Fariseísmo de Estado

Fariseísmo de Estado

Los fallos de la justicia española son aún más inescrutables que los célebres renglones torcidos del Señor de los Cielos. Verbigratia: Al ex magistrado Garzón se le condena por poner unas escuchas en el caso Gürtel. A modo de escarmiento, se le inhabilita de por vida y a continuación se le expulsa ignominiosamente de la judicatura, con suficiente publicidad y alevosía.

Mientras tanto, al juez Fernando Grande-Marlaska se le condena por idéntico delito, aunque se le asciende al olimpo del poder judicial, como presidente de la sala penalista de la Audiencia Nacional, puesto vacante que ocupaba precisamente Garzón. ¿Sadismo?¿Ataque ultrazul a la Audiencia Nacional?¿Maquavelismo? ¿Ajuste de cuentas corporativo? ¿Aviso los navegantes para que a nadie se le ocurra levantar polvo de los crímenes de guerra y posguerra del franquismo?¿Puro formulismo trufado de casualidades? ¿En qué vertedero incontrolado quedan en Spaín Montesquieu y la separación de poderes del Estado de Derecho?

Como reza el antiguo catecismo, son preguntas que sólo los doctores de la santa madre Iglesia lo sabrán responder.

La ecuación es entonces la siguiente: el juez Baltasar Garzón instruye la valenciana “trama Gürtel”. Anuncia al mismo tiempo y sin encomendarse a nadie que piensa abordar los crímenes del franquismo; modo de esclarecer esa tiniebla histórica española y restablecer la doctrina de los Derechos Humanos sobre los Hechos Consumados; eso traería consigo el desagravio a las familias de las víctimas de este siniestro episodio nacional; y facilitar así la concordia anunciada a bombo y platillo por los artificieros de la santa Transición.

No hace caso Garzón de la Ley de Amnistía promulgada ex profeso, para pasar página y consagrar la impunidad de las fosas comunes, los robos de niños para venderlos, los expolios patrimoniales, etcétera. Entre los beneficiarios de esa ley se encuentra el mismo rey Borbón, que heredó de Franco la finca de España. Si hubo culpabilidades concretas y demostrables, también le tocarían, ya que juró los principios fundamentales del Movimiento.

Pero una cosa son los Andes chilenos de Pinochet o los argentinos de Videla y otra cosa muy distinta es la España negra de sustrato fáctico inquisitorial. Aquí Garzón tocó en hueso. La misma Constitución dice que la Corona no se toca. Está por encima de todo y de todos. Incluso de la democracia misma.

Se suponía que los republicanos derrotados por el fascismo en las trincheras de la guerra civil también tienen derecho a ser amparados por la justicia. Ese es el busilis de la cuestión. En varias ocasiones la ONU ha instado a España a derogar esa precipitada Ley de Amnistía y a esclarecer los atentados contra los Derechos Humanos perpetrados por el largo brazo del franquismo.

Silencio. Aquí sólo le ha respondido a la ONU la pedorreta del toque de cornetín de la Real Academia de la Historia. Según su Diccionario biográfico, obra lenta, sesuda y generosamente subvencionada, Francisco Franco no fue un dictador sin un general católico profundamente patriótico. O algo por el estilo. Así se reescribe la Historia.

El vehemente juez Garzón investigó la trama Gürtel, donde estaba involucrado lo más granado del PP, y puso escuchas como antes había hecho sin problemas en casos instruidos por él mismo en varios casos del narcotráfico gallego. Sin embargo, al revés que en el caso omiso y el desprecio para averiguar la verdad de los republicanos desaparecidos, fusilados y torturados por la tropa nacionalcatólica vencedora del 36-39, dos paradójicas asociaciones de ultraderecha franquista, denominadas Manos Limpias y Falange Española pusieron el grito de guardia en el cielo azul, reclamaron justicia y se les otorgó con todos los pronunciamientos del Tribunal Supremo. El resultado fue el defenestramiento de Garzón. 11 años de inhabilitación profesional. En realidad la pena máxima, con impedimento para ejercer a perpetuidad.

Ahora nos enteramos de que el ajetreado Tribunal Supremo acaba de absolver al ya ex magistrado Baltasar Garzón de un delito de prevaricación, por pretender investigar los crímenes del franquismo sin consentimiento de la ley. “A burro muerto la cebada al rabo”, como dicen en mi pueblo. Doble carambola: el Tribunal Supremo queda la libre del sospechoso y antidemocrático sambenito de echar tierra encima de la historia innombrable, pero no sin antes eliminar de la escena al único juez que estaba por la labor. La fragilidad institucional de este país imaginario, aunque “realborbónico” y concreto, obliga a los poderes fácticos de la trastienda a enhebrar la madeja de la realidad con hilos que se pretenden sutiles. Cuando el cinismo de la apropiación del poder ha tomado cuerpo y metástasis, lo único que importan son las formas.

Los actos son esquizofrénicos u oblicuos, según se miren los autos de la justicia española. Ocurre que, otro reciente fallo de la torpedeada Audiencia Nacional, acaba de condenar al emergente juez Fernando Grande-Marlaska Gómez por idéntico delito achacado a su predecesor Baltasar Garzón. Parece pues que su nombramiento no es bien recibido.

Según dicha sentencia, Grande-Marlaska mandó colocar escuchas ilegales durante tres meses al ciudadano vasco Iraitz Gesagalaga, al que tildaban y airearon de ser el “experto informático” de ETA. Según reza la misma sentencia, este procedimiento carente de legalidad “fue absolutamente insuficiente para desvirtuar la presunción de inocencia”; no obstante, Grande-Marlaska mantuvo a este hombre preso durante un año “precisamente a causa de los prejuicios del juez instructor”.

Para los documentos oficiales y los hechos mismos, Grande-Marlaska prevaricó mucho más intensamente que Garzón. La misma cosa es diametralmente opuesta según juzgue la vara del Tribunal Supremoultraísta o la Audiencia Nacional. Un caso patológico de corporativismo, con evidentes ramificaciones en la trama fáctica del Etadi

Pero es que hay que comprender. Una cosa es la Cruzada fascista y otra guerra muy distinta es el terrorismo, en este caso el vasco. Podría asimismo nombrarse Guantánamo o cualquier otro búnker ultradefensivo del Occidente industrial cuitado. Que Dios ? nos coja confesados…

* Director del desaparecido semanario "La Realidad"

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