Federico García Lorca: la muerte de un poeta a la luz de las nuevas pruebas

Federico García Lorca: la muerte de un poeta a la luz de las nuevas pruebas

Por Reza Allamehzadeh*. LQSomos.

BERNARDA: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) ¡Las lágrimas cuando estés sola! … ¿Me habéis oído? Silencio, silencio he dicho. ¡Silencio!

Estas son las últimas frases de la última obra de teatro de Lorca “La Casa de Bernarda Alba” que se publicó en 1945 casi diez años después de su muerte.

Hace tres años, relacionado con el 120 aniversario del nacimiento de Lorca se publicó un libro en Barcelona llamado “El Asesinato de García Lorca”. El libro consta de nuevas pruebas auténticas del último mes de su vida en la casa de sus padres en Granada, su detención y asesinato en las primeras semanas de la guerra civil en España.

El autor de ese libro de 450 páginas es el celebro historiador de origen irlandés “Ian Gibson” que desde 1984 es ciudadano de España y escribió libros sobre los artistas más famosos de España como el pintor Salvador Dalí y el poeta Antonio Machado.

“El Asesinato de García Lorca” es la versión actualizada de un libro conocido del propio Ian Gibson titulado “La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca” publicado en París en 1971 y debido de la dura censura de la época de la dictadura de Franco no se pudo publicar en España. Pero cuando el libro ganó el Premio Internacional de la Prensa en la Feria de Niza el año siguiente miles de ejemplares cruzaron la frontera clandestinamente, y 4 años después de la muerte de Franco el libro oficialmente se publicó en España.

Basado en el mismo libro Juan Antonio Bardem, fallecido cineasta español, había realizado una serie de seis capítulos llamada “Lorca, muerte de un poeta” para la televisión española en 1988 con el actor británico Nickolas Grace en el papel protagonista.

“A la vera del agua,
sin que nadie la viera,
se murió mi esperanza.”

La guerra civil que duró 3 años y finalmente llevó al general Franco al poder comenzó cuando Lorca visitaba a sus padres en Granada. Ya un artista con fama mundial, Lorca estaba en trampa mortal sin poder salir de la casa de sus padres. Dos últimas obras suyas “Boda de sangre” y “Yerma” se estrenaban en México y él esperaba viajar allí, pero parecía imposible irse.

Su cuñado, el marido de su hermana menor, alcalde de Granada y un respetado médico socialista había sido encarcelado en los primeros días del golpe militar y estaba a punto de ser ejecutado.

Tras el ataque de la guardia civil a la casa de los padres de Lorca y la detención y tortura de un sirviente de la casa por la relación de sus hijos con los republicanos, Lorca decide abandonar la casa y quedarse en un lugar más seguro. ¡Y el lugar más seguro no era otro que la casa de Los Rosales, una familia amable cuyos hijos ahora se encuentran entre los líderes de los falangistas en Granada!

La familia Rosales, era una familia rica de Granada. La madre y sus hijos tenían una relación muy íntima con la familia Lorca. Luis, el hermano menor, escribía poesía y todos conocían su respeto por Lorca. José, el hermano mayor, fue uno de los líderes de los falangistas y tuvo una influencia considerable sobre los líderes del golpe militar.

La familia acepta a Lorca con los brazos abiertos y le asegura que no hay ningún riesgo para él y que se puede quedar con ellos hasta que él quiera. A pesar de la tendencia homosexual de Lorca, existía una relación muy delicada entre él y Esperanza, la hermana menor de José. Los dos podían sentarse en el cuarto de Lorca abiertamente hasta el amanecer leyendo nuevos versos de Lorca y escuchando música.

Arte callejero. Imagen de @Ikaialo

No pasa más de una semana hasta que la guardia civil descubre su escondite presionando a su hermana. Pese a la resistencia de los Rosales, la guardia civil detuvo a Lorca, acusándolo de ser comunista, homosexual y partidario de los republicanos.

En los documentes que están en el libro las acusaciones contra él son: propaganda ateísta en la obra teatral suya, Yerma; existencia de su nombre entre los nombres de los artistas que firmaron un pésame en la ocasión de la muerte del escritor ruso, Máximo Gorki; y finalmente escribir una canción contra la guarda civil en su obra de poesía Romancero Gitano.

Cuando la madre de los Rosales informa a la madre de Lorca sobre la detención de su hijo, la respuesta es solamente silencio; la mañana del mismo día se le había informado del fusilamiento de su yerno, el alcalde de Granada. Y solo faltan tres días para que se le informe de la ejecución de su hijo. El 18 de agosto de 1936, Lorca y otros tres presos se encontraban al frente del pelotón de fusilamiento.

La única persona que durante estos tres días pudo visitar a Lorca en la cárcel fue Angelina, la criada de la casa de sus padres. En una entrevista treinta años después, en 1966, Angelina respondió a las preguntas del autor y la conversación completa aparece en el libro. Durante tres días ella le llevó la comida en un cesto, el café en un termo y tabaco. El último día le dijeron a ella: “Este señor que usted dice nunca ha estado aquí.”

Angelina: Entonces me devolvieron el cesto. Claro, ya le habían matado al señor Federico. (Pág. 199)

Aunque no hay duda en el fusilamiento de Lorca y otros tres presos por la guardia civil el 18 de agosto de 1936 no hay certeza sobre el lugar de la ejecución y el entierro de los cadáveres. Durante distintas épocas a lo largo de 80 años hubo algunas posibilidades de excavar unos lugares en los que según nuevas pruebas esperaban encontrar los restos de Lorca, pero todo en vano. La última vez fue entre 2013 y 2016 cuando un grupo de especialistas excavaron un terreno de tamaña de un campo de fútbol, pero regresaron con las manos vacías.

“Tanto la excavación como la conclusión, repleta de contradicciones, fueron criticadas por su falta de rigor científico. Y nunca se hizo público el informe final, si es que hubo.” (pág. 216)

En cualquier caso, los expertos coinciden en que la ejecución tuvo lugar en la carretera entre Víznar y Alfacar, dos localidades cercanas a Granada, bajo un olivo y los cadáveres quedaron en el suelo a la espera de los enterradores. Y así es que la gente llama al olivo “El olivo de Lorca” aunque aún no se han

“encontrado sus restos.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias.
Abrieron los toneles y los armarios.
Destrozaron tres esqueletos para arrancar sus tiendes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.”
(Lorca. Poeta en Nueva York)

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