La feria de los corruptos

La feria de los corruptos

relato12Daniel de Cullá. LQSomos. Noviembre 2014

Entre los humanoides del género hombre; los hombres todos del género hormiguero se hacen cruces con sus risas viendo cómo al gobierno le crecen los enanos de las corruptelas, abuso y prácticas viciosas introducidas por la costumbre.

Ahora, están aquí unos feriantes, en un colmado o taberna de Sevilla, cerca de la iglesia de San Pedro, donde fue bautizado Velázquez. Vienen, también, al bar cualquier día de la semana menos el sábado y domingo. Hablan, y se escucha de fondo una tonadilla, pieza de teatro breve y ligera que suele cantarse y representarse en el intermedio de esta comedia, cantada por una tonadillera que dicen que es de Colmenar de Málaga, y le llaman “la Colpecele”, porque tiene hernia en la vagina, y que se titula “Eran muchos y parió la abuela”. Lleva en la cabeza un paño con dobleces a la colla de veinticinco alfileres tricolor.

Los contertulios, Colón de Cristóbal, María de Toledo, Beatriz Enríquez, Fernando de las Indias, Bartolomé de Cólon, Mingrelia Vellocino y Moderato Columela tienen los vasos colmados, de modo que el contenido sobrepuja de los bordes. Cada uno tiene que acercar el morro al vaso como hacen los chotos cuando maman. Como las abejas labrando sus panales ellos hablan, entran en coloquio y pláticas en prosa, a veces en verso, en forma de diálogo. Hablan tanto, que casi no escuchan a la tonadillera. Se ríen y comparan a los políticos corruptos con osos hormigueros que tienen por costumbre robar.

Como sin venir a cuento, Colón gira su cabeza hacia una camarera y le grita haciéndose el valiente:

-Eh, camarera, que en mi vaso hay una cagarria.

-Eso, le responde la camarera, es que habrá usted escupido por el colmillo. Que en este “colmao” somos mu decentes.

Un jaja, jaja, se escuchó en todo el personal allí presente.

-Qué sagaces, habló Fernando, qué astutos nuestros políticos. Sabemos de sobra que toda esta casta tiene grandes colmillos, pero no esperábamos, y esto por gracia de la justicia, que viéramos tanta porción de gentualla sobrando de la justa medida del robo y el pillaje, que en política es costumbre y, a veces, dogma.

-Es cierto, convino Mingrelia. En la feria de toda esta corruptela, unos llevan colodras, como las usadas entre los pastores para ordeñar, otros cuernas.

-Si, sí, dijo Moderato, amarrándole del brazo a Mingrelia, y cortándole. Son todos unos putos colodras, bebedores y folladores; y es alegre para la gente del común ver cómo la justicia les da en el colodrillo, parte posterior de la cabeza, por si no lo sabéis, metiéndoles en el “talego” y mandándoles con una patada en el Cólon a Colom, isleta del archipiélago de Islas Baleares, cerca de Menorca.
-¿Veis como es cierto?, dijo Mingrelia, prosiguiendo: Todos son tocayos santos y mártires de la Corrupción, pero no vírgenes, víctimas de la feroz persecución del siglo XXI. Jajaja, rió él sólo. Y dijo, gritando y tocándole el cogote a Beatriz Enríquez: “Santa Corruptela, ora pro nobis”.

-Ora pro nobis, respondieron todos con risa alta y altisonante.

Las mujeres ríen pero no hablan. Tan sólo, a veces, sacan pecho mostrando el canalillo entre los dos senos que impresiona en la retina de los ojos de los hombres reflejada en el sostén negro o de color soñando sus tetas de color rosa en composición de tocador. Ellas son dos: Beatriz y María de Toledo.

Bartolomé de Cólon, dirigiendo su mirada a Colón de Cristóbal, que había dicho antes: El jilguero es colorín cuando está mezclado con otros, dijo:

-La política es un cultivo de bacterias de fullería que se practica en los laboratorios del poder. Entre burros fulleros se apoya el sillón para mecerse los políticos, rastreros unos, y fraudulentos todos, que todos dan y reciben ferias, dádivas y agasajos.

La tonadillera, que había terminado en tiempo, se quedó en el juego de billar. La camarera, que les había atendido antes, “tan bella por la popa que por la proa” como dijo Colón, se dirigió a ellos y con las dos manos como dos palos con las velas al tercio, indicándoles la puerta de salida, les dijo; “ya es tarde y es hora de salir”.

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Mónica Oporto

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