El pacto PP-PSOE o el inicio de la Gran Coalición

El pacto PP-PSOE o el inicio de la Gran Coalición
Cuando hace ya muchos meses algunas y algunos advertíamos acerca de la gran coalición bipartidista que ya se oteaba en el horizonte, habían signos evidentes, como los editoriales de El Mundo y El País, voz de los grupos económicos y de poder que hay tras ellos, pues son medios empresariales. También ciertos consejos de banqueros como Emilio Botín, o del ex presidente del Gobierno Felipe González. Igualmente reflexiones políticas -de supuesto mayor calado en el pensamiento- lanzadas por profesores, juristas y analistas políticos “orgánicos y del sistema”, muy preocupados por el grave deterioro del régimen de 1978, la monarquía que es su piedra angular, y el descredito de los políticos y partidos sistémicos y de gobierno.
 
La gran coalición es algo más que el último pacto, pues no es primer acuerdo PP-PSOE que, por cierto, son más frecuentes de lo que parece. Los motivos que llevan a ambos partidos -clave de bóveda del régimen de 78- a pactar, es la necesidad de conservar el status quo que les ha permitido hasta ahora conservar el poder a sus respectivas oligárquicas políticas, pero también y de forma principal a las oligarquías económicas y la plutocracia rentista que domina el estado español. El pacto vigente, que podríamos denominar el “Pacto de la Moncloa permanente”, es el que se materializa, vía ley electoral tramposa y alianza mediática y propagandística del régimen, afirmando machaconamente que sólo hay dos partidos con posibilidad de gobernar el estado. Nunca cuestionan los firmantes el poder de la Banca, son dinásticos y defienden la Europa neoliberal construida por la Unión Europea. Todo lo más con el apoyo de las derechas nacionalistas vasca y catalana, a pesar de los pesares. Es cierto que ahora cuentan con el apoyo y el supuesto aire fresco que supone UPyD que, por cierto, no pudo pactar, pues los portavoces de PP y PSOE suspendieron la reunión parlamentaria ante la ausencia de CiU y PNV (que dicho sea nuevamente son parte del sistema del 78, a pesar de ciertas disensiones).
 
Así pues, este pacto es más profundo de lo que parece, y es necesario entrar en su letra pequeña. No se trata de una simple operación de aparecer unidos ante Europa -es decir, la Gran Alemania conservadora- dado que ya han advertido ambas instancias que les da igual como llegue el estado español. Por tanto, dicho acuerdo es toda una declaración de principios neoliberal, pues asume y pide se ponga en marcha el pacto fiscal, frente al cual se han manifestado desde la CES (Confederación Europea de Sindicatos) a los movimientos sociales europeos y las izquierdas transformadoras europeas. Pero el pacto también apoya a la Directiva de Servicios de Interés General, que no solo acaba con los derechos laborales a nivel europeo, sino que perjudica gravemente a pymes, autónomos y abarata, por efecto contagio, los salarios, además de introducir factores de privatización obligatoria. Esta directiva es, para que muchos y muchas me entiendan, la Directiva Bolkestein pero un poco retocada. Pero además, el pacto PP-PSOE pide que se active y se ponga en marcha ya el tratado de libre comercio con los EE.UU. por parte de la UE, que como es sabido se encuentra en avanzado estado de gestación. Este último punto es sencillamente -y seré muy claro pero no simple- una traición a los intereses del Estado Español.
 
Un pacto que contiene esas lindezas es algo más que un acuerdo tendente a conseguir el enésimo plan de empleo juvenil, jamás ejecutado. Es algo más que un acuerdo contra la austeridad y a favor de mayor inversión, puesto que pedir se aplique la Directiva Bolkestein es austeridad y empobrecimiento, así como el pacto o acuerdo fiscal es austeridad y recortes químicamente puros. El acuerdo con EE.UU. es favorecer el ingreso masivo de productos incluidos los agrarios con menos controles que los europeos, es decir una drástica limitación de la seguridad alimentaria y un nuevo golpe contra la ya muy precaria y limitada industria del estado español. La potencia industrial, agraria y de servicios de los EE.UU. nos puede poner en serios aprietos, lo que supondría para poder competir con ellos, ir a una profunda reducción salarial y mayor pérdida de derechos sociales y laborales. En este tema -en el que yo estoy radicalmente en contra- no puede ser tratado sin un amplio y previo debate social y una seria evaluación de los efectos que este tratado provocará.
 
Ahora yo me pregunto: ¿Conocen los afiliados y afiliadas de base del PSOE estos términos del acuerdo? Si tras estas y otras informaciones que socialistas de izquierdas y antineoliberales les estamos suministrando (nosotros y nosotras que sí que somos socialistas) siguen apoyando a sus cúpulas, también será ya su problema. Es decir, son claramente neoliberales, por tanto lo asumen con todas sus consecuencias. Esto no es apoyar o no un acuerdo de gobierno o una ley, esto es mucho más y pactar con el PP la línea dura de políticas públicas neoliberales.
 
Explicado esto y recomendando la lectura de la letra pequeña del pacto PP-PSOE, solo podemos decir que la alternativa socialista existe ya y está en construcción. Por tanto, el sentido de la responsabilidad para con los pueblos del estado español, las clases trabajadoras y populares y la coherencia con las ideas socialistas -que no socioliberales, ni siquiera socialdemócratas- nos lleva a denunciar ese acuerdo. Exigir la retirada de las letras S y O de las siglas del PSOE y llamar a sus militantes a construir una alternativa y volver a estar orgullosos de ser socialistas, como fuerza política al servicio de las clases populares y trabajadoras y de los intereses de los de abajo.
 
Pero lo que hay en construcción es una alternativa participativa, democrática y horizontal, con cada militante un voto y cargos revocables. Una alternativa que busca la unidad con las clases trabajadoras a través de la conformación de un Frente Amplio de las izquierdas, una alianza ciudadana y popular frente a la austeridad, los recortes, las privatizaciones, y a favor de un nuevo proceso constituyente de cambio de régimen. No hay medias tintas, pues la guerra de clases de los ricos y los poderes financieros contra los de abajo, los y las humildes, lo impide.
 
No es camino de rosas. No será fácil, pero al menos lucharemos por la dignidad, con dignidad.
 
 

 

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