III. Los Borbones españoles: psicopatías e imágenes prohibidas

III. Los Borbones españoles: psicopatías e imágenes prohibidas

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

– Primera parte: Los Borbones españoles: Felipe V hasta Isabel II (Amadeo I)
– Segunda parte: Los Borbones españoles: desde María Cristina/Alfonso XII hasta Alfonso XIII

Tercera parte: desde Juan III hasta Felipe VI

Hartitos de retratos hagiográficos de reyes con peluca y de monumentos ecuestres en los que, como es fama popular, el caballo tiene mirada humana mientras que los ojos del rey de turno son un pozo de perversidad, hemos pensado que debemos contrarrestar esta funesta propaganda con unas breves notas que atiendan a otras imágenes hasta ahora censuradas, perseguidas hasta la muerte del autor o, simplemente, olvidadas.

Sin profundizar en la política genética, podemos intuir que estas psicopatías radican y comienzan su andadura en el Macho Fundador de cada dinastía. No tanto porque sus genes fueran necesariamente los ‘naturales’ (aberrantes diríamos) de cualquier enérgico ambicioso sino, más bien, porque fue el primero que saboreó las mieles del mando absoluto. Y ese sabor sí que es transmitido culturalmente dentro de cada egregia familia y sí que ha demostrado empíricamente que es adictivo a corto y largo plazo -no lo dijo Mendel pero sí multitud de cortesanos pedagogos.

Juan III (1941 jefe Casa Real- 1977 abdicación en favor de su hijo Juan Carlos I)

Antes de haber heredado la Jefatura de la Casa Real, Juan Carlos Teresa Silvestre Alfonso de Borbón y Battenberg -Juan III (1913-1993), conocido en los medios franquistas como conde de Barcelona-, fue voluntario franquista; léase, verdugo de serie. Pero el general Mola le detuvo en el Parador de Aranda de Duero y le alejó de España para no perder el apoyo de los carlistas. Si le incluimos en estas fichas es porque ha sido ninguneado de la dinastía borbónica -también Amadeo I fue ignorado pero era de Saboya, pariente sólo algo directo/indirecto de los Borbones. Este rey-conde, asaltó la línea sucesoria hacia el Trono brincando por encima de sus hermanos Alfonso (hemofílico y reo de haber contraído matrimonio morganático) y Jaime (sordo) También tuvo un hermano menor también hemofílico, Gonzalo, que murió sin descendencia -huelga añadir que sus hermanas, mayores y menores, no contaban para nada.Juan III, brevísimo voluntario fascista en la guerra. Mono azul falangista y boina roja carlista. ¿Contradicción?, para nada puesto que los dos aparentes enemigos eran, sobre todo, franquistas acomodaticios.Juan III exhibiendo sus tatuajes royales en su más-que-dorado aparente exilio. Jean-Babptiste Bernadotte, de napoleónica estirpe, coronado en 1818 rey de suecos y noruegos, se tatuó Mort Aux Rois. El rey Federico IX de Dinamarca también se decoró el cuerpo. El Pretendiente español, sólo se tatuó motivos marineros -anclas y sirenas.

Ioannes III, comes Barcinonae (así figura su ataúd en el Pudridero de El Escorial) fue el más cosmopolita de los últimos Borbones. Como marino de vocación, estudió en la Royal Navy y, en su (supuesto) exilio siguió navegando. Decimos ‘supuesto’ porque nunca rompió con Franco sino todo lo contrario, le aduló durante décadas y hasta, como veremos después, le ‘regaló’ a su hijo Juan Carlos -suponemos que for a fee, dicho en cosmopolita.

