El mundo del carbón está que arde

El mundo del carbón está que arde

El mundo del carbón está que arde y no es broma. Peligra el pan y la respuesta minera no se ha hecho esperar. Las barricadas cortan las vías de comunicación terrestre en Asturias. El gobierno de Mariano Rajoy echa el resto y envía más policías. Silban los lanzacohetes de fabricación casera y los gases antidisturbios. Los mineros están encerrados en la profundidad de un pozo a tres mil metros. Anuncian que no piensan ceder hasta que se les ofrezca una salida con futuro.

No fueron ni uno ni dos los trabajos periodísticos que llevé a cabo sobre el permanente conflicto del carbón, para distintas publicaciones de cobertura estatal. Siempre fueron confrontaciones muy duras. En una de ellas, los mineros se encerraron en la espadaña de la catedral de Oviedo. Habían colocado cargas explosivas en puntos estratégicos del templo. Los encerrados las podían hacer detonar en un instante, si es que las fuerzas policiales entraban a sacarles del lugar.

Durante largos meses los mineros se iban relevando, hasta cumplir más de un año en el campanario. La comida y los excrementos eran izados y descargados mediante poleas de larga soga, a horas establecidas También las familias hacían llegar, por ese mimo conducto, los mensajes de ánimo. El cansancio hacía mella, pero no hubo abandono y consiguieron sus reivindicaciones. Ahora es un vuelta a empezar.

En León peor aun

En las cuencas hulleras de León los mineros están aún más indefensos que en Asturias. Allí el sindicalismo no está tan organizado y las minería está completamente en manos de un elemento de corte mafioso llamado Victorino Alonso. Reventando huelgas mediante pistoleros y gentuza de mal vivir, este sujeto se ha hecho con el control total del carbón leonés. Las minas a cielo abierto del valle de Laciana están destripando irreversiblemente una zona que es hábitat natural del oso pardo. Ningún gobierno se ha atrevido hasta ahora a pararle los pies a don Vitorino. Solamente se le anteponen los ecologistas, a pesar de las constantes amenazas y las agresiones de los sicarios. Alonso no hace el menor caso de las sentencias judiciales en contra de sus explotaciones y continúa con sus métodos. Sigue ordeñando su auténtico filón, que son las ayudas de fondos públicos.

Esa cuantiosa subvención va incluida en el recibo de la luz de todos los españoles. El carbón nacional que se suministra a las centrales térmicas recibe ayudas porque es de mala calidad. Sale más barato y es mejor el que se importa de Suráfrica o Polonia. El de aquí contiene demasiado azufre y sus emisiones a la atmósfera no cumplen con los requisitos de la UE.

El problema es el de siempre, en este país. Se ha ido dejando pasar el tiempo sin crear estructuras alternativas a una minería del carbón que no es viable, ni desde el punto de vista ambiental ni económico. Y ahora que la crisis de profundidad golpea España, con los recortes brutales sin ton ni son, más las consecuencias del rescate, hacen que el conflicto del carbón tenga un color funesto, más que negro.

* Director del desaparecido semanario "La Realidad"

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