El obispo humanamente discapacitado

Por Nònimo Lustre
Juan Antonio Reig Pla (Cocentaina, 1947; 77 años, obispo emérito de Alcalá de Henares; en adelante JARP), es un famoso doctor de la Iglesia católica española que padece el prurito de escandalera puesto que se ha especializado en aprovechar los solemnísimos actos públicos a los que (¡todavía!) tiene acceso para aterrorizar al respetable con homilías propias del concilio de Trento 1545-1563. Si hace siglos, Trento encabezó la Contrarreforma vaticana contra la herejía emprendida por Lutero, -un monje agustino, congregación a la que también pertenece el actual papa León XIV-, en la actualidad es JARP el que mantiene prendida la hoguera inquisitorial que, según tan dilecto monseñor, necesita y hasta exige la sociedad española actual.
Antecedentes
Desde el año 2012, JARP no ha perdido ripio en su épica batalla contra los pecados que cometemos los españoles. Trece años desde entonces no han sido suficientes para que Mgr. el Batallador diferencie entre pecado y delito. Es normal: dueño monopolista de la administración del Pecado, JARP ignora que, al contrario, hay otras administraciones -las civiles-, que no se inmiscuyen en los pecados sino en los delitos. Allá cual con su intimidad porque los Estados sólo estudian la repercusión pública de las prácticas religiosas -es decir, el daño que pueden causar en la ciudadanía, sea esta religiosa o laica. Por ello, la siguiente homilía de JARP puede verse desde el punto de vista legal como un posible Delito de odio contra la infancia -vulgo, un escandaloso ejemplo de Paidofobia:
«Quisiera decir una palabra a aquellas personas que hoy, llevadas por tantas ideologías, acaban por no orientar bien su sexualidad, que piensan ya desde niños que sienten atracción sexual por el mismo sexo, y a veces, para comprobarlo, se corrompen y se prostituyen, y van a clubs nocturnos de hombres. Os aseguro que encuentran el infierno» (sermón de viernes santo, 2012)
En primer lugar, JARP es conmiserativo porque desdeña que los niños sean natural/genéticamente pecadores sino que, en su infinita comprensión de la debilidad humana, sostiene que su interés por esos satánicos ‘clubes nocturnos’ se debe a un interés científico: comprobar si realmente Lucifer es un cliente habitual del Averno en la Tierra. Por desgracia, la opinión pública fue menos tolerante que nosotros desatándose así un debate civil en el que, huelga añadirlo, JARP también metió su sacra cuchara: ante las protestas del pueblo y de las autoridades municipales, JARP respondió altivamente: «ninguna institución humana está legitimada para juzgar ni impedir que se enseñen los contenidos de la doctrina católica» Otro tonsurado que se niega a comulgar con un Estado aconfesional como sigue siendo el español -mal que le pese a la carcundia sotanesca.
Item más, no contento con propalar orgullosamente el delito de su Paidofobia, dos años después, JARP atacó frontalmente al aborto -un derecho elemental reconocido por las leyes españolas- inventándose una espectacular estadística: “Desde la primera ley de despenalización del aborto, más de dos millones de españoles no han llegado a nacer”. ¿De dónde saca JARP esos dos millones de mártires nonatos?, ¿acaso sus monaguillos y sacristanes han vigilado personal e individualmente a las señoras que abortaron? -sabemos que lo intentan desde hace 20 siglos. Y cuántas serían esas mujeres: ¿dos millones si cada una hubiera abortado sólo una vez o menos millones si alguna -sin duda en el colmo de su perversidad-, pecó mortalmente con el agravante de reincidencia? Enmarañadas preguntas cuya respuesta sólo está al alcance del Señor.
