El timo del voltio y el watio

El timo del voltio y el watio

Por Patxi Ibarrondo. LQSomos.

El periodista televisivo Jordi Evole insistía en vano, una y otra vez, cual mosca cojonera, intentando arrancar un gramo de esperanza del individuo atildado, hierático, gélido, que tenía ante la cámara. Eduardo Montes era el interlocutor. A las preguntas del periodista, el presidente de UNESA (el oligopolio de la electricidad) se hartó de decir que los grandes consorcios de la energía no tienen ninguna culpa de la extrema precariedad que padecen demasiadas familias españolas, por falta de luz eléctrica. Se podía ver con toda nitidez: A Montes le aburría mortalmente el absurdo cuestionario de Evole; simplemente resignaba a responder porque le tocaba a él lidiar ese morlaco. No se podía evadir. Es un programa de mucha audiencia y la patronal de la electricidad está en plena campaña de “explicación” de su inocencia moral y económica. Una auténtica y costosa campaña publicitaria en los medios de comunicación. Además la Sexta es un canal de J.M. Lara, el gran patrón editorial de España.

Para los consorcios de la energía eléctrica, el hecho de que sea la más cara del mundo es culpa de las políticas gubernamentales. De ninguna manera puede ser producto de los fichajes millonarios de Aznar, Felipe González y otros ex-ministros. Un lujo y mucha agenda favorable al negocio.

Y, desde luego, repitió el pincel Eduardo Montes, “no corresponde a la empresa privada resolver esos problemas sociales”. Allá películas, vino a decir; nosotros no somos una oenegé ni hermanitas de la caridad. Por eso sus accionistas han ganado 50.000 millones de euros de beneficios en los últimos ejercicios. Mientras, la gente enferma de frío. El darwinismo social quiere que esas cosas sucedan. Y suceden.

Para eso está Mariano, el capataz de la chatarrería.

A medida que transcurrían los trompicones de la entrevista, me iba invadiendo el mismo frío en los huesos que deben padecer las personas sin calefacción y sin agua caliente, muchas de ellas ancianas, todas sin dinero para pagar el enrevesado y tramposo recibo de la luz. El mío era un frío de estupor. El nota de Montes se atrevió a decir que la energía eléctrica “es un producto como cualquier otro, como los coches, por ejemplo; nadie va a protestar porque los coches sean más caros”. Pero la energía eléctrica no son chocolatinas opcionales, es un bien estratégico. El impecable Montes suelta a pacer la arbitrariedad y no se inmuta, como un lagarto.

“¿A usted que le parece que las personas desesperadas se conecten por su cuenta al suministro de electricidad?”, preguntó Evole. Y la respuesta no se hizo esperar desde la lejanía de la otra esfera distante, donde se hallaba Montes preguntándose cuándo se acabaría esa pesada tontería. “Puedo comprender la desesperación de algunas personas, pero hay que someterse a la legalidad”. Y pagar. Seguir pagando. Pagar el doble que pagan los alemanes por el mismo suministro. Claro. Es que aquí los accionistas eléctricos son más listos. Y, sobre todo, funcionan como un monopolio y no padecen ningún control por parte del gobierno. Manos libres para estafar, sin prisa pero sin pausa.

Cuando soltaba por la boca su cinismo de oficio Eduardo Montes, sus ojos de ofidio detectando un ratón no se movían. Las cejas tampoco. Sangre fría. Puro mármol.

Y el bono luz, las subastas, ese laberíntico 63% que pagan los usuarios en exceso, los capitales de empresas eléctricas en paraísos fiscales…”Mire usted, yo de eso no sé nada”, repitió el presidente de la patronal UNESA. Y añadió, imperturbable y sin una arruga en el traje, que ellos son benefactores de a sociedad porque esponsorizan las artes, hacen iluminaciones de monumentos y cosas así. Se le olvidó decir que esas actividades detraen impuestos.

El exceso en la factura eléctrica, le repito a usted, son cosas de la política, no tienen nada que ver con nosotros. Eso, el insulto gratuito a millones de usuarios, lo recalcó Montes con cara de granito, sin alteración posible el ademán. Como si el oligopolio de las familias eléctricas (Oriol Urquijo,etc) se pudiera separar de la política, tanto en el régimen dictatorial al que sostenían como ahora, con el vigente neofranquismo vigilado. La energía eléctrica fue pública, hasta que se “liberalizó”, para que la tarta e la repartieran los amigos y correligionarios. Los protagonistas de una gran y constante estafa institucional. Que solo puede ser posible por el consentimiento del gobierno de turno.

El ministro Soria puede ser el ejemplo perfecto de ese ratón asustado que cae sin remisión en las fauces ávidas del oligopolio voraz e insaciable. Una llamada al ministro y se suspenden los programas de energías renovables o se vuelve a poner en marcha la central de Garoña. Eso no es política, y por ello las eléctricas declinan todo atisbo de responsabilidad en el caos energético de España. Ellos solo están para ganar dinero. Por la gracia de Dios.

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