El mal de (viajar a) África

El mal de (viajar a) África

En África existe una enfermedad que no es la malaria ni el sida. Tampoco la tuberculosis, ni la fiebre amarilla o el ébola que recientemente es noticia por su aparición en Guinea. Esta enfermedad es conocida como ‘el mal de África’, suele afectar a los viajeros que visitan el continente y los síntomas son la necesidad de volver, la añoranza por lo que se ha vivido en él.

“Me gustaría transmitir lo que fue África. Nunca experimenté nada así. África tiene su propia personalidad. A veces es una personalidad triste, a veces impenetrable, pero siempre irrepetible. África era dinámica, era agresiva, estaba al acecho”, decía RyszardKapuscinski. África, la cuna de la humanidad, un continente que aún presenta todos los procesos y los tiempos de la Historia del ser humano, desde el neolítico a la actualidad, tiene algo que engancha. “Hasta que llegué a África había viajado por toda Sudamérica, gran parte de Europa, la mitad de Asia y toda Oceanía (menos islas) y puedo asegurar que nada me atrapó tanto como mi viaje por África. La intensidad de lo vivido y sus gentes atrapan a cualquiera con la fuerza de cien gigantes. Pienso volver”, explica David Escribano, editor de 'Viajablog', quien ha viajado por Sudáfrica, parte de Malawi y casi todo Mozambique y además porta el virus del viajero innato. “Por supuesto que existe ‘el mal de África’. No es que lo crea, es que lo aseguro”, confiesa.

 “Muchas veces digo que ‘me ha picado el bichito’ para referirme a esa adicción del ‘mal de África’. Supongo que sí, que estoy irremediablemente contagiado”, señala el periodista José Naranjo quien aterrizó en el continente por su trabajo y ahora lo ha convertido en su lugar de residencia. Quien también llegó a este continente y aún permanece allí es el autor del blog 'Las palmeras mienten', Nuno Cobre. Él acabó en África ante la necesidad de tener una vida interesante e intensa, huyendo de la rutina. “Yo he sentido el mal de África, y estoy seguro que son sólo los primeros síntomas”, señala Nuno, “estoy seguro que la enfermedad se desarrollará completamente cuando me vaya del continente. Espero sobrevivir”, agrega. Por su parte, Pablo Strubell, colaborador de los blogs ‘La línea del horizonte’ y ‘Leer y Viajar’, opina “que el mal de África se refiere a esa querencia por la naturaleza en estado puro, a sus paisajes, a sus tribus, a sus mercados o festivales culturales. África es un continente muy básico, crudo y salvaje y eso en muchos desata una conexión muy básica, instintiva diría yo. En muchos aspectos es como volver atrás en el tiempo y eso puede enganchar. Pero creo que nadie suspira o tiene querencia por las caóticas ciudades africanas, por ejemplo, o por la comida o por la dureza constante del viaje en ese continente”. Pablo, a pesar de haber visitado 20 países africanos, cree que debe ser cierto que existe esta “enfermedad” porque “a mucha gente le da, pero a mí en general, no, sinceramente”.

Posibilidades infinitas

En busca de civilizaciones pasadas al Sudán de las pirámides y las antiguas culturas o el mítico Egipto; de pistas sobre el Gran Zimbabue y atraídos por ciudades como Tombuctú, Djenné o el País Dogón en Malí, manifiestos del esplendor de un imperio. Indagando en la diferencia con el otro. Acercándose a otras las culturas, las étnicas, sus danzas y su forma de vivir. O prefiriendo la inmensidad del desierto, a través del senderismo en las dunas por Marruecos o por el Tibesti en Chad. Las posibilidades son infinitas. “Argelia tiene lugares bellísimos, entre ellos su inacabable Sáhara y la región de la Kabilia, con sus tradiciones, montañas y la costa; y si se quiere conocer su Historia reciente, creo que se ha de ir a Ruanda. Otra zona para recomendar, es la región de los Grandes Lagos. Malí es un país pobre, del que salí con el corazón encogido, pero es un lugar que recomiendo”, señala Mercè Salomó, la autora del blog 'Mil Camins'.

Como apuntó el profesor Joseph Ki-Zerbo, África es “la patria del hombre”, el continente que vio nacer al ser humano y es quizás uno de los tantos motivos por los que la gente viaja a África, “por el misterio que rodea al continente, es un viaje a nuestras raíces, cuando estás allí lo ves claramente”, asegura Javier Lago, director de la agencia Cultura Africana y Viajes. Es eso, este continente como “la cuna de la Humanidad”, lo que recuerda Mercè cuando piensa en África, quien ha visitado once países como Tanzania, Ruanda, Senegal, Kenia, República Democrática del Congo, entre otros.

