II parte: Lenin y la conciencia de la burocratización del partido bolchevique

II parte: Lenin y la conciencia de la burocratización del partido bolchevique

Por Diego Farpón. LQSomos.

1923: el partido bolchevique en la encrucijada

Nunca sabremos quién fue el primer bolchevique que se dio cuenta de que el partido se estaba burocratizando. Sin embargo, con los documentos que disponemos, podemos observar cómo el propio Lenin, en el XI Congreso del partido -Lenin, ya enfermo, sólo asistió al informe de apertura- plantea el problema, afirmando que “(…) muchos dicen, y con cierto fundamento, que nos hemos burocratizado (…)” (la última lucha de Lenin, p. 42).

Para Lenin el problema radica en la incapacidad de los bolcheviques para dirigir al Estado, que sigue bajo la lógica del viejo mundo: el Estado dirige a los bolcheviques y arrolla al propio partido. Lo explica de la siguiente manera: “es preciso que ellos, los comunistas, manejen el aparato al que han sido enviados, y no, como sucede con frecuencia, que el aparato los maneje a ellos. No hay por qué ocultar esto, hay que hablar de ello con claridad (…)” (lúldL, p. 133).

Y es que “si tomamos Moscú como ejemplo -4700 comunistas ocupan cargos de responsabilidad- y si observamos esa maquina burocrática, esa inmensa mole, nos debemos preguntar: ¿quién dirige a quién? Pongo muy en duda que pueda afirmarse que los comunistas dirigen a ese gentío. A decir verdad, no son los que dirigen, sino los dirigidos” (lúldL, pp. 55-56).

Tras un año de viraje, en el que las condiciones materiales -no es la propaganda del enemigo de clase, sino el propio Lenin quien en el informe al IV Congreso de la Internacional Comunista habla de “hambruna”, achacándola a la guerra civil, y afirma que “reinaba el descontento entre los obreros” ((lúldL, pp. 103-120)- provocaron que se introdujese la NEP y que estallasen distintos conflictos, entre los que merece un lugar destacado -tendremos tiempo de detenernos en otra entrega- el levantamiento de Kronstadt, Lenin afirma: “pues bien, ha transcurrido un año, el Estado se encuentra en nuestras manos, pero ¿funcionó la Nueva Política Económica durante ese año en la forma que nosotros queríamos? No. Y no lo queremos reconocer: el Estado no ha cumplido nuestra voluntad (…)” (lúldL, p. 45).

Naturalmente, Lenin no es el único que percibe el problema. Una propuesta de resolución presentada en aquel XI Congreso señala: “las organizaciones del partido han comenzado a verse recubiertas por un aparato inmenso (…) que , con su desarrollo progresivo, ha empezado a realizar incursiones burocráticas y a absorber una parte excesiva de las fuerzas del partido” (epb, p. 221).

Pese a las advertencias de Lenin tras aquel XI Congreso un grupo comenzaría a controlar “casi todos los puestos decisivos”. Sus nombres, según Pierre Broué, “son aún poco conocidos”: Kaganóvich, Mólotov, Mikoyán, Zhdánov, Ordzhonikidze, Solz, Stalin. “Entre ellos no hay ningún teórico, ningún tribuno, ni siquiera un dirigente de masas de origen obrero; todos ellos son hombres hábiles, eficaces y pacientes, organizadores discretos, personajes de despacho y de aparato, prudntes, rutinarios, trabajadores, obstinados y conscientes de su importancia, gentes de orden en definitiva. Stalin es el que los aglutina y los integra; a su alrededor comienza a constituirse una facción que no proclama su nombre pero que actúa y extiende su influencia” (epb, p. 222).

El de Lenin no era un partido perfecto. Y, al contrario, distaba mucho de serlo. A Lenin le llevo toda la vida la construcción del partido, y lejos de hacer una foto de un momento concreto, y convertir el partido en una abstracción absurda y pensar que Lenin había terminado el partido, de una vez y para siempre -para cualquier lugar, para cualquier tiempo-, como algunas/os pretenden, diciendo que hay un partido leninista con unas determinadas reglas y formas de funcionar, hemos de buscar en la historia e intentar avanzar en la comprensión de la dialéctica de la organización proletaria.

Lenin morirá intentando transformar su partido para que pueda superar las nuevas contradicciones concretas que la nueva etapa de la lucha de clases le plantea. Continuará…

1923: el partido bolchevique en la encrucijada

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