Je ne suis pas l´Iran

Je ne suis pas l´Iran

Guadi Calvo*. LQS. Septiembre 2018

Las políticas independientes que han mantenido los sucesivos gobiernos iraníes desde el triunfo de la Revolución de 1979, que rompió el vínculo de subordinación con las naciones occidentales y primordialmente con los Estados Unidos, el pésimo ejemplo que representa la democracia iraní, para las monarquías absolutistas del golfo, su inquebrantable postura en defensa de los derechos de Palestina frente a los constantes embates del régimen sionista, su involucración junto a Rusia…

No se verán multitudes acongojadas marchar por las calles de las capitales del mundo reclamando justicia por ellos, no se levantarán túmulos de flores y velas en recordación de los nuevos muertos. Faltaran los indignados de ocasión, que con ojos llorosos, reclamaran al cielo por tanto dolor. Ni periodistas retorciéndose de odio frente a las cámaras clamando por venganza. Esta vez, faltaran los rostros compungidos de ciudadanos honestos y políticos probos, pidiendo explicaciones a tanta demencia. Los muertos iraníes no cuentan, no importa su número, no importa su edad, no merecen lágrimas, ni oraciones, ni minutos de silencio.

Este último sábado 22 de septiembre, en la ciudad iraní de al-Ahwaz capital de la provincia de Khuzistan, donde reside la minoría árabe, cuatro terroristas vestidos con uniformes militar dispararon contra los asistentes al desfile en conmemoración de la “Semana de la Sagrada Defensa” que marca el comienzo de la guerra con Irak, que desde 1980 a 1988, consumió un millón de almas, con la anuencia de las potencias de occidente que pretendían aniquilar la revolución iraní.

La nueva matanza provocó al menos 29 víctimas mortales de ellos nueve militares y el resto civiles, y más de 60 heridos, presentes en la parada militar en el Ahvaz’s Quds o Boulevard Jerusalén, muchos de gravedad extrema, que sin duda en el trascurso de las horas incrementaran el número de muertos.
El ayatolá Ali Khamenei, líder supremo de Irán, acusó del ataque a los “aliados de los Estados Unidos en la región”.

Entre las víctimas se cuentan efectivos de la Guardia Revolucionaria, la tropa de élite de las fuerzas armadas iraníes, civiles y muchos niños. Incluso un veterano de la guerra fue acribillado en su silla de ruedas, al igual que un periodista que cubría en evento. Tres de los asaltantes, fueron abatidos en el lugar de ataque, mientras el restante murió en el hospital.

Aunque rápidamente la acción se la adjudicó tanto el Daesh, como la banda terrorista conocida como Movimiento Democrático Árabe Patriótico de al-Ahwaz, (MALLA o ASLMA) aunque no cabe duda que la responsabilidad política la comparten los Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita. Los tres países más interesados en la caída de la revolución iraní.

Sin bien Irán ha logrado mantenerse al margen de las acciones del terrorismo de las características que han asolado a casi todos los países musulmanes y una gran parte de naciones occidentales, la nación chií, es el objetivo principal en la región. No solo de los grupos vinculados al Daesh y al-Qaeda, sino y fundamentalmente de sus mandantes.

Las políticas independientes que han mantenido los sucesivos gobiernos iraníes desde el triunfo de la Revolución de 1979, que rompió el vínculo de subordinación con las naciones occidentales y primordialmente con los Estados Unidos, el pésimo ejemplo que representa la democracia iraní, para las monarquías absolutistas del golfo, su inquebrantable postura en defensa de los derechos de Palestina frente a los constantes embates del régimen sionista, su involucración junto a Rusia en la guerra contra el gobierno legitimo del presidente sirio Bashar al-Assad, que han desvanecido los deseos del Pentágono de una Siria fragmentada y articulada a los deseos de la troika Washington-Tel-Aviv- Riad, a los que sin duda hay que sumar a Paris y Londres y el efectivo apoyo a la resistencia yemeni, agredida por el régimen saudita, convierten a Teherán en uno de los más claros enemigos de la “pax estadounidense”.

Apuntado a la destrucción de la revolución a principio de este año se intentó promover una serie de protestas “espontáneas”, en algunas ciudades iraníes comenzado en Mashhad, una ciudad de dos millones de habitantes en el noreste del país, donde lo que comenzó como quejas por el aumento de precios, terminó pidiéndose la muerte del presidente Hassan Rohaní.

La escasa repercusión que tuvieron las protestas “espontaneas” entre la población hicieron que murieran de muerte natural. De todos modos aunque la operación no logró movilización de algunas docenas de ciudadanos, pone en claro que el accionar de los elementos subversivos internos obligó al gobierno de los ayatolas, a un control más exhaustivos de los agentes infiltrados en el país. (Ver: La Primavera Persa).