Al finalizar la guerra mal llamada civil (en puridad, vaticana-militar) Juan III envió un telegrama a Franco felicitándole por su victoria -documento que terminaba mega-falangistamente con un estruendoso ¡¡Arriba España!! Asimismo, en 1941, el embajador nazi en España, informó a Hitler que “Juan de Borbón se ha declarado categóricamente a favor de Alemania” añadiendo que “sean cuales sean las circunstancias, no consentirá en acceder al trono con la ayuda de los ingleses”. Poco después, desde la Roma fascista de 1942, Juan III vomitó un discurso manifiestamente fascista-franquista: “Debemos hacer hoy frente a la revolución roja con una política racial militante, llena de espíritu cristiano e implantada con justicia, con generosidad y con autoridad” (nuestros versalitas)

Sin embargo, tras la derrota del III Reich, este (ex)franquista tuvo que promover tres brindis al sol contra Franco. Fueron, 1) un llamado Manifiesto de Ginebra (esbozado en 1942 cuando, oh casualidad, los Aliados habían desembarcado en la orilla norte del Mediterráneo y podían ensayar la invasión de la costa franquista) en el que ensalzaba a la monarquía como alternativa al franquismo. 2) el Manifiesto de Lausana (1945) donde perora en el vacío que el régimen franquista “es fundamentalmente incompatible con las circunstancias presentes [que] está creando en el mundo” -sólo dimitieron el XVII duque de Alba, embajador en Londres, y el general Alfonso de Orleans y Borbón, duque de Sevilla.

El Asesino por Antonomasia le contestó con su enésima chanza: anunciando su quinta ley fundamental, la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (marzo 1947) según la cual la monarquía no sería restaurada sino instaurada cuando al Generalísimo le diera la gana. Juan III la criticó mediante 3) el Manifiesto de Estoril que fue proscrito por la censura -los plumillas de entonces respondieron al Borbón denigrándole como el Pretendiente. Visto el fracaso de sus Manifiestos, Juan III claudicó en 1948 plegándose a visitar a Franco en el yate Azor -como regalo a su anfitrión, le entregó de rehén a su hijo Juan Carlos.

Antes del bochornoso sometimiento en el Azor, Juan III fue un veleidoso europeizante con una política diseñada tras consultar el avance aliado en la IIWW. Pero este Borbón era también un Battenberg bon vivant con un ojo puesto en la Imperial Navy y otro en Suiza -especialmente en la banca Rothschild. Ergo, a su manera, era del Gotha europeo -i.e., los nietos de la emperatriz Victoria. Por ello, quizá convenga ilustrarnos sobre su, valga la contradicción, castizo cosmopolitismo. Veamos un ejemplo entre mil de la tenebrosidad de la Gran Familia de las monarquías europeas:

La hiper-queridísima Isabel II del Reino Unido y demás rincones del Globo, despreciables por estar habitados por plebeyos, tenía dos primas (Nerissa y Katherine Bowes-Lyon)), hijas de John Herbert Bowes-Lyon, hermano mayor de la Reina Madre, que desaparecieron del planeta al ser ingresadas en un hospital psiquiátrico en 1941.

La noticia saltó a los Media en 1987, cuando se supo que ambas jóvenes -entonces de 22 y de 15 años-, en 1941 habían sido secretamente internadas por su madre, Fenella Trefusis, en el psiquiátrico Royal Earlswood (Surrey) No satisfecho todavía el establishment, fueron declaradas públicamente muertas. Además de Nerissa y Katherine, otras tres primas royales, Idonea, Ethelreda y Rosemary Fane, fueron encerradas en ese mismo frenopático.

El eximio Royal Earlswood no registró que las hermanas fueran visitadas por su familia. Tras haber pasado más de 40 años al cuidado (¿) de los loqueros, contando 66 años, Nerissa murió el 22.I.1986 -obviamente, en el mismo frenopático. Las únicas personas que acudieron a su entierro en el cementerio de Redhill fueron unas pocas enfermeras y lo único que identificó su tumba fue un letrero de plástico. Por su parte, Katherine falleció el 23.II.2014, cuando había alcanzado los 87 años de edad.

