La era de la abundancia y sus condicionantes

La era de la abundancia y sus condicionantes

econo132Susana Martín Belmonte*. LQSomos. Noviembre 2016

Como afrontar la desmercantilización de nuestro sistema económico

Estamos en un modelo económico dominado por los productos, ya se trate de productos o servicios, materiales e inmateriales. Su producción nos procura el sustento y su consumo nos es imprescindible para satisfacer nuestras necesidades. Sin embargo, un nuevo fenómeno está empujando al producto a un lugar periférico de nuestro mundo. Se trata de la desmercantilización de nuestra economía. Esta tendencia surge en la cúspide del proceso contrario, el proceso de la mercantilización progresiva de cada dimensión de nuestra vida, el proceso de la financiación, que sufrió un vuelco en la crisis de 2008. Este texto explora la naturaleza de esta tendencia, cómo nos afecta, qué transformaciones podemos esperar en el futuro y para definir algunas estrategias de acción política.

Algunas ideas de lo que aquí voy a desarrollar están recogidas en un anterior trabajo que publiqué en 2011 con el título “Nada está perdido, un sistema monetario y financiero alternativo y sano” (1) en el que incluía la propuesta de cambio de sistema monetario y financiero, sin la cual, la transición que nos espera será dramática. El curso de los acontecimientos desde entonces ha revelado cada vez más claramente esta tendencia y hoy tenemos más estudios y análisis que entonces para poder profundizar en ella.

Qué significa abundancia

Para entender lo que es la abundancia, hay que irse al concepto más básico de la economía: la diferencia entre un bien y un producto. Un producto se diferencia de un bien en que se puede hacer escaso y venderse. El ejemplo clásico para ver la diferencia entre uno y otro es el aire y el agua dulce, dos elementos creados por la naturaleza y esenciales para la vida por igual, y sin embargo el agua se puede vender y el aire no, por la sencilla razón de que el aire no puede hacerse escaso. No se puede impedir a nadie el acceso al aire por los mecanismos de la propiedad y por eso es un bien pero no es un producto. Mientras que sí se puede restringir el acceso al agua dulce, razón por la cual es un bien y también puede ser un producto. El hecho de que algo tenga valor económico pueda venderse depende de su demanda y de su escasez.

La era de la abundancia ha sobrevenido gracias a la revolución digital, que ha convertido en abundantes algunos bienes que antes eran (o se podían hacer) escasos. A semejanza de agua se convirtiera en aire, de forma metafórica, este proceso también “evapora” el valor económico.

Los ejemplos más conocidos de este fenómeno los tenemos en los bienes del conocimiento: libros, música, películas, planos, fórmulas, noticias, marketing… El ejemplo de los libros es fácil de seguir: la tecnología digital permite separar el continente (las páginas de papel) y el contenido (el texto). Este último puede adoptar otro formato, el formato digital, que se puede poner a disposición del público para su descarga por un coste ínfimo. Con cierta infraestructura como un dispositivo digital de lectura y acceso a internet, cualquiera puede descargar este formato digital del libro y disfrutarlo en unas condiciones que en muchos casos son igual de satisfactorias que en soporte papel. El producto se libera de sus límites y fluye a través de la Red, reduciendo mucho sus posibilidades de venta.

Otro tipo de abundancia nos ha llegado por la apertura de mercados tradicionalmente cerrados y monopolísticos. Se trata de la capacidad de cada persona de acceder a la capacidad de producir para su propio consumo en esas industrias. Esto es algo que generalmente no puede hacer una persona de forma aislada y exige la formación de algún tipo de estructura colaborativa o cooperativa con otras personas que persigan el mismo fin. Como resultado, se rompe el monopolio de oferta de estos servicios y se reducen los márgenes de beneficio en estos sectores. La electricidad es un ejemplo. La producción eléctrica hasta hace poco exigía grandes operadores y tendía a la concentración empresarial. Con el surgimiento de las energías renovables, la producción se puede descentralizar, las redes de distribución tienen capacidad de reducirse para formar islas territoriales que permiten compartir la energía generada en un radio menor e incrementar la eficiencia. En Alemania las cooperativas de energía verde constituyen el 27% de la generación eléctrica. La abundancia en este caso consiste en acceder a mercados tradicionalmente monopolísticos para que los antaño meros consumidores, haciendo una determinada inversión, pasen a auto-abastecerse de ese bien. El cliente y el productor se funden en una sola figura: el prosumidor, que se une a otros prosumidores, en unas ocasiones para poder generar el servicio, pues la clave del servicio en muchos casos está en la red, o para optimizarlo en otros casos.

