EMPRENDER – Llamamiento de respuesta ante la apropiación de terminologías por el neofascismo del S.XXI

Por Albar Arraitz San Martín
Con mis perdones hacia todo y toda trabajadora y/o explotada sexual, el lenguaje –al servicio del poder del capital–, se está prostituyendo.
Más allá del noble ejercicio de dotar a nuestro lenguaje con rasgos de inclusividad y haciendo predominar el femenino como actividad militante, a fin de interiorizarlo y que se adquiera diaria y normative; evitamos un sinfín de vocablos que desde más de una década forman parte de una propaganda, la cual y sin saber por qué, el algoritmo de cualquier red social inserta cuando abrimos la primera plana de las mismas.
Meses atrás escuché cómo Carlos Taibo esgrimió con delicia uno de los ejemplos precursores de esta serie de palabras que, a día de hoy, podían suponer una excomunión militante en el amplio abanico de movimientos que van poco más a la izquierda del PSOE, hasta cualquier sector político rupturista con el modelo de estado y, por supuesto, con el mismo estado.
Al calor de la crisis a la que nos abocó el último gobierno de Zapatero y supo mantener con solvencia las administraciones de Rajoy, los telediarios y medios escritos comenzaron a bombardear en cualquier franja horaria, vómitos de culpabilidad ciudadana (habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades, nótese el sarcasmo). Saturando los contenidos desinformativos con la palabra: AUSTERIDAD.
Taibo razonó que, desde su niñez, le habían explicado que lejos del poder adquisitivo o simbología política de cualquier persona, austeridad era sinónimo de posesión de muy noble “don”: tener un hogar que ante desavenencias climatológicas hacía en los abuelos y abuelas mirar al cielo con detenimiento y conocer cuándo podría amainar el frío para calcular y no malgastar existencias de carbón; ante un período de sequía, calcular y vestir un corto número determinado de ropa y poder usar una determinada cantidad de agua para su limpieza e incluso, no desbordar ollas en usos culinarios. Comer toda la familia de un mismo plato para no usar más cantidad de agua en aclarar, así como gastar menos cantidad de un bien tan preciado como era una pastilla de jabón; en cuestión también de prendas, evadir cualquier uso o moda y hacer que éstas pasasen entre generaciones sin un mínimo roto. Y así, un sinfín de ejemplos que hemos olvidado en nuestros usos y costumbres diarios y no dudo en afirmar que efectivamente, ennoblecían la existencia.
Esa misma precariedad por la que acarreamos cadenas jesuíticas de culpa, me arrastró, semanas después del coloquio con Taibo, a una entrevista de trabajo en el sector de captación de soci@s para chupopter... ONG’s. Allí, las presentes, como es obvio, intentábamos vendernos hacia el “jefe de equipo” mientras soñábamos con llegar a día 28 de cada mes, albergando en nuestras cuentas corrientes la desbordante cantidad de 650 € brutos, más –por supuesto –, incentivos.
No fueron dos ni tres personas que, ya con criaturas en su seno familiar, presentáronse como emprendedoras. Dando una importancia cartesiana a las horas de un día que para la más desgraciada, también consta de veinticuatro: «6 a.m., desayuno proteínico y al “gym”; llevo a la niña a la guardería, al niño a su escuela y antes del brunch hago el conteo de mis inversiones en criptos para, hasta las 5 p.m., diseñar unos proyectos en una sala de coordinó.» Hasta y después de mi turno, no despejaba la complejidad de por qué tan magnánimas personalidades mendigaban “un curro de mierda”.
Y digo emprender, como podía dar decenas de ejemplos más. Pero EMPRENDER, sin dar la vuelta a ninguna tortilla, es lo que hicieron las seis de La Suiza cuando una de ellas denunció maltrato laboral y acoso sexual y sus compañeras, no la dejaron sola. EMPRENDER fue lo que hicieron seis chavales de Zaragoza condenados a seis años de prisión por evitar la entrada de fascistas a su barrio. EMPRENDER fue el movimiento juvenil de acampadas exigiendo a sus universidades romper relaciones con la entidad sionista. EMPRENDER es lo que hace cada vecina que con una hipoteca pagada, sí, hipoteca pagada, se despierta también a las 6 a.m. para acudir a paralizar el desahucio de cualquier familia que cruzando el Atlántico o el Mediterráneo, EMPRENDIERON un rumbo hacia una ficticia arcadia de tres comidas al día; EMPRENDER es cada renglón de cada canción de Pablo Hassel; EMPRENDER fue Angela Davis llamando “fascista” a Nixon y Rosa Parks argumentando que era ella quien había entrado antes al autobús, motivo por el que no se levantaba de la primera fila de asientos. EMPRENDEDORAS fueron los y las maestras de las Misiones Pedagógicas de la República. EMPRENDIMIENTO y constancia son la cantidad de familias que ven pasar los años y no cesan en reclamar la apertura de una fosa para recuperar y dignificar a un familiar víctima del franquismo.
Recurriendo al segundo párrafo, repruebo el valor del significado de variaciones, a veces costosas, del poder del vocabulario para lograr una sociedad más justa. Mas si el canon imperante tiene un color fascista y viste de gris características de comportamiento, no tendremos sino el resultado de gallinas que entran por pocas que van saliendo. Autorreprimir el uso de vocablos y obviar su significado intrínseco, ofreciendo como excusa que es la palabra más repetida en tendencias por creadores de startups en su contenido de redes es dar por perdida una batalla.
Para acabar: ¿Qué es seguridad? Tener una alarma para que no entre un inventado enemigo o salir a la calle y encontrar que el ultramarinos donde me fiaban por no poder pagar hasta siguiente día de cobro, ahora es una consigna dispuesta a que el creciente número de turistas en mi barrio deje con “seguridad” determinadas pertenencias. Por supuesto, lo que no es seguro, es que el neoliberalismo asiente terminologías, profanando los más amplios espectros de la belleza de lo múltiple y diverso. Evitar correctos modos lingüísticos en auge debido al uso de un enemigo político fortalecido (no más fuerte) es regalarle al fascismo toneladas de cemento para que así, asiente sus bases en actuales y posteriores generaciones.
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