Juan Carlos I (1969, designado rey por Franco-1975, rey efectivo-2014, abdicación en favor de su hijo Felipe VI)

Juan Carlos I (en adelante JC), apodado primero el Campechano y luego el Corrupto, el Putero, etc. saltó dinásticamente por encima de Juan III, demostrando así que los Borbones saben que sus reglas de precedencia son ‘discrecionales’. Más grave fue que, impelido desde niño por una criminal ansia de trono, hasta repitió por los abajos genealógicos la misma jugarreta saltarina cuando eliminó harto expeditivamente a su hermano menor: el Jueves Santo de 1956, mató accidentalmente (¿) en Estoril a Alfonsito (1941-1956) ¿Pensó JC, que el Infante (a su tierna edad, ya era un cazador compulsivo) podía adelantarle por la derecha en la línea de sucesión de la misma manera que él mismo había adelantado por la extrema derecha franquista a su -no-demasiado-augusto padre, Juan III? No especulemos con uno más de los muchos infanticidios que trufan la dinastía borbónica.

Vendido a Franco por un plato de yates y veleros: En 1969, mofándose de toda esa “lógica genética” (¿) de la que alardean las monarquías, el tal Franco Bahamonde Generalísimo se mofó definitivamente de Juan III designando a su hijo JC como heredero de su inhumano genocidio. Por su parte, el tal JC no sólo le hizo una pedorreta a su egregio papá sino que se abrazó al Genocida e incluso le guardó la poltrona en dos ocasiones: mes y medio en 1974 y, después, en los veinte últimos días de 1975 durante los que esta sufrida tierra soportó al Asesino. Aprovechando este segundo reinado interino, JC firmó el genocidio del pueblo saharaui (14.XI.1975), vulgo Tratado por el que cedió a Marruecos y a Mauritania el llamado “Sáhara español”.

Dicho de otro modo: la última Restauración borbónica costó la sangre de los saharauis y la enésima merma territorial española –aunque esta vez se trate de un territorio usurpado a su legítimo propietario, el pueblo saharaui. Ergo, sin hablar de lo más importante -las vidas yuguladas-, por lo que respecta al territorio español, la primera llegada de los Borbones supuso la pérdida de Gibraltar y la última, la pérdida del Sáhara. Ya me dirán por qué esa mafia coronada nos da mala espina.

Incluso la insolencia borbónica pudo haber catalizado una guerra civil (eufemismo por matanza de republicanos) todavía latente: el 23.febrero.1981 (23F), neofranquistas armados intentaron un golpe estado -sacaron los tanques a las calles de Valencia y secuestraron a todo el Congreso. Todavía se discute si JC lo supo y/o condonó de antemano o incluso si lo organizó. Mientras aclaramos esas opciones -sobre las que tenemos una opinión clara y fundamentada que dejamos para ulterior momento-, constatamos que, al lado de este golpe de Estado militar, las imperecederas tradiciones borbónicas de las cuentas suizas y las Corinnas Larsen de turno son meros chascarrillos.

La Falange, fascismo acomodaticio

Durante los años en los que el pueblo español alcanzó las mayores cotas de adelanto social, justamente cuando la sociedad estaba construyendo la II República -la más emancipada de Occidente-, la CNT-FAI representó la Eutopía con la fuerza de la Razón. Fue la punta de diamante del berbiquí (dejemos las lanzas) que perforaba la Sinrazón y la que peleaba más directamente contra el terrorismo patronal-eclesiástico-militar. De ahí que la Falange, inmersa en un panorama reivindicativo hasta extremos hoy inimaginables, imitara frívolamente a los anarquistas -no en sus reivindicaciones sino en lo anecdótico; desde la bandera rojinegra hasta el mono de obrero. Esta frivolidad demostró el elitismo cegato de la aristocracia española -léase, Gotha europeo- pero también evidenció que, sosteniendo a la derrocada Monarquía, la mal llamada Nobleza seguía genéticamente servil y oportunista: franquista con Franco y, posteriormente, ‘democrática’ con JC, rey constitucional -perdonen las risas. Sin embargo, inmersa en el batiburrillo de la santa alianza de los criminales (desde carlistas hasta juanistas pasando por el recuelo de la España Negra), la minúscula Falange -cabía entera en un autobús- medró en la primera posguerra mediante la chistosa burla de hacerse pasar por ¡antimonárquica! -aunque nunca llegó al dislate de declararse republicana. Ejemplos:

Cuando Juan III deportó a su hijo JC (10 años tenía) entregándoselo a Franco, la Falange (hoy, disfrazada de Vox) agotó su nulo ingenio cantando coplillas como las siguientes:

De Portugal ha venido / de Portugal ha llegado / el que llaman rey de España / señorito don Juan Carlos.
A la estación de Delicias / salieron a recibirle / la aristocracia española / clero y guardias civiles.
El maquinista era un conde / el fogonero, marqués / la mujer de la limpieza / dicen que era una duquesa.