La desmercantilización

Esta tendencia se ha denominado desmercantilización (2), pues lo que es común en estos dos casos es que el mercado se reduce, bien porque el producto deja de serlo, para convertirse en un bien libre con muy pocas posibilidades de venta, bien porque el consumidor se autoabastece del bien gracias a unas determinadas estructuras organizativas, y la inversión atomizada en infraestructuras.

Napster redujo a escombros la industria discográfica, Wikipedia acabó con las enciclopedias, los blogs y el formato ePub tienen contra las cuerdas al mundo editorial. Linux dio fin a la línea de Windows para servidores. Las recomendaciones de otras personas generan ya mucha más confianza en los productos y negocios para los consumidores que los consejos publicitarios que producían las antaño boyantes agencias de publicidad. Si el dinero electrónico y las apps móviles, como medio de acceder a él, van a suponer el cierre de más de un 50% de las oficinas bancarias (3), la cadena de bloque tiene muchas posibilidades de acabar con la banca como modelo de negocio y las monedas sociales tienen muchas posibilidades de sustituir una buena parte del dinero tal como lo conocemos.

El intento de hacer de nuevo “escasos” estos bienes para poder seguir vendiéndolos pasa por una regulación que prohíba las prácticas de compartir entre iguales (también llamado P2P por su acrónimo del inglés peer to peer) o destruir la neutralidad de la Red para que los contenidos que se comparten en modo P2P se descarguen de forma mucho más lenta que los demás. Ambas estrategias se están dando pero, como veremos, están provocando una desmercantilización aún mayor.

Los prosumidores y la autoprestación de servicios: Electricidad, telecomunicaciones, movilidad, etc.

El fenómeno del autoabastecimiento que hemos mencionado en relación al sector eléctrico no es único. El sector de las telecomunicaciones ha empezado a sufrir una transformación similar cuando los usuarios han decidido crear sus propias redes de telecomunicaciones en formato de autoprestación, precisamente para garantizar una neutralidad de internet cada vez más amenazada, la privacidad y el acceso a bajo coste de los usuarios que la componen. güifi.net es una experiencia pionera de red de malla (mesh networking en inglés) (4), que son redes auto gestionadas muy robustas por la alta replicación del servicio a través de sus nodos. Es el primer operador de telecomunicaciones que adopta una visión de las telecomunicaciones como una parte del procomún con una licencia que se ha denominado RALN (5) (procomún de la red abierta, libre y neutral).

El objetivo que persigue, y está logrando cumplir, güifi.net es que las personas organizadas puedan construir una red de telecomunicaciones que garantice condiciones en la prestación que son esenciales, sin necesidad de tener el músculo financiero que suele exigir un proyecto tal. De forma descentralizada, con pequeñas inversiones: routers, antenas, instalados en sus hogares y empresas, los usuarios forman la red que ellos mismos utilizan. La organización además instala fibra óptica allí donde es necesaria. No hay accionistas que aprovechen una posición dominante de mercado para extraer beneficios. La red se mantiene gracias a los propios usuarios, que mantienen personalmente el servicio en algunos casos y también pagan un coste módico por el servicio a través de la Fundación Güifi. Al ser gestionado por una fundación, el servicio se ofrece sin ánimo de lucro por principio.