Ya en junio de 2017, comandos del Daesh, habían ejecutados dos ataques simultáneos en la propia capital uno contra el edificio del Parlamento y el otro en el mausoleo del ayatolá Khomeini, que dejaron en total 17 muertos y 43 herido civiles, tras varias horas de combates. Otro ataque de importancia se había producido en 2009 en las provincias de Sistan y Beluchistán, donde cerca de 40 personas murieron, entre ellos seis comandantes de la Guardia Nacional, en varios ataques suicidas.

Irán que ha sufrido constantes ataques por parte de Israel a su plan nuclear llegado ejecutar a una media docena de sus científicos que lo desarrollaban con atentado en las propias calles de Teherán y otro lugares, sin que esto genere ninguna repulsa internacional e impulsando a los Estados Unidos a un guerra abierta contra Irán.

Al tiempo, que Irán recibe toda clase de acusaciones infundadas como de financiar al terrorismo o procurar armas nucleares para la destrucción de Israel, poco se dice de la guerra que desde hace décadas Irán mantiene en solitario contra las bandas de narcotraficantes que desde Afganistán pugna por trasladar su producción de opio y heroína, por el territorio iraní en procura de las grandes ciudades de las muy piadosas capitales del Golfo Pérsico y otras ciudades de occidente. Esta guerra, que prácticamente no se reproduce en ninguna de las naciones sometidas al flagelo del narcotráfico, ha provocado la muerte de más de 5 mil guardias fronterizos y diferentes servicios de seguridad, frente al silencio de los grandes medios de prensa internacionales.

A falta de terrorismo bueno es el separatismo

En procura de socavar el poder de Irán, y dado que una guerra convencional tanto con Arabia Saudita, Israel o los Estados Unidos, podría arrastrar a una guerra regional de consecuencias insospechadas y que las bandas fundamentalistas como el Daesh y al-Qaeda, tampoco han logrado mayor operatividad en el país, los intereses de los Estados Unidos, como en otras muchas oportunidades han intentado generar insurgencia exacerbando los regionalismo como es el caso de los árabes-iraníes de la provincia de Khuzistan al sudoeste del país, en la frontera con Irak.

Durante la guerra con Irak, Khuzistan fue una de las provincias iraníes más afectadas por los combates, ya que Saddam Hussein, consideraba que los sunitas iraníes considerarían a sus tropas como libertadores, aunque la mayoría siguió leal a Teherán.
La población árabe de Khuzistan, cuyos ancestros se radicaron en esa provincia entre finales del siglo XVIII y XIX, y han representado desde entonces una minoría con escasa representatividad alcanzando a representar apenas poco más de 150 mil de los 82 millones de iraníes. Esta comunidad en su mayoría sunita, ha vivido históricamente bajo las normas chiíes dictadas por la República Islámica de Irán.

A pesar de su escasísima representatividad han intentado la independencia de la provincia a en varias oportunidades a lo largo de su presencia en Irán, con revueltas de escasas consecuencias en 1897, 1924 y 1945. En procura de sus fines y alentados tras el enfrentamiento con los Estados Unidos desde la revolución de 1979, para generar mayor inestabilidad en Irán, en 1999 se funda el Movimiento Democrático Árabe Patriótico de al-Ahwaz, (ASLMA) al que el gobierno iraní considera como un movimiento terrorista, financiado por Arabia Saudita, gracias a quién el ASLMA ha logrado instalar un canal satelital en idioma farsi, con base en el Reino Unido. A las pocas horas del atentado del sábado este canal, consiguió una entrevista con uno de los organizadores de la masacre de al-Ahvaz, lo que provocó el reclamo de Teherán ante las autoridades de Londres.

Hasta este último ataque los separatistas de Khuzistan, habían limitado sus operaciones con ataques nocturnos contra oleoductos sin protección armada. Y algunos ataques esporádicos como en 2005 que diferentes ataques dejaron 28 muertos y 200 heridos, al año siguiente dos atentados con explosivos en al-Ahvaz dejaron nueve civiles muertos En los últimos meses, las fuerzas de seguridad han desarticulado algunos comandos del ASLMA. En algún momento se vinculo al ASLMA con los Mujahedin-e-Khalq (Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán) una organización de características marxistas fundada en 1965, para luchar contra el régimen del Sha Reza Pahlevi, tras el triunfo de la revolución.

El presidente iraní Hasan Rohaní, prometió “una respuesta aplastante” y advirtió a los promotores de los terroristas que deberán responder por estos hechos.
De todos modos nada lograra cambiar la realidad impuesta desde los grandes medios de periodísticos que siguen a pie juntillas las operaciones diseñadas por la CIA y el MOSSAD, contra el pueblo iraní, por lo que todos seguiremos repitiendo sin vergüenza ni culpa Je ne suis pas l´Iran.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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