años setenta; Three Mile Island, el reactor nuclear que colapsó parcialmente en 1979, emitiendo gases radioactivos y yodo hacia la comunidad vecina; Hinkley, California, donde los pozos de agua para consumo se contaminaron cuando la empresa Pacific Gas and Electric arrojó aguas residuales con cromo hexavalente.

La política de anteponer las ganancias a las vidas define la respuesta de la clase gobernante a todo, como lo demostró de la manera más evidente la respuesta a la pandemia de COVID-19, que ha resultado en la muerte de más de un millón de estadounidenses y un exceso de mortalidad global de aproximadamente 21 millones.

La clase trabajadora debe luchar por exponer la realidad del desastre en East Palestine y exigir que los culpables por este envenenamiento masivo rindan cuentas, más allá de multas indulgentes de los reguladores estatales y federales. Los trabajadores deben hacer caso a las lecciones de Flint y tantos desastres más: la clase gobernante y sus representantes políticos en el Partido Demócrata y el Partido Republicano buscarán encubrir y minimizar el desastre en los próximos años. Y los trabajadores ferroviarios deben unirse al Comité de Base de los Trabajadores Ferroviarios, el cual fue formado durante la lucha contractual el año pasado para tomar control de los ferrocarriles y así garantizar la seguridad por encima del mortal afán de lucro.

* En World Socialist Web Site

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