¿Hay alguien ahí?

¿Hay alguien ahí?

Por Turón Valle*

«Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada que tenía que caber
en audio digital y límites de palabras
y conmover a quienes
son insensibles a la sangre
terrorista»

Pregunta una y otra vez la poeta palestina Rafeef Ziadah en Nosotras enseñamos vida, señor, respuesta poética que recito indignada la activista palestina, cuando un periodista en el año 2011 le pregunto ¿No cree que harían mejor los palestinos si dejaran de enseñar tanto odio a sus hijos?.

Tan obscena es la pregunta como el despertar diario visualizando y escuchando a los que dicen representarnos en sus pedestales de mandatarios y visionarios del mundo.

Tan obscena como sus repeticiones de basar la paz en guerra y en la venta productiva de cadáveres humanos, de querer meternos en la cabeza que nuestro bien está en sus manos, mientras masacran a pueblos enteros pidiendo comprensión mientras se llenan los bolsillos a manos llenas.

Obsceno es vivir en estos tiempos donde el significado de palabras como paz,libertad, igualdad, fraternidad… se han convertido en guerra, muerte y ciencia ficción del dinero en boca de los grandes señoros del mundo mundial, plano o redondo según convenga. ¿qué más da ya, si su silencio es atronador?.

¿HAY ALGUIEN AHÍ? Pregunta con fuerza Rafeet, ¿Hay alguien ahí?
¿Hay alguien ahí? Preguntaba el pasado sábado 9 de mayo, el actor Alberto San Juan, en la plaza abarrotada de la Puerta del Sol, recitando el poema ante una multitud manifestándose contra el genocidio palestino y el silencio atronador de los mandatarios del mundo.
¿Hay alguien ahí? Gritamos todas. Nosotras enseñamos vida, señor.

Estamos aquí señoros de la guerra, la Paz en lucha esta con nosotras.

Nosotras enseñamos vida, señor

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada que tenía
que caber en audio digital y límites de palabras.
Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada que tenía que caber
en audio digital y límites de palabras con suficientes estadísticas
como para contrarrestar una respuesta mesurada.
Y yo perfeccioné mi inglés y me aprendí mis resoluciones de la ONU.
Pero aun así, me preguntó:
“Señorita Ziada, ¿no cree que todo se resolvería si dejaran
de enseñar tanto odio a sus hijos?”
Pausa.
Miro en mi interior.
Busco fortaleza para tener paciencia, pero
no tengo paciencia en la punta de la lengua
mientras caen bombas sobre Gaza.
La paciencia me ha abandonado.
Pausa;
sonrisa.
“Nosotros enseñamos vida, señor”.
(Rafif, acuérdate de sonreír).

Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros los palestinos
enseñamos vida después de que ellos
han ocupado los últimos cielos.
Nosotros enseñamos vida después de que ellos
han construido sus asentamientos y muros de apartheid,
más allá
de los últimos cielos.
Nosotros enseñamos vida, señor.

Pero hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada
para caber en audio digital y límites de palabras.

Y danos sólo un reportaje, un reportaje con lado humano.
Verás, esto no es político.
Sólo queremos hablarle a la gente
de ti y de tu pueblo,
así que danos un reportaje humano.
No menciones las palabras
“apartheid”
y
“ocupación”.
Esto no es político.
Me tienes que ayudar
como reportera
a ayudarte a contar tu historia,
que no es un reportaje político.

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.

¿Y qué tal si me das un reportaje
Sobre una mujer en Gaza que necesita medicinas?
¿Qué tal acerca de ti?
¿Tienes suficientes huesos rotos en las extremidades
como para cubrir el sol?
Pásame tus muertos y dame una lista
de sus nombres
en un total de mil doscientas palabras.

Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada que tenía que caber
en audio digital y límites de palabras
y conmover a quienes
son insensibles a la sangre
terrorista.

Pero ellos sintieron pena.
Sintieron pena por el ganado en Gaza.
Así que les di
resoluciones de la ONU
y estadísticas
y condenamos
y deploramos
y rechazamos.
Y éstos no son lados iguales,
Ocupadores y ocupados.
Y cien muertos, doscientos muertos, y mil muertos.
Y entre eso,
Entre crimen de guerra y masacre,
Ventilé las palabras y sonreí,
-no exótica-
-no terrorista-
Y cuento:
Cuento cien muertos, doscientos muertos, mil muertos.

¿Hay alguien ahí?
¿Escuchará alguien?

Quisiera poder llorar sobre sus cadáveres.
Quisiera simplemente
correr descalza
por cada campo de refugiados
y abrazar a cada niño;
cubrir sus oídos
para que no escuchen el sonido
de las bombas
por el resto de sus vidas,
como yo lo escucho…

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.

Y déjame decirte:
No hay nada que tus resoluciones de la ONU
hayan hecho en absoluto sobre esto.

Y ningún titular,
-ningún titular que se me ocurra,
no importa cuán bueno mi inglés sea-
ningún titular
ningún titular
ningún titular
ningún titular
que los devuelva a la vida.
No hay ningún titular que arregle esto.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros enseñamos vida, señor.

Nosotros
los palestinos
nos levantamos
cada mañana
para enseñar
al resto del mundo
vida,
señor.

Rafeef Ziadah,
Periodista, poeta y activista de los Derechos Humanos.
Pertenece la tercera generación de refugiados palestinos de su familia.

* Miembro del colectivo editorial LoQueSomos, coordinadora del podcast “De Terrícolas y Derechos”.
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