El futuro de Ucrania a corto y medio plazo (…y dos)

Por Gordon M. Hahn*
El potencial giro antioccidental ucraniano. Conflicto político interno cuando acabe la guerra
Es posible, si no probable, que la derrota de Ucrania en la guerra y sus efectos residuales (colapso del ejército, del frente e incluso del Estado) faciliten el ascenso al poder de los neofascistas si de alguna manera surge una Ucrania antirrusa e independiente después de la guerra. Los ultranacionalistas o neofascistas ucranianos son intensamente antiliberales, antirrepublicanos y antioccidentales. Hace unos años, Dmitro Yarosh, fundador y entonces líder o «coordinador» del neofascista Sector de Derecha (SR) de Ucrania y más tarde asesor del ahora despedido comandante de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valerii Zaluzhnyi, actual embajador de Kiev en el Reino Unido, prometió que habría una «segunda fase de la revolución nacionalista» de la que la revuelta de Maidan de febrero de 2014 supuestamente no fue más que la primera. En opinión de Yarosh, la segunda fase consistirá en barrer los restos liberales y oligárquicos del orden democrático anterior al Maidán introducidos en el régimen de Maidán. Otros muchos ultranacionalistas y neofascistas ucranianos tienen opiniones similares, y han estado esperando el momento de iniciar la segunda fase.
Los neofascistas ucranianos toleran la ayuda militar y de otro tipo de Occidente y, por tanto, su influencia, porque no les queda más remedio, por imperativo de la guerra. Si llegaran al poder y tuvieran la oportunidad, se alejarían con mucho gusto de Occidente, de su ayuda y de sus influencias antinacionales y se convertirían en una isla fortaleza que se defendiera de las hordas occidentales y orientales (rusas). El resentimiento por las promesas incumplidas y por hacer de Ucrania el cordero de sacrificio de la OTAN para la expansión de la alianza, alimentaría fácilmente el resentimiento neofascista y el odio hacia Occidente en caso de derrota final de Ucrania en la guerra.
Con el trasfondo de la gran ruina del país que ha provocado la guerra ucraniana entre la OTAN y Rusia y en el caso de que Ucrania se vea obligada a capitular ante Moscú o a firmar un tratado de paz que entregue a Moscú las cuatro regiones ucranianas que Rusia reclama como suyas (Donetsk, Lugansk, Zaporozhe, Jersón y Crimea), es muy probable que un segmento de la población ucraniana, quizás uno grande, se vuelva contra Occidente.
Esto podría ocurrir tanto si la «revolución nacionalista se completa» de forma abierta, como un golpe de Estado, como si los ultranacionalistas y los neofascistas esperan llegar al poder. Los ucranianos tienen mucho que resentir en relación con el abuso de Occidente del deseo de muchos de unirse a Occidente:
Por la intromisión política que no mitigó la corrupción.
Por el impulso a la expansión de la OTAN, a pesar de la oposición visceral a esto, con una grave amenaza para la seguridad nacional por parte de la gran potencia vecina.
Por haber potenciado la «revolución de la dignidad» de color de febrero de 2014 que dividió al país y desencadenó la guerra civil.
Por provocar la guerra entre Rusia y Ucrania al revocar en enero de 2022 la promesa de diciembre de 2021 del presidente estadounidense Joe Biden a Putin de que EE.UU. nunca desplegaría misiles balísticos en Ucrania.
Por la promesa a Ucrania de ayuda militar «durante el tiempo que haga falta» para que Kiev abandonara el inminente tratado de paz de Estambul con Moscú en marzo-abril de 2022.