El continente africano es tan inmenso y sus realidades son tan diversas que ofrece una gran variedad de opciones en función de los intereses del viajero. Hay quien prefiere incidir en el senderismo o en la playa, quien busca conocer las culturas de sus poblaciones o quien opta por ver animales y visitar lugares como Kenia, Tanzania, Sudáfrica, Uganda, Zambia o Botsuana, los países tienen los parques naturales más importantes así como más variedad de fauna. Los safaris son el viaje mítico a este continente. “Cuando no son guerras, hambrunas e inmigración son documentales de naturaleza. Eso es lo único positivo que nos llega a los medios de comunicación masivos de este continente, lo que facilita la asociación. Pero es muy cierto que safaris de la belleza abrumadora de los que se pueden hacer en África, solo se pueden hacer allí. En ningún otro continente hay la concentración de animales que hay en los parques de África, ni esas extensiones de miles de kilómetros cuadrados casi vírgenes, sin tocar por la mano del hombre”, explica Pablo, quien viaja a África regularmente desde 2010.

Países no visitables

Otro lugar para los enamorados de los animales es República Centroafricana. Según argumenta Javier este país es uno de los lugares más interesantes para ver a los gorilas, los búfalos y los elefantes de selva en el parque de Bayanga. Sin embargo, República Centroafricana está cerrada a los turistas desde el año pasado debido al conflicto que vive este país. Otro sitio no visitable, según indica Javier Lago, es República Democrática del Congo. Lo mismo ocurre con el país más joven del mundo, Sudán del Sur, desde que en diciembre del año pasado su gobierno anunciara haber detenido un golpe de estado.

Malí, otro país en el que tuvo lugar un conflicto desde enero de 2012, abrió sus puertas al turismo hace unos seis meses. Aunque el norte del país sigue siendo inseguro y aún no es un destino recomendable, Cultura Africana y Viajes ha retomado la ruta del río hacia Tombuctú. “Entre lo que conozco me quedo con Malí y, en concreto, con el norte de Malí”, señala José Naranjo, “una de las experiencias más potentes la viví surcando el río Níger entre Mopti y Tombuctú, es un río tan cargado de historia, historia grande e historias pequeñas, y luego el paisaje se va transformando lentamente para adentrarte en el desierto. Haría ese viaje una y otra vez”, asegura el periodista.

“Un país que no está nada tocado es Guinea Conakry”, explica Javier, pero que cuya agencia ha empezado a tener en cuenta desde hace poco. “Es un país que ha estado fuera de los circuitos debido al aislamiento, no se llevaba bien con su excolonia –Francia- y luego entró en la onda socialista. Se trata de un país estable que ha entrado en un proceso democrático y que se supone que entrará en la órbita del África Occidental”, comenta Javier quien añade que Guinea merece la pena como lugar de destino porque “tiene una población étnicamente variada y además, se encuentra en la zona de Futa Jalón, zona en la que más llueve del África Occidental y donde nacen ríos importantes de la región como el río Níger”. Otro lugar al que hasta ahora no era fácil entrar era Guinea Ecuatorial, ex colonia española. Ahora, sin embargo, “vamos a empezar a trabajar Guinea Ecuatorial, por el cambio de política de las autoridades de Guinea con respecto a España”, explica Javier.

Nosotros los relojes, los africanos el tiempo

Una particularidad que ofrece este continente son los viajes étnicos. De primeras suena raro pero así es. Cultura Africana y Viajes ofrece rutas en las que el epicentro son las poblaciones del continente. Es un viaje para aquellas personas que buscan conocer otras culturas, ver cómo es su día a día y su modo de vida. Javier asegura que “lo primero que pedimos es el respeto a las poblaciones. Cuando se visita una aldea la finalidad es que el turismo genere recursos en esa población. Las familias van a cocinar, los niños van a ir a por agua. No molestas, los africanos son muy hospitalarios y que los blancos vayan a informarse sobre su modo de vida es una curiosidad para ellos. Se puede hablar con ellos, ver sus cultivos…”. Además, los grupos suelen ser pequeños, entre 8-10 personas, para que en los casos en que se visitan poblados no se interrumpa la vida cotidiana de estos.

