La Guerra en Sudán

La Guerra en Sudán
Wikimedia Commons

Por Gustavo Ng*

Desde 2023, las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) están enfrentadas en una guerra que causa una catástrofe humanitaria y un desastre económico.

El mundo parece darle la espalda a tragedias que ocurren lejos de los centros de poder.

Para conocer las causas del conflicto, la intervención de potencias extranjeras, el panorama de las luchas internas y las perspectivas del conflicto, Tektónikos habló con el editor jefe del periódico Brown Land, Mohamed Saad Kamil. Brown Land es el único periódico que continuó publicándose —como sitio web— hasta hoy, luego del estallido de la guerra. Saad está refugiado en Egipto con su familia por temor a ser blanco de la milicia de Apoyo Rápido.

— Desde su perspectiva, ¿cómo han contribuido los legados coloniales a las desigualdades estructurales que alimentan los conflictos actuales en Sudán y Sudán del Sur?

— El colonialismo es la plaga que afecta a África y a los países del Sur Global hasta hoy. Occidente todavía considera a esos países como un almacén económico que lo alimenta mediante conflictos, guerras internas, sobornos y corrupción. Desafortunadamente, Occidente siempre encuentra gobiernos corruptos dispuestos a implementar esta agenda. Sudán y Sudán del Sur son un ejemplo del deseo colonial de dominar aún hoy promoviendo conflictos religiosos y raciales. Lamentablemente, el colonialismo encontró lo que buscaba a través de la corrupción, el soborno y las organizaciones. Estas han estado, y aún están, enviando armas a zonas de conflicto bajo la cobertura de fondos humanitarios.

Refugiados sudaneses desplazados de Zamzam. UN Foto/Olivier Chassot

— ¿Cómo se cruzan estos factores históricos con las divisiones étnicas y regionales?

— Los países africanos enfrentan hoy desafíos más graves para la paz y la estabilidad que nunca. Son una mezcla volátil de inseguridad, inestabilidad, instituciones políticas corruptas y pobreza. Alarma que la mayoría carece de voluntad política para preservar acuerdos de paz anteriores, convirtiéndose en presas de conflictos armados étnicos. Esto se debe en parte a la gestión ineficaz del conflicto, influenciada por factores históricos y regionales. Desafortunadamente, los conflictos étnicos son contagiosos y pueden cruzar fronteras como células cancerosas. La mayoría son resultado de pobreza, debilidad estatal e institucional, y conflictos sociales y étnicos que se remontan a la era colonial, cuando se fomentaron con fines políticos y económicos. La raza politizada daña la unidad nacional y el bienestar socioeconómico, intensificando el conflicto entre grupos étnicos aislados. El método de “divide y vencerás” también se utilizó para evitar levantamientos contra el colonialismo, y la distribución de recursos económicos fue desequilibrada a favor de ciertos grupos, lo que llevó a otros a movilizarse en busca de igualdad: estas son las semillas del conflicto. Los patrones comunes incluyen demandas de autonomía étnica y cultural, competencia por tierras, dinero y poder, y enfrentamientos entre grupos étnicos rivales. Los enfoques teóricos sobre la raza definen los grupos étnicos como personas que comparten cultura, lengua, historia, tradiciones y mitología. Los conflictos actuales, especialmente en África, están profundamente arraigados y son difíciles de resolver. La raza influye en la posición social de una persona, por lo que los conflictos étnicos surgen al intentar obtener más poder o recursos. Algunos teóricos creen que la competencia por recursos escasos es un factor común en casi todos los conflictos étnicos en África. En sociedades multiétnicas, las comunidades compiten violentamente por propiedades, derechos, empleos, educación, idioma, servicios sociales y atención médica. Los extremistas se aprovechan de estos temores para polarizar a la sociedad. Los traumas pasados amplifican estas tensiones, provocando violencia étnica. Estos conflictos reflejan un Estado débil o leal a antiguos vínculos étnicos. El Estado actúa con parcialidad, lo que agrava los conflictos. Así, la eficacia de un gobierno depende de su capacidad para abordar las necesidades humanas y sociales.