Para JARP, la vigilancia sobre las preñadas (pobres) debe ser ejercida por “minorías creativas” como sólo pueden serlo las familias cristianas organizadas como “unidades de resistencia”. Bien está que un obispo reconozca que, en España, las familias cristianas son minoritarias pero el Grito de JARP es también un banderín de enganche para un levantamiento católico inspirado en la guerra de los Cristeros que asoló México a principios del siglo XX y, por supuesto, en el Glorioso Alzamiento Nacional de 1936 -vulgo, Cruzada à la española. JARP sabe que, para llegar a semejante guerra civil-religiosa, sus sacras huestes deben contar con algún partido político de instauración nacional. De ahí que el obispo batallador amoneste al Partido Popular por estar “informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género, e infectado como el resto de los partidos políticos y sindicatos mayoritarios, por el lobby LGBTQ” (sept. 2014)
Una vez observados los marciales antecedentes de JARP, llegamos a la actualidad cuando, quizá porque ‘la primavera la sangre altera’, el Héroes Combatiente se ha descolgado (botado, en criollo) con el sermón que ha provocado estas notas:
«Venimos del infinito amor de Dios, que nos ha dado la vida a través de nuestros padres y esto asegura tu origen, ¡no eres un fracaso! Ni desde el origen. También para los niños que nacen con discapacidad física o intelectual o psíquica, esto ya es herencia del pecado y del desorden de la naturaleza.» (Mgr. JARP; 19.V.2025, en Alba de Tormes, venerando públicamente el cuerpo ‘incorrupto’ de santa Teresa de Jesús)
Hasta la fecha, la iglesia insiste en que el cuerpo de santa Teresa está incorrupto. Viendo sus mutilados restos en el año 2025, es obvio que el catolicismo tiene un concepto de la corrupción que no coincide con el criterio general -y, menos aún, con el fisiológico. Por cierto, los medios meapilas de estas semanas insisten en que los trozos que faltan -desde brazos hasta ojos y no sabemos si están incluidas las dos boñigas de la santa que obran en un altar-, sagradas vísceras y miembros que fueron arrancados al cuerpo todavía caliente de la santa, ahora resulta que, durante la guerra civil, ¡fueron robados por los republicanos! Gruesísimo embuste que no merece comment.
No sabemos si semejante dislate ha sido producto de la alergia florecida o si también han intervenido los efluvios de santa Teresa -no demasiado primaverales- pero, sea como fuere, hemos colegido que nuestro comentario debe tener en cuenta dos barbaridades de muy distinta relevancia: la menor de la herencia del pasado y la mayor del desorden de la Naturaleza.
Viñeta publicada en Diario Red
Herencia del pecado
Vayamos a lo episódico porque, como conspicuos, impenitentes y gozadores del pecado, no sabemos qué coño significa ese término. Por ende, a esta parte de nuestras notas, que responden los católicos militantes -nos da igual que contesten in extenso o meticulosamente porque en ningún caso les leeremos. Sin embargo, para que los católicos de pro no crean que les olvidamos -aunque ya nos gustaría-, por nuestra obligada parte, diremos brevemente que:
JARP ha subrayado con letras gordas y rojas que la discapacidad (física o intelectual o psíquica) es herencia del pecado. Dicho literalmente ansí, podríamos entender que los progenitores pecadores son castigados por El Señor con la discapacidad de su prole. Evidentemente, castigándoles estaríamos entonces ante una violencia similar a la del psicópata que asesina a su descendencia, hijo o hija -léase, una violencia vicaria. Pero, si persistimos en nuestra proverbial ecuanimidad, consideraremos que este razonamiento es un burdo sofisma, probablemente hereje y seguramente impío: el Omnisciente Dios lo sabe puesto que nunca practica el daño vicario -Él es más del garrotazo directo a la jeta del pecador. Pese a ello, nos queda una duda: ¿no estará Dios, en su infinita sabiduría penal, escarmentando dos veces el mismo pecado? Y así sería puesto que los pecadores -prole incluida-, están castigados al nacer con el Pecado Original y sabemos que, según el derecho natural, no se puede juzgar dos veces por el mismo delito.
Ahora bien, recordemos que gran parte de la ciudadanía española -pecadora o penitente- no padece el Pecado Original -sobre el cual volveremos- por la simple razón de que no es católica ni cristiana ni siquiera feligresa de otras religiones sino definitivamente atea, agnóstica o, simplemente, librepensadora. En este caso, que la discapacidad de su prole sea causada por sus pecados no les interesa lo más mínimo pero, en cambio, sí les interesa y mucho la actitud del Estado. Y tiene toda la razón desde el momento en el que ese Gran Señor del Grandísimo Poder se compromete con sus ciudadanos -a menudo, súbditos- a redistribuir la riqueza nacional según criterios que apuntan al estado del Bienestar. Para esta ciudadanía, cuando el estado no cumple religiosamente -por una sola vez, valga la palabra- con sus obligaciones, el Bienestar pregonado por su Estado se convierte en un Estado del Malestar, siniestro fenómeno del cual hay millones de evidencias más o menos criminales.
