India y Paquistán optan por el choque propagandístico para evitar el precipicio nuclear

Por Paco Audije*
Un portavoz de ministerio de Asuntos Exteriores de Paquistán, Shafqat Ali Khan, ha declarado que el alto el fuego entre India y Paquistán está siendo respetado por ambas partes que, además, están «comprometidas con él totalmente».
Un conflicto, el de Cachemira, que tiene carácter permanente, con periódicos episodios bélicos siempre alarmantes desde 1947, que habría terminado –según Donald Trump– sólo después de pasar por la mediación estadounidense.
Pero esa supuesta mediación decisiva no existió para nada, según el ministro indio de Asuntos Exteriores, Vikram Misri.
Indian foreign secretary says no US mediation in ceasefire with Pakistan
Misri dijo hace cuatro días en una comisión del parlamento indio que fue Paquistán quien pidió el cese de los bombardeos mutuos y que no hubo ningún tercer país implicado. Tampoco EEUU.
Según medios de prensa del subcontinente, Trump afirmó hasta en siete ocasiones haber sido el facilitador del fin de la guerra de cuatro días entre India y Paquistán, después de que Nueva Delhi acusara a Paquistán de estar detrás de la matanza de casi treinta turistas que llevaron a cabo el 22 de abril miembros de un grupo islámico de Cachemira autodenominado The Resistance Front (TRF).
India/Pakistán: terrorismo, represalias mutuas y dudas sobre contención estratégica
Ambos países se dicen victoriosos en ese último enfrentamiento militar mutuo, un choque de perfiles muy inquietantes que ha evolucionado en poco tiempo como si fuera una operación de microcirugía geopolítica con resultado final nulo para las dos partes enfrentadas.
Implícitamente, India reconoce haber perdido alguno o algunos aviones Rafale (de fabricación francesa).

El diario francés Le Monde lo resume así en sus titulares: «India-Paquistán, cuatro días de guerra, dos versiones de los combates y ningún ganador».
Dos semanas después del fin de los choques militares (sobre todo en varios episodios de guerra aérea), «otra batalla ha empezado, a la vez diplomática e industrial» desde el fin de los ataques el 10 de mayo.
La batalla del relato tiene ahora algo que ver con las potencias que han suministrado el material utilizado en esa guerra breve: los Estados Unidos y Francia, del lado indio, y China, del lado paquistaní.
En Islamabad y Pequín, el derribo de aviones Rafale se contrapone al supuesto éxito en los combates aéreos del modelo Chengduk J-10, de fabricación china y utilizado por la fuerza aérea paquistaní.
Inde-Pakistan: quatre jours de guerre, deux versions des combats, et toujours aucun gagnant
El mando de las fuerzas aéreas de India declaró hace pocos días que habían alcanzado todos sus objetivos. Mencionó docenas de bombardeos de precisión sobre objetivos específicos. Según Nueva Delhi, la mayoría de los 300 a 400 drones lanzados por Paquistán sobre territorio indio fueron derribados. Los militares indios afirman haber matado a un centenar de terroristas.
Esos ataques aéreos tuvieron lugar hasta unos cien kilómetros más allá de la frontera entre los dos países.
La instalación militar más sensible atacada por Nueva Delhi fue una base paquistaní «situada a una veintena de kilómetros del cuartel general del ejército paquistaní, en los suburbios de Islamabad y no muy lejos de la unidad que protege el arsenal nuclear paquistaní» (Le Monde)

Desde luego, también fue atacada la sede y cuartel principal de Lashkar-e-Toiba, el grupo del que emana TRF (los autores del atentado de abril en Cachemira). Según la versión paquistaní, los objetivos de los ataques indios fueron mezquitas y escuelas coránicas.
Las cifras de bajas militares ofrecidas por ambas partes resultan ridículas y poco creíbles.
La revisión de lo sucedido y las explicaciones a posteriori son importantes para las opiniones internas. Lo son también para quienes suministraron las armas mayores (Francia y Estados Unidos, por el lado indio, China para Paquistán).
Este enfrentamiento de las propagandas es descrito de manera irónica por un experto del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres como «segunda fase del conflicto».
Desde Pequín, la cadena de televisión CCTV no ha podido esconder su satisfacción porque (siempre según Paquistán) el caza J-10 de fabricación china habría derribado (al menos) un Rafale francés. Para el mando militar chino, sería la primera vez en la que aparatos de fabricación propia se enfrentaron en combate real a otros occidentales en una batalla aérea «sin sufrir pérdidas». Presuntamente, desde luego.
China, que amenaza periódicamente a Taiwán con maniobras militares intimidatorias, no se enfrenta a un conflicto militar verdadero desde 1979, cuando Vietnam mantuvo a raya a las tropas chinas en un conflicto fronterizo que duró tres semanas.
Paquistán es el único país que puede permitir a China acceder al océano Ïndico de manera directa. Asimismo es el único que ha comprado el caza chino J-10. En ese sentido, ambas potencias nucleares son mutuamente dependientes de algún modo.
Además, la creciente desconfianza de Washington hacia Paquistán por sus relaciones inextricables con los grupos islámicos que operan en su frontera con Afganistán y en Cachemira, hacen de China un aliado imprescindible para Islamabad.
La administración Obama no permitió que Paquistán adquiriera nuevos aviones F-16 por las relaciones de Islamabad con grupos terroristas o dudosos, también con extrañas relaciones con los servicios paquistaníes.
En ese contexto, China ha aumentado considerablemente sus ventas de armas a Paquistán, mientras decaían paralelamente las estadounidenses.

Enfrente, India mantiene alianzas variadas, que incluyen tanto a Moscú como a Washington. Un equilibrio difícil mientras el país de Narendra Modi (ultranacionalista) desarrolla su propia tecnología militar. Francia es el segundo vendedor de armas a la India, antes con los aviones Mirage y ahora con los cazas Rafale.
Modi amenaza con tratar «como un acto de guerra» cualquier atentado que tenga lugar en Cachemira. Para el actual gobierno de Nueva Delhi, poner siempre en el punto de mira a Paquistán no excluye la idea de que el verdadero adversario de la potencia india es China, mientras Paquistán sólo figuraría en Nueva Delhi como un viejo rival histórico, es decir, apenas un Estado auxiliar de Pequín en la disputa estratégica global. Para Paquistán, sin embargo, la India es siempre una amenaza existencial, desde los tiempos de la partición de la India Británica.
Pero debemos recordar que desde el punto de vista de Pequín, las disputas fronterizas chino-indias son varias e incluyen diversos territorios integrados en la Unión India.
Lo reitera el sesudo diario The Hindu, que cita el último informe de la Defence Intelligence Agency de Estados Unidos para sugerir cuál es el verdadero gran antagonista de la India global.
India views China as ‘primary adversary’,
Pakistan more an ‘ancillary’ security problem: U.S. report
El mando militar indio ha tardado en valorar la llamada operación Sindoor (nombre clave de su ofensiva militar de hace semanas), pero afirma haber cumplido «todos sus objetivos».
Afortunadamente, tanto India como Paquistán parecen estar respetando el alto el fuego acordado (probablemente sin verdadera intervención de Trump). Y ambas potencias nucleares han declarado (por una u otra vía) que no hubo nunca planes para una guerra abierta total.
Los portavoces de Islamabad y Nueva Delhi han añadido que la opción nuclear no estuvo nunca sobre la mesa durante esta última guerra de cuatro días.
Esperemos que sea y haya sido tal como dicen. Desde luego, la propaganda es siempre menos mortífera que el uso de las bombas nucleares.
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