Es la tecnología, estúpido

Es la tecnología, estúpido

En la película El capitán Phillips, se permite explicar a los somalíes que el saqueo de sus bancos de pesca les obliga a piratear. Los militares americanos no se molestan en rebatirlos. “Vosotros tenéis razones (algo no tangible); nosotros tenemos la tecnología (algo real). Estáis muertos”. Ese es el mensaje de la película.

Si usted opera en los mercados financieros y tiene una buena conexión a internet, podrá (si tiene el dedo encima de la tecla) comprar o vender. Tardará en hacerlo el tiempo que tarde su cerebro en enviar la orden al dedo…una eternidad.  Las bolsas norteamericanas  procesaban hace unos años, 1000 operaciones por segundo; hoy, realizan  6 millones de operaciones por segundo.  Usted puede colocar y retirar órdenes dando a una tecla y se cree muy listo. Pero los ordenadores (que realizan ya más del 50% de las operaciones)  son capaces de colocar  y retirar una orden (bluffing)  70 veces en 1 milisegundo. El banco JP Morgan ganó, hace tres meses, varios cientos de millones de dólares en tres minutos, porque se posicionó (con mil millones de dólares) dos milisegundos antes que sus competidores en el mercado de futuros de Chicago.

En Estados Unidos, se ha juzgado (y condenado) a gente gracias a la lectura de su cerebro. Si a un detenido le dicen algo que no sabe, las zonas del cerebro que se estimulan lo hacen  rápidamente. Pero si le dicen algo que ya sabe (por ejemplo, un detalle que sólo el asesino conoce), la velocidad de estímulo es mayor. La diferencia se mide en milisegundos, pero es infalible. No se puede mentir. El siguiente paso es poder hacerlo sin cables (no como en un electroencefalograma, sino con un lector de ondas en la sala, y sin que el detenido lo sepa). No tardará.

Los atracadores de bancos, con peluca, guantes y todo eso, están desfasados. No es que vayan a dejar rastros en la oficina, es que se van a llevar una substancia que estará en el aire y que podrá ser rastreada por el GPS.

Los malpensados pensaban que las empresas que dominan las redes sociales e internet nos espían. Eran (éramos) unos ingenuos. Es mucho peor. ¿Reconoce la pequeña subida (gracias a la estimulación de transmisores cerebrales) cada vez que recibe (si le gusta jugar) una carta? ¿O si su equipo marca un gol? ¿O cuando en la tele, un tertuliano expresa una opinión que usted comparte? Pues se trata de eso, de crear una dependencia interna, química, de moderada intensidad pero continua, a estímulos externos (email, whatsapp, o lo que sea). Se trata de romper la cadena del tiempo necesaria a todo conocimiento, para así crear personas incapaces de concentrarse porque sólo serán capaces de responder a estímulos. Se trata de crear  y gestionar emociones. Por primera vez en la historia de la humanidad esto es posible. Y se está haciendo. ¿Cuántas veces ha oído: es que los jóvenes están enganchados al móvil?  Pues eso.

Se dice que la enseñanza va a peor. No es cierto. Lo que ocurre es que antes inculcaba un discurso (reaccionario, franquista o lo que fuese, pero un discurso lógico que querían que la gente se creyese ). Ahora se trata de otra cosa: de desestructurar, porque una mente estructurada se empeña en funcionar por sí misma y se resiste a adoptar reacciones automáticas a impulsos exteriores. Les da igual lo que piense la gente (¡viva la democracia!), porque la van a hacer ser (sentirse) como ellos quieran.

Sabemos que el campo magnético de la tierra emite una radiación y que su longitud de onda es idéntica a la de las radiaciones del cerebro humano (fruto de nuestra adaptación al planeta). Estupendo, una muestra de la armonía universal, pensará usted. Para el Pentágono o una gran corporación será muyinteresante y útil, porque eso quiere decir que con pequeñas variaciones (provocadas) del campo magnético se podrán modular las emociones, estados de ánimo, frustraciones y aspiraciones de los seres humanos. Están ya en ello. Tienen una base experimental en Alaska.

Si esto le parece ciencia ficción, lea por favor la entrevista siguiente (clic aquí). Ray Kurzweil no es cualquiera.Es ingeniero de Google. Ese es el mundo al que nos dirigimos a toda velocidad. Les pondrá los pelos de punta.

La actual no es una crisis cíclica cualquiera. Es el final, convulso, con altibajos, de una era. La primera gran crisis de la globalización apunta a una nueva fase del capitalismo, basada el homo tecnologicus (por cierto, con cada vez menos biología y más tecnobiologia).

Los debates anteriores, son eso, anteriores. ¿Hacer una revolución y derrocar el capitalismo? Imposible. ¿Reformar el capitalismo desde dentro? Imposible.

¿Resignarse? Ni mucho menos. Las movilizaciones son necesarias y pueden dar, como acabamos de ver, sus frutos. Eso es una cosa, y otra muy distinta, obcecarse en reivindicar derechos caducados, fruto de tiempos que no van a volver. Como decía Ignacio de Loyola: Ningún esfuerzo sin resultado y ningún resultado que no merezca nuestro esfuerzo.

 Además de movilizarse, lo que se puede hacer  y mucha gente está ya haciendo, es desarrollar proyectos e iniciativas,  no al margen (ni contra, en, sobre, bajo, tras, ante… ) del capitalismo, sino en los márgenes del mismo. Algo así como lo que  hacían  hace siete siglos, los artesanos y comerciantes de Brujas, Amberes y otras ciudades en los márgenes de un feudalismo que ahogaba Europa y que parecía eterno. Como decía el gran poeta norteamericano, Wal Whitman: “Hacer, he ahí la inteligencia verdadera”.

Así que no nos extrañemos de que (salvo excepciones) los políticos sean bastante analfabetos y no muy inteligentes. La gente inteligente hace cosas, no se queda en elaborar discursos ni en protestar. El futuro no lo determinan ellos, los políticos, sino la evolución tecnológica al servicio, no hace falta decirlo, de los ricos, las muy minoritarias élites que dominan la economía.

Los políticos, con sus pobres medios intelectuales pero, eso sí,  con entusiasmo, nos venden  ciudades inteligentes (todo controlado por un ordenador central, de IBM por cierto),ordenadores para todos los niños, la tecnología al alcance de todos (¿o todos al alcance de la tecnología?).

También es cierto que aquí, donde la triste herencia del franquismo (y de antes) sigue presente, todavía creen tener la necesidad de reprimir a golpes y de sacar leyes medievales… pero esto pasará… tienen mucho más futuro nuevas prolongaciones del buen rollito zapateril.

Hasta la Iglesia Católica se ha quedado atrás. La Iglesia al servicio de los pobres, dicen. Claro, para controlarlos a la antigua  hasta que la tecnología se “democratice” y la reemplace llegando a todo el mundo, pobres incluidos. Hasta que el tremendo aumento de la productividad que estamos viviendo, permita la supervivencia de las poblaciones (de las actuales o de las que queden tras un conflicto) sin necesidad de un factor trabajo tal y como lo hemos conocido hasta ahora.

 No hay derecho, le van a quitar a la religión hasta aquello de ser el opio del pueblo. La Iglesia no tiene futuro. A no ser, claro está, que reconozca que la tecnología es Dios.

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LQSRemix

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