Y hasta se puso farruca:

Si Juan Carlos quiere corona, que se la haga de cartón, / que la corona de España no es para ningún Borbón. / Si Juan Carlos quiere corona, que se la haga de cartón, / que la corona de España es para el pueblo español.

Quizá por ignorar la métrica, incluso cayó en ripios en diminutivo tan terroristas como inanes:

Qué bonita es la bombita / Que vamos a colocar / Cuando venga el Rey Juan Carlos / En el Palacio Real.
Pero pasaron los años y ahorita la Brigada Mediática ha descubierto algunos trapos sucios de la auténtica Falange, la monárquica-franquista-otanista. Conste que lamentamos abismarnos en unos cotilleos que nos interesan un bledo.

Resulta que Eduardo de Rojas Ordóñez, quinto conde Montarco y uno de los fundadores de Falange Española, no engendró a su hija Alejandra de Rojas puesto que esta señorona -nacida en 1980- en realidad es hija biológica e ilegítima de JC. Dicho brutamente: el aristócrata falangista casó en segundas nupcias con Rosario Charo Palacios Calleya, condesa viuda de Montarco -fallecida en 2016-, dícese que musa del modisto Elio Berhanyer y, desde luego, madre biológica y oficial de Alejandra (¿de Rojas o de Borbón?) quien -nunca sabremos ni nos interesa saberlo si con conocimiento del conde o con su anuencia-, cornamentó a su no-muy-noble esposo con la imprescindible ayuda de JC. Y, dicho sin sutilezas, los más encumbrados falangistas permitían que sus matones fingieran ser anti-monárquicos… pero según y cómo.

En 1940, Eduardo de Rojas reveló en el diario Informaciones que José Antonio le habría confesado poco antes de la Guerra Civil que “lo mejor para Madrid sería prenderle fuego por los cuatro costados y colocar unos retenes de bomberos en los edificios que mereciera la pena conservar” -seguro que pensaba en los cuarteles y en las mansiones aristocráticas.

¿Y también pensaba anticipadamente en la morada de Alfonso de Borbón-Dampierre, duque de Cádiz, violento ultrafranquista y esposo de una nieta de Franco? No es plausible, pese a que este otro Alfonso, heredero de la rama pobre que pululó hace más de diez siglos en Bourbon (Auvernia), fue, por ahora, el último Borbón decapitado -ocurrió en 1989, al salirse de las pistas de esquí en Avon (Colorado, EEUU), murió atravesado por un cable de advertencia.

Coda de ‘rabiosa actualidad’

Según José María Olmo y David Fernández acaban de publicar en su ya famosísimo libro King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I, el expediente “Alejandra de Borbón y de Rojas” (cf. supra, Falange), es sólo una ínfima parte del libro (5 páginas entre 370) que, para nuestra mayor irritación, ha oscurecido mediáticamente las sabrosas corruptelas royales que estos dos periodistas de investigación enumeran con pelos y detalles (cf. el antecedente de “Patricia Sverlo”, 2000, Un rey golpe a golpe, ed. Ardi Beltza) Mañana seguirá creciendo el cotilleo pero, hoy mismo, ya se ha ampliado con unos seis o siete casos más de hijas/os ilegítimos producto de los adulterios de este su (no nuestro) Borbón de turno.

