Juegos de Guerra. No con mis juguetes

Juegos de Guerra. No con mis juguetes

Juegos de Guerra. No con mis juguetes.

Por Jorge Izquierdo*. LQSomos.

Cuando llega el buen tiempo la escena se repite de forma casi mecanica en cualquier parte del mundo. Los niños que son niños y quieren jugar con otros niños se dedican a visitar casas o portales de amigos, para organizar cualquier tipo de actividad solaz después de la escuela o el trabajo. El caso es matar el aburrimiento o el hambre. Ser niño, en definitiva.

En los niños-courtois, esos que se saben en el lado correcto de la Historia, la dinámica es también la misma. Para jugar on-line también debes encontrar compañeros de juego y aunque resulta muy caro su coste es transaparente para ellos. Jugar con una taba, una pelota, una comba o un saco, a la rayuela, al ajedrez, con agua o arena, con una videoconsola de 400 euros, una conexión de cientos de euros al año, los courtois también juegan. Con normas.

Las normas de la casa

Sea en Mexico, Cuba, Japón, España o Rusia y Ucrania cualquier niño sabe que para jugar existen unas normas, especialmente una no escrita pero grabada a fuego durante generaciones: El propietario del juguete o juego pone las normas. Incluso algo tan sencillo como una rayuela puede convertirse en una propiedad privada en la que alguien puede quedar excluido. Los niños son niños y comienzan a establecer relaciones sociales y juegos de jerarquias también jugando. Para otro día los juegos sexistas y machistas.

Los courtois son más afortunados. Las normas las ponen los fabricantes que conducen al niño por la senda de la obediencia ciega, al que siempre le queda la posiblidad de mandar a la mierda al videojuego de turno y pasar la mañana o todo el día y la noche jugando a cualquier cosa que se le pase por la cabeza. También con normas.

En el mundo de los mayores la situación tampoco ha cambiado. Además de trabajar para comer, vestir y poder contar con un techo hay que mantenerse a salvo del enemigo. Hay que contar con juguetes de guerra y  no importa si eres ateo, cristinano, musulman o budista, del siglo XV o XXI “debes estar preparado para la guerra”. Y con normas.

A diferencia del niño propietario de un juego o juguete, que también participa en el juego, en el mundo de los mayores los propietarios de los juegos de guerra no acostumbran a jugar pero siempre, siempre, ponen sus normas.

Las normas

El mayor fabricante de juegos de guerra, de armas, aviones, tanques, misiles es Estados Unidos. También es el mayor creador de películas de guerra y de juegos de guerra. Todo el Mundo puede jugar a los juegos que Estados Unidos hace para nosotros. Y así será por los siglos de los siglos. De la misma forma que durante siglos Roma nos enseñó a jugar, robar y matar en Latín. Cada uno en su casa y el Latín, a tu manera, en la de todos. Igual que ahora, cada uno en su casa y Estados Unidos en la de todos. ¿Tienes un enemigo? No te preocupes yo te doy juguetes para que puedas defenderte de él. ¿No tienes ningún enemigo? No te preocupes, yo te busco uno y estarás obligado a defenderte. Con normas.

Todos los juegos tienen normas. La guerra también

Juntas dos cosas que no se habían juntado antes y el mundo cambia. Sí, vuelvo a recurrir a Julian Barnes para quizás comprender que si una guerra es algo inmoral, cuando se mezcla con esa filosofia neoliberal de la vida y la economia actual que aplica clausulas del tipo “te lo vendo pero no es tuyo..” es, efectivamente, otra cosa: algo grotesco donde los paises no son más que marionetas en manos de multinacionales que al ritmo de la Bolsa mueven sus hilos para enfrentarnos
entre nosotros como hormigas sin antenas.

Un juego de 1.900 millones de euros

Pongamos que España quiere comprar tanques para jugar a la guerra. No, no puede fabricarlos, de la misma forma que es incapaz de fabricar máquinas de tren. El caso es que compra tanques a Alemania, pongamos que compra 100, un número redondo como las comisiones: números redondos que no haya que pensar mucho. Bien, compramos 100 tanques a Alemania, son tan importantes que primero los alquilamos y luego los compramos. Eran tan importantes que la mitad de ellos están abandonados, muertos de risa-los tanques y los comisionistas- se van pudriendo. Llega la invasión Rusa de Ucrania y España saca pecho y dice: “Voy a enviar tanques a Ucrania” y resulta que no que España que compró los tanques no los puede utilizar y tiene que pedir permiso al propietario.

—Gila. ¿Es el propietario?

—Propietario: Sí, dime.

—Gila. Verá es que quiero utilizar los tanques que le compré.

—Propietario ¿Para Catalunya?

—Gila. No, quite, quite. Para enviarlos a Ucrania.

—Propietario. ¿Con bombas?

—Gila. Si pudiera ser…

—Propietario. Espere, tengo que hablar con el Jefe de todo esto.

—De acuerdo, espero.

De esta forma, Alemania que dice que necesita aumentar los gastos en material de Guerra debe autorizar a España para utilizar los tanques que le vendió. A su vez, España dice que también que debe aumentar los gastos en material de Guerra, para comprar más tanques. Este juego puede jugarse con aviones, barcos y cañones. La banca gana

* Bracero del funcionamiento y mantenimiento de esta web, parte del Colectivo LoQueSomos. Miembro de Wikimedia. Más artículos del autor

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Jorge Izquierdo

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