La deuda de los gobiernos es con las mujeres, no con los bancos
Marchamos por una vida digna y sostenible.
En estos tiempos sombríos de austeridad, constatamos con indignación el agravamiento de las condiciones de vida de las mujeres en nuestro continente, especialmente en el sur de Europa. En muchos países europeos la crisis económica fue usada para concentrar la riqueza y el poder en pocas manos, explotando al máximo la fuerza del trabajo, limitando prácticas democráticas, reprimiendo a los movimientos sociales y de ciudadanía y aumentando el odio y la división entre diferentes sectores de la población.
La europa del capital está saqueando nuestras vidas y nuestros derechos, está llevando a nuestras sociedades a un estado de emergencia en el que somos las mujeres las principales afectadas tanto por los recortes como por las políticas conservadoras de los gobiernos liberales que pretenden imponer valores basados en la ‘vuelta al hogar’ y en el modelo de familia nuclear contra el que tanto hemos luchado las feministas. Nosotras mujeres, sufrimos de manera diferente los efectos de las crisis económicas y sociales porque nos encontramos diferentemente posicionadas en las jerarquías del poder económico, político, social, cultural y simbólico. La división del trabajo expresa la jerarquización de tareas o de personas, bien como ideas o representaciones sociales acerca de las divisiones técnicas del proceso productivo y las relaciones sociales que intervienen en él y que distribuyen las y los trabajadores / as por distintas actividades.
Reclamamos una vida digna que ponga a las personas en le centro de la vida, que ponga en valor los cuidados frente a una economía que no es algo abstracto ni decisiones lejanas sino que determina y afecta al día de la vida de las personas. Vida que está en riesgo con las políticas de austeridad impulsadas desde los mercados financieras que empujan a los estados a rescatar a la banca cuando el deber de los gobiernos es rescatar a las personas.
Marchamos por el derecho de las mujeres a la soberanía económica
Las mujeres no podemos tener soberanía económica en el sistema capitalista. Las medidas de austeridad impuestas ponen en causa la autonomía económica de las mujeres, aumentando sus niveles de desempleo y de su duración, la precariedad laboral, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres, la diferenciación de género en las jubilaciones y en otras pensiones. Las mujeres que ya eran los rostros mayoritarios de la pobreza serán con estas medidas más pobres y por eso también más vulnerables ante la violencia de género.
Los recortes en la inversión de dinero público, como por ejemplo en los servicios y equipamientos de apoyo a menores y a personas de la tercera edad, o la mercantilización del acceso a la vivienda, son un impacto claro de la crisis que dificultan en gran medida la autonomía de las mujeres . Además, los recortes de los gastos sociales del estado presuponen siempre un incremento de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados (en general a cargo de las mujeres), de este modo, las empresas disponen siempre de una fuerza de trabajo disponible en cualquier momento que se contrata en periodos de expansión y que se despide en tiempos de crisis. El riesgo de agravamiento de la desigualdad en los usos del tiempo de hombres y de mujeres en la familia es grande. Se acentúa la idea, culturalmente ya asumida, de que las mujeres pertenecen a la esfera de la reproducción y se desvincula al hombre de la responsabilización material y afectiva en estas cuestiones del cuidado de la casa, de los hijos / as de las personas mayores de la familia. Todo esto se ve aumentado por el pensamiento neo-conservador y austero, que busca imponer valores al “regreso de las mujeres al hogar” bien como las políticas “familiaristas” y asistencialistas de sumisión de los derechos individuales a un modelo familiar único y exclusivo, dificultando verdaderos caminos emancipatorios de las mujeres.
Las conceptualizaciones sobre economía y trabajo deben incluir en la esfera de lo productivo el trabajo de las mujeres, no ejercido en los espacios "tradicionales" de trabajo, como la fábrica, la oficina, etc. Queremos políticas de justicia social, políticas de estímulo al empleo, políticas no discriminatorias, sino emancipadoras, que garanticen derechos sociales y laborales y caminos de desarrollo económico y social.
Es necesario y urgente el desarrollo, a nivel político y público, de una cultura de dignificación del trabajo con derechos en todas las esferas de la vida y la inclusión de la dimensión de la igualdad de género en todas las políticas públicas. Tenemos el derecho a una vida digna y no a la mera supervivencia.
Marchamos por el derecho de las mujeres a una vida sin violencia
Vivimos en sociedades patriarcales basadas en la violência de género que mata y hiere diariamente a miles de mujeres europeas. Violencia física, sexual y psicológica pero también simbólica que subalternizan a las mujeres, ante las cuelas los Estados se han inhibido en sus responsabilidades.
Denunciamos la doble, a veces triple discriminación, de que son víctimas las mujeres inmigrantes, las mujeres negras, las mujeres portadoras de discapacidad, las mujeres lesbicas, las mujeres ciganas, las mujeres jóvenes, las mujeres de mayor edad, las personas transexuales, mujeres a quien aún son negados derechos básicos de ciudadanía y que se ven directamente afectadas por estas políticas recesivas.
Exigimos respeto a una vida sin violencias, ni de Estado, ni policial, ni de las fuerzas de seguridad, ni de nuestr@s compañer@s, ni de las representaciones estereotipadas y discriminatorias que confinan a las mujeres a determinados papeles subalternos.