Ejemplos no demasiado nuevos: a) la francesa María José de la Ruelle, hija de María Gabriela de Saboya. Tras haber presentado una demanda de paternidad en los tribunales franceses, su caso se resolvió extrajudicialmente -i.e., se monetizó. b) Paola, hija de la condesa Olghina de Robilant, querida (dicho a la antigua) de JC durante cuatro años. c) el catalán Albert Solá, hijo de la aristócrata Anna María Bach Ramon, llamado ‘El monarca de la Bisbal’, muerto a los 66 años en extrañas circunstancias. d) la belga Ingrid Sartiau, que ha paseado su testimonio por las televisiones de medio mundo. e) María Alexandra, reclama sin éxito ni atención mediática una pensión de invalidez.

[Sean 6-7 o 60-70 los hijos adulterinos que se le endilgan a JC, tenía el antecedente de su abuelo Alfonso XIII, quien presumía de haber generado no menos de 5 hijos extramatrimoniales. A saber: Roger Leveque de Vilmorin (1905-1980); dos nunca reconocidos con la actriz Carmen Ruiz Moragas (Mª Teresa R.M., 1925-1965) y Leandro R.M. (1929-2016) Y otras dos más con ‘el servicio’: la primera fue abandonada en un convento y nunca se supo su nombre ni el de su madre. De la segunda, Juana Alfonsa Milán y Quiñones de León (1916-2005), al menos se sabe que fue con (más bien contra) una niñera irlandesa]

Por cierto, si los neofranquistas piden la excomunión de la reina Letizia (cf. infra) por haber abortado de soltera, ¿pedirán asimismo la excomunión de JC por sus pecados ilegales? Según la insondable lógica vaticana, ¿qué es más punible, el adulterio o el aborto?, ¿la impune promiscuidad o la decisión femenina?, ¿echar al mundo hijos aristocráticos o echar del mundo hijos plebeyos?

Oh la lá, qué dilemas más improcedentes los que nos perseguirán hasta que no se promulguen dos leyes de alto nivel: primera, una Ley Orgánica de la Monarquía que exija los escrutinios parlamentario y judicial del presupuesto y demás gestiones de la Casa Real; mientras no exista esta ley, la española seguirá siendo una monarquía semi-absoluta. Y, segunda, una Ley de Abolición de la Nobleza –o Ley de Abolición de la Esclavitud del Ciudadano– que aclare definitivamente si la Nobleza es una asociación privada o es un organismo del Estado. Al respecto, hay jurisprudencia global desde que la ONU desestimó las pretensiones de unas aristócratas primogénitas quienes, sintiéndose usurpadas por sus tíos y hermanitos, quisieron convencer al planeta de que su caso era un grave atentado a la dignidad de la especie humana. La contestación de la ONU a las empingorotadas pedigüeñas fue clarísima: “la nobleza [es una] institución que, debido a su naturaleza indivisible y excluyente, está al margen de los valores subyacentes a los principios de igualdad ante la ley y no discriminación” (Comité de Derechos Humanos, 30.III.2004) Es decir, la ONU ubica fuera-de-la-ley a la Nobleza.

Felipe VI (2014…)
30.enero.2003. -¿habrá que añadir supuesto?- preparando la invasión de Irak. JC felicita por su 35º cumpleaños a Felipe, entonces Príncipe de Asturias, durante su visita al cuartel general de Alta Disponibilidad de la OTAN en Bétera (Valencia) Comparadas con esta infamia, las corruptelas y las ‘hazañas’ adulterinas perpetradas por todos los Borbones, pasan a ser insulsas cortinas de humo.Felipe VI y Ben Salman, el genocida de Yemen, el descuartizador de periodistas exilados, amenazándonos con sus colmillos.

¿Es probable que Felipe VI, hijo de su tiempo no menos que Borbón, haya sido consciente de los peligros de las royales endogamia, hemofilia, demencia y etcétera y que ese haya sido uno de los motivos que le llevaron a matrimoniarse con una plebeya que, encima, era divorciada e incluso, ¡horror de los horrores!, había abortado en 2002? Ni lo sabemos ni moveremos un dedo para saberlo.