Por la disminución de esa ayuda a Kiev a medida que las fuerzas rusas se imponían en la guerra a finales de 2023 por motivos de política interna estadounidense. Y, más recientemente,
Por la presión para ampliar la movilización brutalmente coercitiva de Ucrania a la franja de edad de 18 a 25 años, lo que traería un colapso demográfico casi catastrófico a una población ya mermada en un 30 por ciento debido a las muertes en la guerra y la emigración. [1]
Las raíces del mayor resentimiento ucraniano por el limitado apoyo de Occidente se encuentran en la fosa existente entre palabras y hechos, así como en los atisbos ocasionales de los motivos egoístas que impulsan las acciones occidentales en Ucrania, diseñadas para reportar beneficios a Occidente comprados con sangre y recursos ucranianos. Los políticos occidentales han afirmado a menudo que es un «buen negocio» que los ucranianos mueran luchando contra los rusos para que los occidentales no tengan que hacerlo. Sin embargo, ¿de qué clase de «liderazgo occidental» se puede hablar cuando los políticos occidentales repiten hasta la saciedad que Putin quiere apoderarse de toda Europa o, al menos, restablecer los imperios soviético o ruso después de apoderarse de Ucrania? Los ucranianos deben ver esto como una doble hipocresía; si la amenaza es tan grave, entonces las fuerzas de la OTAN deberían ser enviadas a Ucrania. Por supuesto, casi todo el mundo entiende que tales afirmaciones sobre las intenciones de Putin son retórica absurda, pero aquellos que se la creen deben resentir la hipocresía y el cínico abuso de Ucrania al que contribuye. En este contexto, no es sorprendente que, por ejemplo, el ex ministro de Asuntos Exteriores ucraniano Dmitro Kuleba expresara recientemente su «conmoción» por la negativa de Occidente a enviar tropas mientras los frentes de batalla de Ucrania se derrumban, señalando: «La gente en Europa puede estar cabreada conmigo, pero yo digo, y seguiré diciendo, que la verdad es que hoy Rusia tiene un amigo dispuesto a enviar a sus soldados a morir por la guerra de Rusia [Corea del Norte), mientras que los amigos de Ucrania ni siquiera le envían las armas que necesita»[2].
Por tanto, la posibilidad de un giro ucraniano de posguerra desde Occidente hacia el Este no se extinguiría necesariamente si elementos más moderados llegaran al poder en una Ucrania aún independiente o, como es más probable ahora, en un trozo de la misma. Estos elementos estarían ahora escarmentados por la amarga experiencia con Occidente, que empujó a su país a la guerra y luego los abandonó al exigir a Kiev que negociara con Moscú. Este elemento más moderado, más nacionalista y menos liberal debido a la experiencia de la guerra y relegado a hacer las paces con Moscú, bien podría decidir que el propio interés nacional de Ucrania dicta desarrollar buenas relaciones con su poderoso vecino oriental en lugar de depender de forma unilateral de socios occidentales poco fiables, el más poderoso de los cuales se encuentra a medio mundo de distancia. Esto podría ser cierto incluso si Rusia no impone un régimen títere en Kiev, y si lo hace, a Moscú le resultará mucho más fácil la tarea de encontrar aliados y someter la resistencia de la población ucraniana.
Ha habido una considerable inestabilidad y luchas internas dentro del régimen de Maidan desde su toma del poder en febrero de 2014 dirigido por una difusa coalición de fuerzas oligárquicas, nacionalistas, ultranacionalistas, neofascistas, republicanas liberales y centristas. He escrito extensamente sobre las fisuras dentro del régimen oligárquico-nacionalista de Maidan tanto antes como durante la actual guerra ucraniana entre la OTAN y Rusia. No voy a repasarlas aquí, pero basta con mencionar algunos conflictos manifiestos: Petro Poroshenko contra Ihor Kolomoiskii / ultranacionalistas y neofascistas contra todos / Yuliya Tymoshenko contra Poroshenko/ Volodomyr Zelenski contra Poroshenko (no la elección, sino el arresto de este último) / el presidente Zelenski contra Kolomoiskii/ Zelenski contra el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranianas, el general Valeriy Zaluzhniy / el jefe de la HRU (inteligencia militar) Kirill Budanov contra Zaluzhniy / y tantos, tantos más… El punto es que hay poca unidad ideológica o política dentro de la élite política y el pueblo de Ucrania, y a medida que se acerca la derrota en la guerra, las pasiones que liberará conducirán a señalar con el dedo, buscar chivos expiatorios, y las luchas de poder más amargas vistas en el país desde la revuelta de Maidan y su secuela de guerra civil.
El elemento político-ideológico mejor armado en la política ucraniana, especialmente en caso de colapso del Estado o del frente, son los grupos ultranacionalistas y neofascistas. Muchos ultranacionalistas y neofascistas considerarán que ha llegado el momento de completar la revolución nacionalista si Ucrania es derrotada por Moscú o negocia con él para poner fin a la guerra entre la OTAN y Rusia en Ucrania.
Notas:
1.- https://apnews.com/article/ukraine-war-biden-draft-08e3bad195585b7c3d9662819cc5618f.
2.- www.politico.eu/article/former-ukraine-foreign-minister-dmytro-kuleba-donald-trump-war-in-ukraine-peace-deal-russia-vladimir-putin/
Nota original: The Potential for an Anti-Western Ukrainian Turn to the East
* Analista de Corr Analytics
– Edición en castellano tomada del blog personal de Rafael Poch de Feliu
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