Otros sectores ya apuntan hacia un modelo similar, como la posibilidad de un sector del transporte sostenible sin conductores (6), con vehículos alimentados con fuentes de energía renovable conectados entre sí gracias a la tecnología GPS y el internet de las cosas. Si bien ha sido una plataforma privada, Uber, la que apunta de forma explícita en esta dirección, la infraestructura necesaria (el parque de vehículos) de momento la ponen los usuarios y conductores. Nada impide que estos usuarios se auto-organicen, cuando la tecnología esté disponible, para evitar la captura de la mayor parte del margen por parte de la plataforma. La infraestructura puede ser construida poco a poco a base de inversiones individuales (aportando cada persona el vehículo que adquiera) y el coste del servicio podría limitarse al mantenimiento de dicha infraestructura. La ventaja de añadir el vehículo a una red, en lugar de disfrutarlo a título individual consistirá en la capacidad de compartir su uso para amortizar antes su coste o el hecho de poder utilizar otro vehículo de la red cuando uno tenga la necesidad, cuando se encuentre en otra localización geográfica, por ejemplo.

De todas estas transformaciones, la más interesante y vertiginosa con diferencia es la del sector bancario. El sector bancario está sufriendo una reducción en su negocio y en sus márgenes gracias a la irrupción de los prosumidores. Por el lado del crédito, con el P2P lending, o las plataformas que articulan el crédito de particular a particular, como Zopla o Comunitae. Por el lado de la creación monetaria, que es en realidad la principal función del sistema bancario, la competencia disruptiva está llegando de Bitcoin. Bitcoin permite la desintermediación del sistema monetario, cada persona puede crearse una cuenta y recibir y enviar bitcoins a través de internet por medio de un protocolo denominado cadena de bloque. Este protocolo permite que la tradicional función del banco, que es mantener la información de quien debe a quien qué, sea sustituida por las verificaciones entre pares (P2P). O sea, en lugar de que cada banco mantenga un libro contable con las transacciones que realiza, la cadena de bloque permite que se mantenga un libro público de registro de estas transacciones. Las personas que participan en este sistema, verifican las transacciones, sin necesidad alguna de que un banco lleve a cabo esta función. Ya hay más transferencias internacionales en bitcoin que a través de Western Union.

La economía colaborativa y la abundancia de compartir

La economía colaborativa es un campo en el que se pueden incluir muchas de las transformaciones que ya hemos descrito. La reutilización de objetos, el acto de compartirlos o los esquemas de ayuda mutua también pueden considerarse otra ramificación de la desmercantilización, pues permiten a los usuarios satisfacer necesidades que en otras circunstancias se podrían haber satisfecho mediante la producción formal de bienes y servicios. Gracias a plataformas online, en la mayor parte de los casos, los prosumidores contactan entre sí, colaboran y se evalúan mutuamente. En ocasiones se trata de convertir el activo que es propiedad de una particular, en tanto no lo use, en un activo transferible que le da capacidad de acceso a otros bienes, aumentando su poder adquisitivo y sustituyendo a los operadores tradicionales. Los ciudadanos comparten su casa, su coche, etc., activos concebidos para un uso exclusivamente privado, como medios de producir algún tipo de valor en la comunidad. De este modo, viajeros que van en coche transportan a otros viajeros, haciendo la competencia a los autobuses de línea o los trenes. Personas que se van de vacaciones, en lugar de dejar su casa vacía, permiten que otros la usen y gracias a eso pueden ellos recibir alojamiento en otra ocasión, convirtiéndose en una alternativa a los hoteles y alquileres turísticos profesionales. Los progenitores de bebés de 6 meses cambian la ropa de cuando tenía 3 por prendas para bebés de 9, ahorrando en ropa nueva. En todos estos casos, se trata de la sustitución de sectores de producción tradicional por agrupaciones de prosumidores organizados alrededor de una plataforma de colaboración, en la cual se genera valor para los participantes y para la comunidad.