España es un país aconfesional pero, vistas las declaraciones de JARP, cabría preguntarse: ¿hasta qué punto éstas y tantas otras similares influyen en el Malestar? (cf. infra final sobre el poder de los obispos) Preguntándolo sin rodeos: en las políticas públicas sobre la discapacidad, ¿la administración estatal padece mucho, poco o nada la mefítica contaminación obispal? A nuestro leal saber y entender, mucho muchísimo.
Desorden de la naturaleza.
La siguiente perla de JARP no afecta sólo a las familias con prole discapacitada sino a muchísimas más: exactamente, a todo el Planeta. En román paladino, la susodicha oración de JARP concita a una Cruzada contra la Naturaleza, esa plurisecular tradición cristiana que se alista en la batalla contra el panteísmo entendiéndolo como lo que realmente es: un (pecaminoso) ataque contra el monoteísmo que se disimula al anclarse en la abismal profundidad de la sempiterna guerra de lo natural contra lo humano.
La cruzada contra el monoteísmo puede sumergirse en la Fosa de las Marianas pero ni siquiera entonces podrá ocultar que las religiones sostienen e insisten en que la Naturaleza está desordenada. Partiendo de que la Cristiandad comenzó con un ímpetu mesiánico y crudelísimo arrasando contra todo lo natural, podría parecernos que es un avance racionalista el haber pasado de entender a los seres vivos no humanos como el Gran Satán a dictarnos que la meliflua Naturaleza sólo está desordenada. Ojalá fuera así pero es más cierto que ese supuesto desorden solamente es el nuevo adjetivo que la ponzoñosa lengua bífida de la Iglesia ha encontrado para esconder su tenebroso pretérito ecocida. Sólo es un vocablo aparentemente ingenioso que el Vaticano populariza porque, dicho ansí, le reserva el monopolio de la ordenación del Cosmos -y digo Cosmos porque los jesuitas dominan una gran red de telescopios.
Descendamos a un humilde estudio de caso. Lo que la iglesia católica entiende por ordenar la naturaleza es algo que observé ab ovo, in situ y en directo en el Alto Orinoco: allá encontré a un jovencísimo misionero que dedicó décadas a talar el monte so pretexto de que los árboles estaban demasiado desordenados, motivo por el que eliminó a los relapsos para sustituirlos por miles de guayabas (la Psidium de la familia Myrtaceae, un arbolito muy bueno para los monos y dudoso para los humanos) plantados según la tradición de Castilla-León a tresbolillo y/o a pie de rey. ¿Huelga añadir que la Naturaleza en general y el Amazonas en particular, se rigen por un orden biológico que sólo estudian los indígenas y los naturalistas y que, caricaturescamente, no es a tresbolillo?
Pero no demos pábulo a lo que sólo es una artimaña clerical para justificar cualquier atentado contra el medio ambiente. Yendo a la pragmática vaticana, recordemos again and again que León XIV pertenece a la Ordo Fratrum Sancti Augustini; OSA. Centrémonos, por tanto, en las opiniones sobre el orden de la naturaleza del primer agustino, el obispo de la hoy magrebí Hipona:
El númida Agustín no estudió mucho ese tema porque, para varón tan santo, el mundo, la naturaleza y/o el Cosmos, es un todo ordenado por Dios. Punto. ¿Cómo los sacrílegos Sapiens se atreven a curucutear en el cajón-de-sastre estatuido por el Señor?: ¡sea anatema! -de ahí que los ecocidas marchen por los siglos de los siglos sobre la alfombra roja. Sin embargo, profundicemos un tantico: para el obispo de Hipona, la naturaleza es dinámica porque consta de dos alturas distintas: la naturaleza ordenadora (unitas ordinis) y la naturaleza ordenada (natura ordinata). Que la primera dependa de la ordinata es una regla del abc lógico y, por ende, sujeta finalmente al ordo divino representado vicariamente por la Ordo agustina -como ha demostrado la elección del nuevo Papa. Todo este galimatías de latinajos nos interesa un rábano pero, si lo mencionamos, es porque nuestra proverbial bonhomía nos pide que enseñemos a JARP.
