Haití: “Hay que ayudar a la resistencia popular”

Por Adolfo Pérez Esquivel*
Pese a todo, la población haitiana sigue resistiendo heroicamente, con brigadas barriales con escasa preparación o medios. En las últimas semanas se han visto fuertes movilizaciones ciudadanas expresando su hartazgo y clamor…
Carta a la Organización de las Naciones Unidas:
Antonio Guterres
Secretario General
Organización de las Naciones Unidas
De mi consideración
Reciba en primer lugar mi fraterno saludo. Le escribo a corazón abierto, en medio del conjunto de sacudones geopolíticos, económicos, ecológicos y de seguridad que hoy atraviesan nuestro mundo, impactando con toda crudeza en la vida cotidiana de miles de millones de personas y haciendo trizas de las esperanzas que acompañaron la propia creación de las Naciones Unidas y todas las normas y obligaciones convenidas en materia de Derechos Humanos.
Quiero referirme en particular al verdadero genocidio que se está cometiendo contra el Pueblo y la nación haitiana, un drama en nuestra región latinoamericana y caribeña indignantemente invisibilizado.
Las cifras que proporciona la propia ONU ofrecen una dimensión del ataque frontal a la vida y la dignidad humana del pueblo de Haití. La mitad de la población, 5,4 millones de personas, sufre hambre crónica, más de dos millones de ellas en niveles de emergencia.

La violencia descomunal de las pandillas, que controlan ya el 90% de la capital incluyendo todos los accesos terrestres, crece sin cesar. En 2024, al menos 5600 personas perdieron sus vidas, un aumento de más de 1000 respecto al 2023, mientras otras 2212 personas resultaron heridas y 1494 fueron secuestradas. Incontables mujeres, niñas y niños sufrieron violaciones.
Más de un millón de personas fueron forzadas a dejar sus hogares, tres veces más que el año anterior. No obstante, 200.000 migrantes haitianes fueron devueltos a su país, la mayoría desde la vecina República Dominicana.
Esta catástrofe humana es un resultado directo del desmantelamiento planificado de las instituciones del Estado, llevado adelante por varias décadas de neoliberalismo agresivo y la imposición, mediante la manipulación externa de los procesos electorales, de un régimen de extrema derecha que intensificó la destrucción del Estado.
Las fuerzas policíacas del país se encuentran subdimensionadas, alcanzando apenas 9000 activos para casi 12 millones de habitantes. Hay 181 guardias costeras para controlar 1770 kilómetros de costas. Con el plan Biden de acogida a migrantes de Haití, se fueron 3500 policías recién formados a Estados Unidos.
La violencia en Haití está alimentada por toda clase de crimen internacional, desde el tráfico de drogas, armas y municiones al blanqueo de dinero y el tráfico de órganos, tal como denunció hace una semana el actual coordinador del Consejo Presidencial de Transición, Fritz Alphonse Jean. Tiene una interconexión activa con grupos criminales en Colombia, Jamaica, República Dominicana y EEUU. Entre 12 y 20% de la cocaína que entra a EEUU, transita por Haití. A pesar de las resoluciones del Consejo de Seguridad de 2023, el flujo de armas y de municiones de Miami a Haití sigue siendo masivo y sin ninguna disminución.
Sr. Guterres, es preciso insistir que la presencia militar e institucional del Consejo de Seguridad, de 1992 al presente, no ha ayudado al pueblo de Haití a salir de la crisis.
Una antigua representante suya ayudó a organizar la federación de pandillas, Viv Ansanm, que se ha convertido en el instrumento básico para coordinar el crimen organizado y sus efectos devastadores sobre la población.