— El conflicto de 2023 en Sudán enfrenta a las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) con las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). ¿Cuáles son las causas profundas de esta lucha por el poder y cómo reflejan los problemas más amplios de Sudán?

—Han pasado más de dos años desde el estallido de la guerra en Sudán entre el ejército y la milicia paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), que causó miles de muertes, millones de desplazados y una catástrofe humanitaria. El 19 de diciembre de 2018 comenzaron las protestas en Atbara por el alza del pan, que se extendieron rápidamente. En abril del año siguiente hubo manifestantes que hicieron una sentada frente al cuartel general del ejército. El 11 de abril, el presidente Omar al-Bashir fue derrocado. En agosto se llegó a un acuerdo de reparto de poder entre civiles y militares y se firmó un acuerdo de paz parcial con grupos rebeldes. El 25 de octubre de 2021 sucedió el golpe militar y arresto de Hamdok, unas semanas después Hamdok es reinstalado, pero renuncia menos de dos meses después. A principios de diciembre de 2022 se logra un acuerdo marco para una nueva transición y en abril de 2023 se pospone la firma del acuerdo final por desacuerdos sobre el control civil del ejército y la integración de las RSF. Ese mes estalla la guerra, con enfrentamientos entre el ejército y las RSF. Aumentan los desplazamientos y se reportan crímenes atroces por parte de las RSF. En mayo se acuerda un alto el fuego, pero no se respeta, y peor, en julio el conflicto se extiende a Darfur. En diciembre la ONU advierte de condiciones similares a la hambruna en 2024, mientras el RSF toma Wad Madani y controla casi toda Darfur y Kordofán. En marzo del año pasado el ejército recupera terreno con ayuda de drones y poco después el conflicto llega a Gedaref, aunque el ejército retoma gran parte del control. Se conocen reportes que acusan a Emiratos Árabes Unidos (EAU) de apoyar a las RSF con mercenarios.

— ¿Hasta qué punto están los actores externos moldeando el conflicto a través de la interferencia militar, económica o política? ¿Hay ejemplos específicos de participación extranjera que estén impulsando la guerra?

— El conflicto es manejado por manos externas como EAU con fines económicos. La guerra en Sudán es más que una lucha armada: es una batalla por la conciencia. Como menciona Gustave Le Bon en “La psicología de las masas”, la pérdida de conciencia individual en grupo es un signo de decadencia social. El extremismo crece cuando no se acepta al otro y se imponen ideas únicas.

— Los informes indican más de diez millones de desplazados solo en Sudán, con una violencia generalizada y riesgos de hambruna, particularmente en Darfur. ¿Cuáles son los desafíos humanitarios más urgentes que enfrentan los civiles y cómo han fallado los actores estatales y no estatales en abordarlos? ¿Hay grupos específicos (por ejemplo, minorías étnicas, mujeres) que se vean desproporcionadamente afectados?

—Las guerras son uno de los eventos más destructivos para las economías nacionales. La guerra en Sudán ha causado una paralización económica, desaceleración del crecimiento, daños severos en infraestructura, colapso del empleo y afectación a la seguridad alimentaria. El conflicto ha causado el colapso total de la ya frágil economía sudanesa desde abril de 2023, afectando todos los sectores. Sudán enfrenta una crisis sanitaria, con brotes epidémicos, escasez de medicamentos y la imposibilidad del gobierno de proporcionar atención médica debido al colapso económico. El desplazamiento interno contribuye al deterioro económico. Los desplazados pierden sus propiedades, empleos y acceso a servicios básicos, lo que agrava la pobreza y ralentiza el crecimiento económico.

— ¿Cómo ha profundizado la guerra las divisiones étnicas, tribales o regionales en Sudán y Sudán del Sur? ¿Existen esfuerzos por superar estas divisiones o están siendo explotadas por actores internos y externos para prolongar el conflicto?