En el mismo sentido pedagógico, ofrecemos a mgr. JARP un par de datos para que siga defendiendo ese desorden natural que Él preconiza pero que (más allá de su cominería, si lo intuye revientan sus lorzas) puede llegar a la convulsión revolucionaria de lo cárnico a lo vegano y viceversa. Dos ejemplos del actual supuesto desorden natural: a) algunas ardillas se han vuelto algo carnívoras, b) unos lobos del altiplano etíope (los Canis simensis, menos de 500 individuos), otrora exclusivamente carnívoros, ahora se ha observado que consumen el néctar de las flores locales.
Algunos números sobre el poder de los obispos
En España, algunas autoridades han reaccionado ante la siniestra homilía de JARP. Por ejemplo, desde el Vaticano, quien, amparado en la declaración Dignitas infinita de la Congregación para la Doctrina de la Fe (hoy recordada por la española Comisión para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado) ha servido de plantilla para elaborar una mefistofélica respuesta haciéndonos saber (en nuestro caso, olvidar) que “la creación entera es obra del amor de Dios”, por lo que “cabría preguntarse: ¿por qué existe el mal y el sufrimiento en el mundo?” La respuesta teológica dictada desde el Vaticano ha consistido en explicarnos qué (carajo) es eso del Pecado Original, “por el que la naturaleza humana quedó debilitada, sometida a la ignorancia, al sufrimiento, dominada por la muerte e inclinada al mal” (cf. supra, sabíamos que acabaríamos en el Pecado Original, profesemos en él o no, mito fundante de todos nuestros males)
¿Qué opinamos sobre tan literalmente inmarcesible Pecado?: que los bautizados están exentos. ¿Y lo que no?: en el cole nos dictaban que el Mal es la ausencia del Bien, sicalíptico dogma al que, pese a los esfuerzos tomistas, no lográbamos encajar en aquello del aristotélico modo silogístico barbara-darii-ferio-celarent. Y, para colmo, como auténticos occidentales, ¿qué nos importaba uno más de los millones de mitos sedicentemente originarios y realmente opuestos entre sí con el que nos amueblaban las meninges en el cole? A aquellas edades no contemplábamos dolencia física alguna pero, poco después, en el Antiguo Testamento aprendimos sobre la dolorosa cópula de la enfermedad con el pecado.
Por su parte, el Gobierno español, a través del ministerio de Derechos Sociales, ha llevado a la Fiscalía las eximias palabras del trentino JARP. Y, ¡oh sorpresa!, JARP ha pedido las rutinarias disculpas “si alguien se ha sentido ofendido”…
Finalmente, vayamos a los números siguiendo el dictum atribuido al seminarista georgiano Iósif V. Dzhugashvili, ¿cuántas divisiones tiene el Vaticano?: en España, el Quinto Ejército católico y catódico, ‘la Iglesia’, pierde en diez años unos 4.000 sacerdotes y 3.000 monjas de clausura. Asimismo, entre sacerdotes, diáconos, religiosos, catequistas, capellanes, misioneros, monjas y monjes de clausura y seminaristas, trabajan y colaboran 150.000 personas, esto sin contar los más de 36.000 profesores de religión pagados por el Estado dizque confesional. Además, todavía nos inficionan 408 institutos religiosos y sociedades de vida apostólica (300 congregaciones femeninas y 108 masculinas) con un total de 4.111 comunidades religiosas (2.962 femeninas y 1.149 masculinas) que agrupan a 24.740 religiosas y 7.791 religiosos», en total 32.531, según se lee en la memoria de la Conferencia Episcopal española de 2023, juez-de-la-horca y parte (cf. Fundació Ferrer i Guàrdia recogido en publico.es por R. Bocanegra, Sevilla, 22 IV 2025)
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