Este valor se puede registrar o no. Mientras que Couchsurfing es una forma de generar y recibir un valor no registrado, en otros casos, ese valor se registra en moneda convencional, como Blablacar: unos usuarios pagan por que otros les lleven de un punto a otro en su coche. En otros casos, el registro del valor se produce en monedas complementarias, por ejemplo, en los bancos del tiempo la gente hace favores y pequeños servicios a sus vecinos y ese valor generado se registra en una contabilidad de horas entregadas y recibidas a cualquier otro miembro de la comunidad. Es importante destacar que este valor social, cuando se registra en moneda convencional, en algunos casos no acaba en manos de los prosumidores sino principalmente en manos de los gestores de la plataforma a través de la cual se coordinan para colaborar. Por ejemplo, las reseñas dejadas por los usuarios construyen la reputación de algunos negocios, algo que atrae a los usuarios buscando opciones de consumo. Esta audiencia se convierte en un activo que explotan los proveedores de la plataforma a nivel económico (Google places, Tripadvisor, etc.). No vamos a entrar en la cuestión de qué parte del valor de estas plataforma la constituyen las plataformas tecnológicas y qué parte la constituyen las opiniones de los usuarios, pero este tipo de servicios tienen efecto red y por lo tanto tienden al monopolio de forma natural, lo cual propicia una apropiación de valor mayor por parte de la plataforma que por parte de los prosumidores. De este modo, se ha establecido una distinción entre economía colaborativa en general y economía colaborativa procomún. En ésta última las plataformas digitales que desarrollan recursos comunes son de propiedad compartida y devienen accesibles como bien público, permitiendo así que los prosumidores acaparen la mayor parte del valor en ellas y también que tomen parte en definir su evolución como medio de producción (7).

En todas estas industrias, la irrupción de los prosumidores sienta las bases para ofrecer una competencia atroz a los operadores dominantes y para la drástica reducción de la productividad y los dividendos de estos operadores como consecuencia, tal como veremos después.

La llave de la abundancia: Tecnología, protocolos, licencias, reputación y comuneros

Desmercantilización es un término que surgió como una demanda social para detener la entrada del mercado en todos los ámbitos de la vida, pero en la actualidad se trata de un fenómeno que se está dando por una serie de causas que vamos a examinar. Todas estas transformaciones que hemos examinado tienen de fondo una realidad: el producto tiende a minimizarse y, en última instancia, a desaparecer, a convertirse en un bien sin posibilidades de ser monetizado gracias los productos definitivos de la industria del conocimiento como son protocolos, licencias, y diseño de nuevos usos sociales. Por un lado, los protocolos de acceso, compartición y reproducción casi ilimitada de los activos digitales. El protocolo TCP/IP, que da base al propio internet, sería el primer ejemplo. Los protocolos de comunicación son como lenguajes, formas de transmitir información. Si Bittorrent (8) o eDonkey son los protocolos de comunicación líderes para compartir archivos, la cadena de bloque se está afianzando como protocolo de comunicación de valor económico, que está permitiendo la construcción de sistemas monetarios paralelos, de los cuales, Bitcoin es el primero y más exitoso hasta ahora. Los contratos inteligentes (Smart contracts) que se pueden crear con la cadena de bloque, permiten la ejecución automática de determinadas acciones cuando se dan determinadas circunstancias, sin intervención humana, y tienen muchas posibilidades de alterar de forma disruptiva la industria de los seguros o la actividad de los notarios. Por otro lado tenemos las licencias que protegen la integridad del uso de los activos que se gestionan mediante los protocolos: las licencias de creative commons (para contenidos editoriales), la licencia GLP creada por Richard Stallman para el proyecto GNU (9) y que se usa desde entonces para el software libre, o el mencionado RALN, creado para la redes de telecomunicaciones procomún. Y no podemos olvidarnos del diseño y usabilidad de las plataformas, que establecen nuevos patrones de actividad social en la economía colaborativa. Un ejemplo fue empezar a registrar la reputación de los participantes, que empezó en el portal eBay y de ahí se extendió a innumerables plataformas y ha generado toda una nueva fuente de valor.