Sea como fuere, Felipe VI demostró el 03.octubre.2017 su verdadero talante psicopático cuando escupió un mensaje televisado contra las autoridades autonómicas legales y hasta constitucionales que habían convocado al referéndum ilegal (¿) sobre la independencia de Catalunya celebrado el 01.octubre. En tan tétrica ocasión, calificó el referéndum como “deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado” [¿por qué un hipotético Estado catalán tendría que ser leal a un Estado enemigo?] Y, encima, profirió todo género de amenazas compendiadas en una frase aterradora: “Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado [central] asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones”. Aunque, quizá, aún fue más impropio de un rey que dizque aspira a gobernar a todos los españoles -periféricos incluidos, más bien a la fuerza- que incitara al enfrentamiento entre catalanes: “A quienes así lo sienten [inquietud por la conducta de las autoridades independentistas], les digo que no están solos, ni lo estarán, que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles”. Peor que las agresivas palabras fueron el tono desabrido y el chulesco lenguaje gestual con los dictó su muy borbónico rapapolvo. Seguro que muchos catalanes creyeron haber vuelto a los aciagos tiempos del rey rana Felipe V bombardeando Barcelona (cf. Primera Parte de estas notas) ¿Enloqueció Felipe? Para nada, simplemente siguió su hilo dinástico.

Letizia Ortiz en México, pintado por Waldo Saavedra.Portada del disco de Maná, inspirada en el cuadro anterior de Letizia Ortiz.

Otrosí, la primera en la frente: con alados pies de plomo, vamos a incursionar en el resbaladizo tema del suicidio en 2007 (3 años después de la regia boda de su hermana mayor Letizia) de Érika Ortiz (31 años, interiorista y diseñadora gráfica) Vaya por delante que oficialmente se definió como ‘suicidio por ingesta de barbitúricos’ pero lo oficial garantiza lo veraz sino, más bien, lo contrario. Además, nadie sabe los motivos que llevan al suicidio. Ni siquiera los sabremos aunque la víctima o protagonista haya dejado una nota manuscrita explicándolos. Para su primo David Rocasolano (cf. su libro Adiós Princesa, 2013; cf. Letizia la reina impaciente, libro de parecido tenor publicado por Leonardo Faccio en 2020), ‘Letizia la presionaba de forma tan exagerada y controladora que decidió acabar con todo’. ¿Es verosímil?: no hemos entrado en Palacio ni en el psicoanálisis así que no podemos certificarlo. Lo que sí contaron varios testigos es que, durante el funeral por Érika, Antonio Vigo, su expareja, estalló contra JC espetándole: ¡Tú tienes la culpa hijo de puta! ¡Vosotros la habéis matado!

A punto de ahogarnos en el piélago de la imbecilidad, aventuramos que Érika Ortiz también pudo horrorizarse por varios motivos: a) al darse cuenta de que sus padres -él, visitador médico; ella, auxiliar de enfermería y sindicalista liberada de CCOO- eran unos cursi-modelnos (sic) que padecen el prurito de originalidad propio de los horteras ambiciosos bautizando a sus hijas con nombres mejorados por algunas consonantes (la z de Letizia, la th de Thelma y la k de Érika) b) más probablemente, cuando percibió que los gustos de los Borbones eran de una ordinariez aplastante, sin haber tenido tiempo para percatarse de que sus virtudes públicas eran propios de Disney (obvio, se imponen las razones de Estado) y sus vicios privados, secretos para ella e inconfesables para todos.

