Fútbol y política

Fútbol y política

Arturo del Villar*. LQS. Junio 2021

El presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, votado por mayoría absoluta del pueblo en las elecciones de 2016 y 2021, se entrevistó en Madrid este 4 de junio de 2021 con el rey de España Felipe VI, sucesor de su padre el rey Juan Carlos I, quien fue sucesor designado por el dictadorísimo genocida como vencedor de una guerra por él mismo provocada en compañía de otros militares rebeldes contra el régimen constitucional. Dos naciones que se llaman hermanas, debido sobre todo a la geografía y algo a la historia, se hallan constitucionalmente en las antípodas con dos regímenes opuestos: uno que propone a su pueblo elegir las instituciones, y otro que encarcela a su pueblo que reclama la celebración de un referéndum para decidir su forma de Estado preferida.

La Casa Irreal ha difundido una fotografía en la que se ve a los dos mandatarios frente a frente, solos ante una mesa de café con platos y vasos. Otra mesa cercana está sospechosamente vacía. Pretende así demostrar que se hallaban los dos solos, sin la proximidad de ningún escolta vigilante, con la intención de mostrar la confianza que sienten por el pueblo. No obstante, el camino que recorrieron para llegar al café estaba vigilado por unos hombres de negro con la típica apariencia de los gorilas guardaespaldas con los pinganillos en pleno funcionamiento.
No hablaron de política, asunto en el que no pueden entenderse, sino de fútbol. Pretenden presentar una candidatura conjunta para que las dos naciones organicen el Campeonato Mundial de Fútbol de 2030. Para ese año ya no presidirá la República el actual mandatario, porque el artículo 123 de la Constitución dice que “No se admite la reelección para un tercer mandato consecutivo, ni durante el quinquenio inmediatamente siguiente al final del segundo mandato consecutivo”. La República es previsora, sabe que desempeñar durante mucho tiempo un cargo es relajante.

En cambio, es probable que el actual rey de España siga siéndolo dentro de nueve años, porque la Constitución borbónica española admite que el monarca es vitalicio, a no ser que “se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad”, según el artículo 59 punto 2. Sin embargo, la oportunidad de aplicarlo es remota, puesto que Juan Carlos I dio innumerables muestras de inhabilitación, y continuó en el trono hasta que decidió cedérselo a su hijo, después de ser rechazado por su última amante oficial.

Los portugueses padecieron una dictadura personal fascista al mismo tiempo que los españoles. Los respectivos dictadores acordaron un pacto en 1939, que fue firmado en 1942 y mantuvo su vigencia hasta 1974, con el cambio en la política portuguesa. Parece existir ahora un nuevo Pacto Ibérico, más difícil de entender en las actuales circunstancias, cuando Portugal es una República incompatible con la monarquía española. Mientras los vasallos de su majestad el rey católico español esperamos todavía escuchar una canción como la que marcó la Revolución llamada de los Claveles aquel 25 de abril de 1974 en Portugal, y podamos decir con acierto:

Grândola, vila morena,
terra de fraternidade,
o povo é quem mais ordena
dentro de ti, ó cidade.

El pueblo español no puede cantar, porque los magistrados y jueces condenan a penas de cárcel y multas a quienes lo hacen sin tiempo para exiliarse, y la policía borbónica apalea a quienes se manifiestan en la calle para solicitar la libertad de los condenados. La última vez que sucedió así fue en el pasado mes de febrero, cuando en varías ciudades el pueblo se echó a la calle para reclamar la libertad de Pablo Hasel, encarcelado bajo la acusación de cantar letras ofensivas para la Corona.

Es de suponer que Rebelo esté bien enterado de estas anormalidades que suceden en España, pero opinará que no le conciernen. Esta tierra no es de fraternidad. El pueblo español no puede ordenar nada. Solamente esperar. A ver si se aprueba la candidatura ibérica para organizar conjuntamente el Mundial de Fútbol de 2030, y se terminan nuestros problemas, porque el fútbol es el opio de los pueblos en la actualidad, sobre todo del español, que carece de otros motivos para alegrarse.

* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio
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