“Los valores en África son diferentes, se le da mucha importancia al presente, al momento inmediato. No se preocupan mucho por lo que pasará mañana, sino por lo que está ocurriendo ahora mismo. La forma de ver la vida es distinta en África”, cuenta Nuno Cobre. En esto incide también José Naranjo a quien desde el principio le fascinó la gente, “la manera que tienen de interactuar con los demás. Detrás de toda esa gente hay una cultura increíble, una historia muy potente, tradiciones, formas de entender la vida que apenas entendemos o adivinamos. Las cosas aquí son diferentes y el proceso de vivir aquí es de permanente aprendizaje, eso estimula mucho”.

Un proverbio africano reza: "vosotros, los europeos, tenéis los relojes, pero nosotros tenemos el tiempo", y no le falta razón. “La principal diferencia respecto a otros continentes para mí es el ritmo”, argumenta Nuno admitiendo que, “la lentitud y la parsimonia con la que se hacen muchas cosas en este continente, hace que uno se sienta muchísimo más relajado aquí que en Londres, en Madrid o en Buenos Aires. Esta tranquilidad también puede desesperar y frustrar, según el caso”. Esta desesperación podría ser causa de lo que el periodista y fotógrafo errante, Daniel Burgui relataba en uno de sus artículos: nosotros, los europeos, “troceamos, descuartizamos el tiempo en raciones asumibles, planes digeribles y dirigibles, nos embutimos en fracciones, lo acotamos y vivimos angustiados por él. Somos sus súbditos. Miramos al futuro con sofoco. Creemos con convicción que el tiempo existe al margen de nosotros mismos”. Javier Lago asegura que “todo eso que hemos perdido los blancos es lo que busca la gente por África, a pesar de los problemas”.

Las agencias ofrecen rutas étnicas a Costa de Marfil, país de mandingas, senufos y baules; a Benín, lugar al que llegaron los portugueses en torno al 1500 y quedaron asombrados ante el dominio del hierro; a Nigeria, donde no hay un turismo masificado al norte, donde opera el grupo terrorista BokoHaram, sino en la zona negra de los Yoruba, en el Sur o a Etiopía, el país que resistió la conquista de los italianos. “Este maravilloso continente tiene 54 países y todos son dignos de ver, pues cada uno tiene su particularidad”, asegura Mercè. Son cientos las opciones que se nos brindan pero, como señala Aurora Moreno, la autora de 'Por fin en África', también “es importante intentar viajar por tu cuenta, saliéndose un poco de los circuitos establecidos. Sí diría que es imprescindible moverse por sus carreteras y caminos, utilizar transporte público, quedarse a dormir en casa de las gentes del lugar si es posible… En fin, intentar conocer la realidad de estos países, alejándose de los tópicos y las ideas preconcebidas. Al menos, ésa es mi recomendación”.

Y es que, en pocas palabras, ¿qué tiene África? “Ufff…¡Tantas cosas!. Los paisajes africanos quizás puedes encontrarlos (o parecidos) en otros lugares del Mundo, pero la luz que los ilumina es distinta, el aire es distinto…No sé, hay algo en el ambiente africano que te da una vitalidad sin fin”, responde David Escribano. “Es un continente vivo, lleno de costumbres de las que aprender; con una luz increíble; con unos olores, que los guardas siempre en tu memoria y que, aunque no se vuelva más, siempre los recuerdas”, admite Mercè. “Es un continente salvaje, de muchísimos contrastes. Tiene unos parques naturales impresionantes, una cultura étnica sensacional y, para el viajero, la constante sensación de estar viviendo una aventura, en la que lo imprevisible y lo impredecible forman parte de lo cotidiano”, explica Pablo Strubell. “Si partes de la actitud de observador, si has venido para aprender y descubrir, creo que hay pocos lugares tan interesantes como África”, señala José Naranjo.

"El mal de África" es, en la mayoría de los casos, inevitable. Antes de iniciar el periplo el viajero se preocupará por el clima, la tramitación de entrada al país y el tipo de ropa. Durante los preparativos irá al centro médico para informarse de cómo prevenir malaria, la fiebre amarilla y la hepatitis A, entre otras enfermedades, y es entonces cuando descubrirá que para el llamado “mal de África” no existe vacuna.

* Publicado en GuinGuinBali. Twitter: @MariaRgez.

Blog de la autora: Los conflictos silenciados de África

 

 

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