— Las divisiones étnicas en Sudán y Sudán del Sur se explotan para mantener los conflictos internos, sin esfuerzos claros por parte de los actores implicados. La milicia de Apoyo Rápido sigue polarizando.

— ¿Qué papel juegan los sistemas económicos globales en la perpetuación de esta devastación?

— Son clave en perpetuar esta destrucción. Esta guerra es, esencialmente, económica, aunque disfrazada de conflicto tribal.

— ¿Cómo está la guerra reconfigurando las alianzas regionales y la estabilidad en el Cuerno de África y el Sahel? ¿Existen riesgos de un conflicto regional más amplio que involucre a actores como Etiopía, Eritrea o Chad?

— Se espera que los efectos se extiendan a los siete países vecinos: Egipto, Libia, Chad, Sudán del Sur, República Centroafricana, Etiopía y Eritrea. Todos enfrentan crisis internas, lo que puede agravar la situación regional y afectar la seguridad del Mar Rojo y el comercio internacional. La región del Cuerno de África también atraviesa transformaciones geopolíticas, y las alianzas forjadas desde 2018 ya no resisten los nuevos desafíos, como se refleja en las reacciones frente a los movimientos de Etiopía a inicios de 2024.

— ¿Cómo están utilizando las potencias globales a Sudán y Sudán del Sur como campo de batalla para la influencia geopolítica? ¿Existen paralelismos con otros conflictos por poder en la región, como Yemen o Siria?

— El conflicto en Sudán es una guerra por encargo, similar a las de Yemen o Siria. La milicia de Apoyo Rápido actúa como agente de los intereses de los EAU y EE.UU., sin una causa clara propia.

— El ministro de Cultura e Información, Khalid Aleisir, declaró recientemente que durante muchos años, EEUU ha seguido políticas que han obstaculizado al pueblo sudanés. ¿Puede comentar sobre esta afirmación?

— Sí, Khaled Al-Aisser, afirmó que las sanciones estadounidenses buscan presionar para cumplir sus objetivos, como parte de su guerra contra el terrorismo. Estas sanciones han provocado la devaluación de la moneda, escasez de bienes importados, aumento de precios, y parálisis de sectores vitales. Por otra parte, generan aislamiento diplomático, debilitamiento en negociaciones internacionales y división de la opinión pública. Ya mencioné el agravamiento de la crisis humanitaria. Además, hay un debilitamiento del ejército, fortalecimiento de las milicias, y prolongación de la guerra con acusaciones de uso de armas ilegales.

— ¿Qué tan efectivas han sido organizaciones como la ONU, la Unión Africana o las ONG humanitarias en abordar la crisis? ¿Son cómplices en mantener el statu quo o han marginado las voces locales?

— Los efectos de sus gestiones han sido muy débiles. En realidad, parecen ser cómplices, directa o indirectamente, de prolongar la guerra, especialmente la Unión Africana, que suspendió a Sudán. La cobertura mediática es insuficiente y el mundo no entiende el sufrimiento real del pueblo sudanés.

— ¿Existen movimientos de base, organizaciones de la sociedad civil o líderes locales en Sudán y Sudán del Sur que estén trabajando por la paz o la justicia?

— Los líderes comunitarios sudaneses no han podido resolver la crisis debido al colapso general del país y a la profunda polarización política y étnica, alentada por actores externos que buscan controlar las organizaciones comunitarias.

— Dado el arraigo de intereses tanto de las élites locales como de potencias extranjeras, ¿cómo sería un camino realista hacia la paz? ¿Cómo pueden abordarse los problemas sistémicos como la desigualdad, la corrupción y la interferencia extranjera para prevenir futuros conflictos?

— El camino hacia la paz puede construirse con pasos que ya han comenzado, como el control del ejército sobre áreas antes ocupadas por la milicia, la denuncia internacional a los países que fomentan el conflicto como los EAU, y el llamado global a cesar el apoyo a las milicias. Solo entonces se podrán iniciar negociaciones.

* En Tektónikos.
Sudán – LoQueSomos

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