Hay carne de cabrito del día

Hay carne de cabrito del día
Dicen este chiste, que no es chiste, y si puro cuento, algunos viejos de Sevilla, que salen hartos de esos caldos de la casa de acogida, y van hablando como haciendo estantiguas con las manos sobre el pecho.
 
Uno, que fue médico ignorante en Salamanca, dice:
 
–  Los políticos, hablando y mandando, pueblo al desahucio.
 
Otro responde:
 
–  La nación, salida de una guerra fraticida, lleva a cuestas una losa permanente.
 
Ellos, que ha venido a Madrid a manifestarse con los indignados,  van hacia una tienda de carnes y charcutería  dirigida por un Yolá, mandinga esclavo de las colonias, que está situada cerca de la Puerta del Sol, y en cuyo escaparate hay un letrero que dice; “Hay carne de cabrito del día”, y,  justo al lado una foto de un presidente bajo cuyo rostro se lee: Presente. Incansables, siguen haciendo largas pláticas, así:
 
Uno: Huelgueando, indignados a la porra policía.
 
Otro: Los políticos todos desean verse libres de sujeción  y robo y que los daños vayan al pueblo.
 
Otro: Aquí, como en Dinamarca, que diría el Hamlet de Sakespeare, “hace oscuro y huele a mierda”.
 
Otro compañero, recordando a Obama, se tira un pedo, diciendo:
 
-Este es para el Dólar que anime la lumbre y avente para que cueza el puchero de la inmigración y la crisis.
 
A lo que responde otro:
 
– Hacedle aire, que no está cocido, que aquí, en España, hay muy buenas Empresas al Pedo.
 
De repente, todos callaron y miraron a una joven muy  embarazada que tiraba de un niño con una soga para que no escapara e hiciera travesuras en una gran superficie comercial de al lado Antes de entrar en el gran comercio, pasó a la charcutería del Yolá, pidiendo con maña, pues era de Aragón, como dijo:
 
– Déme por favor una polla, una olla y una cebolla.
 
El Yolá, alegre y boquiabierto, enseñando unos dientes de un blanco reluciente, le preguntó:
 
– ¿No te gustaría llevar Cabrito del Día?
 
A lo que ella respondió;
 
– El Cabrito del Día para la indignada gritadera; marchándose bien sonriente.
 
Los viejos, sin entrar todavía, seguían “haciendo descosidos de un roto”, como uno de ellos dijo. Se les oía:
 
Uno: Vaya tía con bemoles.
 
Otro: callen y oigan. Y como Mambrú que se fue a la guerra se tiró cuatro pedos, diciendo:
 
–  Uno: Este vaya por los delincuentes de estado.
 
–  Otro; por nuestro hijos curas y monjas que dan topetazos de un pie contra otro dando al mismo tiempo un brinco hacia el ateísmo.
 
–  Este: por los cabritos de día, y, de noche cabrones,  que nos echan su aliento fétido en el cogote; como hizo el obispo Coronilla, en Guatemala, al cristiano Lobato; y otro que hubo en Andalucía, cerca de Morón.
 
–   Estotro: Y este, que viene disfrazado con olor a ajo, para todos vosotros.
 
Todos los otros, al unísono, le dieron unas buenas collejas cerca de la calva zapatera, la que sale en la coronilla, diciéndole:
 
– Tú sí que eres cabrón de día, y cabritillo de noche, pues mira como despuntan tus cuernos, machote. Jeje, Jaja.
 

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