Las pandillas hacen un trabajo sistemático de desestructuración del tejido social. Más allá de la violencia directa ya comentada, han incendiado barrios enteros en Puerto Príncipe y Artibonite. Incendiaron a más de 38 hospitales solo en la capital. Mil escuelas tuvieron que cerrar sus puertas y 284 fueron destruidas durante 2024, dejando a uno de cada siete niñes haitianes sin escuela, con cerca de un millón más que corra el riesgo de abandonarla. En ese contexto, el reclutamiento de niños en grupos armados aumentó un 70%.
Por lo menos 6 centros universitarios de los más importantes del país han sido destruidos, incluyendo las Facultades de Medicina, de Ciencias e Ingeniería, Agronomía, Artes y Estudios africanos. El periódico francófono más antiguo del continente, le Nouvelliste, salía todos los días desde 1898 hasta su destrucción el 24 de marzo del 2024.
Frente a este genocidio y la destrucción de la nación, más que alarma hay un silencio estremecedor a nivel internacional. No hay voluntad ni recursos para una respuesta adecuada.
Pese a todo, la población haitiana sigue resistiendo heroicamente, con brigadas barriales con escasa preparación o medios. En las últimas semanas se han visto fuertes movilizaciones ciudadanas expresando su hartazgo y clamor.
Sr. Guterres, hay que ayudar a la resistencia de la población para evitar que las pandillas se acaparen del poder. Respetando siempre el derecho del pueblo haitiano a su soberanía y autodeterminación, hay que ayudar a reconstruir la economía y las instituciones del Estado, teniendo además presente que se transita el sexto año de recesión con una brutal caída del PIB.
Sabemos bien que los obstáculos son muchos. Es necesario asumir el desafío y revitalizar el espíritu internacional de cooperación para el bien de los pueblos y la naturaleza, no para la militarización, la destrucción y la guerra.
La Misión multinacional de apoyo a la seguridad organizada por EEUU y dirigida por tropas de Kenia no ha tenido ningún impacto decisivo en la lucha contra el crimen organizado.
Desafortunadamente, el Core Group de países que se tildan de “Amigos de Haití”, y les representantes de NN.UU., muchas veces se aliaron políticamente con los sectores más antidemocráticos. Ignoraron las alternativas avanzadas por diversas instancias de articulación y representatividad, acelerando la descomposición de los aparatos estatales e incrementando la vulnerabilidad de la población.
Para avanzar, es necesario reconocer los errores y aprender de ellos. La MINUSTAH cometió crímenes contra la población que aún aguardan la necesaria sanción y una reparación a la altura de los daños provocados. Nos referimos, entre otras, a las violaciones y el abuso contra mujeres, jóvenes y niñes, las masacres en barrios populares, el robo y desvío de los resultados electorales en 2010, la introducción del cólera que ahora reaparece ante la destrucción de condiciones mínimas de agua y sanidad.
Un apoyo mucho más importante debería ser canalizado a través del actual Consejo Presidencial que, a pesar de sus debilidades y errores, ha mantenido un funcionamiento mínimo evitando el desplome completo del país. Hay que escuchar también a las diversas organizaciones populares, de derechos humanos, sindicales, religiosas, productivas y políticas; son la expresión viva de la sociedad haitiana y las constructoras principales de su futuro.
Sr. Guterres, somos conscientes de la enormidad de la tarea pendiente. Pero estamos convencidos del papel clave que la ONU puede, y debe jugar, en este momento clave no sólo para el Pueblo y la nación haitiana, sino para la humanidad entera. Es hora de encarar las transformaciones profundas que permitirán a la humanidad y al planeta mismo, no apenas sobrevivir sino vivir bien, con dignidad.
En ese espíritu, nos permitimos cerrar haciendo referencia a la intersección necesaria con los esfuerzos más amplios, a nivel mundial, para lograr una justicia reparadora para los pueblos afrodescendientes, por las experiencias y consecuencias de la esclavización, el colonialismo y sus legados duraderos, tan presentes en la actualidad haitiana.
El próximo 17 de abril marca el bicentenario de la indemnización que Haití fue forzado a pagar a Francia y a los esclavistas, por la osadía de haber luchado y ganado su libertad e independencia. El pago de ese tributo durante más de un siglo, en la forma de una deuda odiosa descomunal, tuvo y tiene consecuencias nefastas para el pueblo de Haití. Francia debe restituir ese pago y asegurar la necesaria reparación de los enormes daños hechos.
Sr. Guterres, su investidura como Secretario General, y la ONU en su conjunto, tienen hoy el deber de aliarse firmemente con esta exigencia del pueblo haitiano a Francia y, en consecuencia, con la demanda de reparación y de ¡Nunca Más! de todos los pueblos que han sufrido y sufren los estragos de deudas ilegítimas y odiosas, que impiden el cumplimiento de sus derechos más básicos mientras alimentan relaciones de sometimiento y depredación.
La lucha histórica del pueblo haitiano, por traducir en realidad los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, continua viva en las experiencias y aspiraciones de muchos pueblos del mundo entero. No le podemos faltar la solidaridad que siempre supieron compartir.
Con el fraterno abrazo de Paz y Bien.
Buenos Aires, abril de 2025
* Premio Nobel de la Paz, 1980, activista, profesor, escultor y pintor argentino, destacado como defensor de los derechos humanos y del derecho de libre autodeterminación de los pueblos, y proponente de la teología de la liberación.
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