En 1998, tras un noviazgo de 10 años, Letizia se casó con Alonso Guerrero Pérez, profesor de Literatura. Se divorciaron al año siguiente y Guerrero, aconsejado por los poderes estatales, regresó en silencio a su ciudad natal, Almendralejo -ahora renombrada como Catalarreina. Hasta que la televisión la presentó al público español… y al entonces Príncipe de Asturias con quien se casó el 22.V.2004. Años después, apartando pueriles anécdotas de sus roces familiares, pudimos notar que había sido atrapada y cooptada por el sistema empresarial-policial encabezado por el marqués de Villar Mir (enchufado por Franco y declarado ecocida, ver en Huelva las mefíticas balsas de fosfoyesos que vierte impunemente su empresa Fertiberia) y sustentado por la mafia organizado por el (¿ex?) comisario Villarejo -éste, zafia prueba viva de que España es un Estado policíaco controlado en parte sustancial por un funcionario que, pese a su discreto rango policial, mantiene en vilo a la crème de la crème de los poderes patrios. Entonces, la reina cometió un desliz harto significativo de su profunda amistad con la oligarquía neofranquista: cuando explotaron un escándalo de dinero sucio y otro de agresión física a la dermatóloga Elisa Pinto, escribió a uno de sus implicados, Javier López Madrid, yerno del magnate: “Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás, merde. Un beso, compi yogui. (I miss you)” (tweet del 09.III.2016, cf. eldiario.es) Traducción: “lo demás, merde” es un escatológico exabrupto que resume el esmero con el que todas las Casas Reales han tratado a la opinión pública y el anglicismo es tan impostado como habitual entre los nuevos ricos.

La ¿futura? reina

Los actuales reyes decidieron que su primogénita y futura reina se llamaría Leonor. ¿Pensaban en Leonor de Aquitania?; de ser así, deberían haber estudiado Historia. Veamos quién fue ésta bloody asesina compulsiva y lo que históricamente significa semejante nombre:

«Resumen por orden cronológico de las víctimas asesinadas por las que debemos aborrecer a su repugnante némesis, la bloody Leonor: su abuelo Guillermo IX de Aquitania (quizá no perpetrado pero sí cometido a los 5 años), su madre Aenor y su hermano Guillermo Aigret (aprox., a los 10), su padre Guillermo X y su suegro Luis el Gordo (ambos a los 15), miles de campesinos de Vitry y alrededores (a los 20), siempre que estuvieran desarmados, orientales a mansalva (durante su veintena), el viejo Enrique I de Inglaterra y su hijo, quien era suegro de Leonor (a los 30), una y otra vez, campesinos franceses (desde los 40’s, con especial deportividad), su hijo Enrique, heredero del trono de Inglaterra (en 1183, a los 61), su marido Enrique II de Inglaterra (a los 67), su exfavorito hijo Ricardito Corazón de Melón (en la avanzada ancianidad). Y un largo etcétera.

Para este apunte historiográfico, hemos escogido a la de Aquitania pero hubo muchas otras Leonoras en la Historia -y ninguna fue buena. Ejemplos: hubo una Leonor de Alburquerque, alias La Ricahembra, que fue encarcelada; y una tal Leonor de Aragón y de Castilla, una caprichosa que dejó plantada la simiente del desconcierto al regalar Aragón a su segundogénito, Fernando (de Antequera, localidad escasamente fronteriza con Aragón); y otra Leonor que se casó con Eduardo de Portugal y, no contenta con matarlo, además pretendió usurpar su trono –los portugueses tuvieron que ponerla de patitas en la frontera. Y otra tal y tal Leonor de Castilla que atizó la guerra civil entre “los dos Pedros” y, por ende, murió en el patíbulo; y una Leonor de Sicilia y Aragón que mandó asesinar legalmente al diplomático aragonés Bernat de Cabrera; sin olvidar a Leonor de Trastámara, convulsa conspiradora, deportada con asiduidad entre Navarra y Castilla; y Leonor Plantagenet, la inglesa homónima, una consumada casamentera; y la portuguesa Leonor Teles de Meneses, otra intrigante parricida a la que tuvieron que encerrar hasta su muerte en el convento de Tordesillas. Finalmente, menos podemos olvidar a doña Leonor de Guzmán, amante de un rey castellano y madre fundadora, a través de su bastardo (vulgo, hideputa) hijo Enrique, de la dinastía de los Trastámara de no-tan-límpida como elevada cuna -en lo que hoy llamamos “España”, última dinastía indígena.»

– Primera parte: Los Borbones españoles: Felipe V hasta Isabel II (Amadeo I)
– Segunda parte: Los Borbones españoles: desde María Cristina/Alfonso XII hasta Alfonso XIII

– Montaje fotográfico de cabecera: La Santísima Trinidad que nos sojuzga, tan deleznable en lo político como en lo teológico.
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