Marchamos para poner en el centro de la vida a las personas
El bienestar de las personas debe ser el centro de toda la actividad política, económica y social. Infelizmente, asistimos a un aumento de lo contrario: a la estigmatización de las personas, a subestimar sus capacidades, a la degradación de sus condiciones de vida, a como se desperdicia todo su potencial para salir de esta situación creada por el sector financiero. Los intereses privados, muchas veces oscuros, se anteponen al interés colectivo y las políticas y discursos hegemónicos han sido devastadores a nivel de las subjetividades, generando sentimientos de inseguridad, miedo al futuro, depresión, aislamiento y quiebra de las sociabilidades.
Queremos ser parte de la solución pero para eso no aceptamos los mitos y las narrativas hegemónicas, complacientes y derrotistas, que tratan a los mercados como instancias 'neutras' e 'inocentes' y tendientes a la legitimación de las actuales políticas de austeridad, basadas en una ideología de competencia, maximización y centralización del lucro, rechazando cualquier responsabilidad social.
Marchamos por el derecho de las mujeres a la salud
Frente a la privatización de la salud y un modelo de salud sexista y heteropatriarcal que niega los derechos de las mujeres a ser dueñas de nuestros cuerpos, exigimos que nuestros cuerpos dejen de ser campos de batalla de las relaciones de poder machistas y que nuestros derechos sexuales y reproductivos sean plenamente reconocidos y asegurados.
Desde el inicio de la crisis asistimos en muchos países de europa a una reducción muy preocupante y perjudicial de las inversiones en los servicios nacionales de salud públicos, en algunos casos llegando a su privatización, que afectan mui particularmente a las áreas esenciales para la vida de las mujeres como el planeamiento familiar, el apoyo al embarazo y la maternidad, la interrupción voluntaria del embarazo o la prevención de enfermedades de transmisión sexual entre otros.
El pleno aceso a cuidados y servicios de salud públicos y de calidad para todas y todos independientemente de su origen socioeconómico, localidad de residencial, etnia, orientación sexual, confesión religiosa o identidad de género, deben ser garantizados.
En esta como en otras áreas no aceptamos ni aceptaremos que valores profundamente conservadores quieran nuevamente tutelar nuestros cuerpos, nuestras vidas.
Marchamos por el derecho de las mujeres a una vida sostenible
Necesitamos del desarrollo de alternativas económicas que pongan el desarrollo sostenible de la vida humana, el medio ambiente y el bienestar colectivo, en el centro de la organización económica y territorial. Queremos tener el control sobre nuestras vidas!
La soberanía alimentaria de los pueblos, la defensa de los sectores primarios y de la pequeña producción, donde las mujeres tienen desde siempre un papel fundamental y dramáticamente invisible, tienen que ser una prioridad.
Rechazamos un modelo de producción de crecimiento infinito que agota los recursos del planeta y la privatización de acceso a recursos naturales esenciales como el agua o la tierra, de los cuales las mujeres son las principales víctimas. La forma como el trabajo de las mujeres es utilizado como un recurso inagotable por el capitalismo patriarcal y racista es muy parecida a la forma como la naturaleza es utilizada. La crisis del sistema es una crisis de la forma en que está organizado. El proceso de mercantilización de la relación de las personas con la naturaleza y con sus cuerpos tiene que ser confrontado.
Marchamos por el derecho de las mujeres a la educación
Frente a las políticas que recortan el acceso de la población a la educación exigimos el derecho a la educación pública, de acceso universal y gratuito, una educación no sexista y que promueva la igualdad com un modelo educativo orientado a las personas y su formación y no a la producción de 'mano de obra' para el sistema capitalista.
Rechazamos la privatización de la educación. La educación es un derecho humano central de la vida, no un negocio.
Deferendemos el acceso libre a la cultura, rechazando la elitización de acceso a la misma y reclamando políticas que permitan la universalización del acceso a la cultura y la defensa y valorización de la cultura de cada pueblo frente al discurso uniformizador de la globalización capitalista.
Marchamos por el derecho de las mujeres a la soberanía política
Frente a unas sociedades cada vez menos democráticas en las que las decisiones son tomadas por instancias privadas y frente a la crisis de representatividad de las instituciones públicas y a la criminalización de los movimientos sociales decimos que nuestras democracias han sido capturadas y que es urgente liberarlas.
Necesitamos construir mecanismos representativos de movimientos de ciudadanas y ciudadanos, desde una perspectiva feminista, para el escrutinio crítico, moral y democrático de las opciones políticas y financieras. Reclamamos una auditoría feminista ciudadana de la deuda pública con el objeto de anular la deuda ilegítima.
Necesitamos de una europa que respete la soberanía de sus estado y que garantice el control democrático por parte de sus ciudadanas e ciudadanos. Una Europa de los pueblos que defienda el derecho de las naciones sin estado a decidir sobre su futuro.
Queremos democracia en todas las esferas de nuestras vidas.
Nosotras, las mujeres, queremos controlar nuestras vidas y construír una sociedad más justa, que termine con el sistema capitalista y patriarcal, y que nos permita vivir a nosotras e a todos una vida digna.
Feminismos como elementos centrales para soluciones reales. Este es nuestro compromiso.
* http://www.marchemondiale.org/index_html/es