Pero si los protocolos de comunicación y las licencias son importantes, más lo son las personas. En contra del homo economicus, el axioma de la teoría económica que considera como hecho evidente el comportamiento egoísta del ser humano, y que ha sido ya perfectamente refutada a nivel empírico (10), aparecen como un fenómeno ya consolidado los comuneros (commoners en inglés), aquellos que perpetran la producción de bienes desmercantilizables. Por un lado están las personas que construyen los registros de reputación dejando una reseña de un restaurante, una empresa, un servicio u otro prosumidor en alguna plataforma para que otros usuarios se beneficien. Por otro, nos encontramos con los voluntarios que construyen y mantienen Wikipedia, Güifi, Linux o cualquier otro bien común. Se trata de un comportamiento basado en que las personas entienden que el bien de otro, de la comunidad, es también su bien particular, y que si muchas personas hacen lo mismo, todos salen ganando. Un comportamiento irracional según la ortodoxia económica, pues la mayoría de estos comportamientos no tienen una retribución económica directa, o si la tienen, su coste de oportunidad es elevado. En algunos casos, en los que estas personas dedican una parte importante de su tiempo a estas actividades, los modelos de retribución que las sostienen (donaciones, crowdfounding, etc.) con frecuencia no pagan los costes reales de producción sino una parte de ellos, otra parte sigue sostenida por trabajo voluntario no retribuido, un trabajo que llega a darse en condiciones de auto explotación difícilmente sostenibles en el largo plazo. Es evidente que su sustento es un reto a resolver, al igual que lo es el desempleo. Pero también es importante destacar que el axioma del homo economicus no se cumple: las personas se comportan de diferente manera ante diferentes circunstancias y es incorrecto tomar el egoísmo ciego por principio.

El impacto de la desmercantilización en la economía actual

Según el ranking de Forbes 2016 de las mayores empresas que cotizan en bolsa (11), el 65% son empresas de la economía del conocimiento: banca, seguros, informática, Internet, salud, laboratorios farmacéuticos y entretenimiento, con gran predominio de las dos primeras. Agregando las de Telecomunicaciones y energía llegan al 80%. A principios de los años 2000 los puestos de cabeza de este ranking estaban dominados por las empresas petroleras y constructoras de vehículos, mientras que las empresas del conocimiento encabezaban el ranking de aquellas cuyos beneficios crecían más rápido. Una de las diferencias más llamativas entre las industrias que encabezaban el ranking en 2000 y las que lo encabezan ahora, es que las primeras empleaban millones de personas y las últimas emplean tan solo algunos cientos de miles. Nuestra economía (la española, al igual que la europea) está altamente terciarizada. Un 75% del PIB son servicios, entre los cuales están los clasificados dentro de la economía del conocimiento. Es decir, la tendencia a la desmercantilización nos afecta de lleno.

La historia económica de la humanidad viene marcada por la evolución que genera la innovación. Con cada innovación, los sectores más innovadores producen un mayor valor añadido, es decir, acaparan más margen de beneficios y como consecuencia, más talento y más trabajadores, en detrimento de los sectores más primitivos. Los sectores de vanguardia han ido evolucionando a lo largo de la historia. En la antigüedad era la agricultura, en la edad media pasó a ser la artesanía, en la edad moderna el comercio, luego la industrialización, y ahora es el conocimiento. Un sector del conocimiento que, desde la revolución digital, ha empezado a evaporar el valor.

Esta evaporación del valor da la vuelta a la tendencia evolutiva milenaria del sistema económico. Anteriormente ya había anunciado la “atrofia del camino evolutivo natural del capitalismo”(12) refiriéndome a este fenómeno. Un fenómeno cuyo protagonista es el sector financiero, como veremos.

La tendencia a la desmercantilización ya se está empezando a ver en ciertos indicadores, uno es el estancamiento de la productividad. Recientemente, Robert J. Gordon en su libro “El auge y caída del crecimiento americano” (13) denunciaba que la revolución digital no está aportando los incrementos de crecimiento económico, ni los incrementos de la productividad, que se experimentaron gracias a las innovaciones que se dieron en el siglo comprendido entre 1870 y 1970.

Es necesario aclarar que la productividad laboral se puede medir en unidades de producto producidas por hora de trabajo, pero la medición más extendida es en términos monetarios, y es a este tipo de productividad a la que se refiere Gordon. Este tipo de medición de la productividad mide el valor económico de la producción por hora trabajada (otros indicadores usan el valor añadido), o por persona ocupada. Por ello, para que se dé un aumento de productividad es necesario no solo que aumenten las unidades o cantidad de producto obtenido por hora trabajada, sino que esa producción se venda. En este último punto es justo donde las innovaciones digitales no cumplen con el papel que otras innovaciones anteriores cumplieron. Lo que está ocurriendo en la actualidad es que mientras que la productividad en unidades sube, la productividad en valor económico baja.

La productividad se ha estancado por falta de ventas. La revolución digital está generando procesos que aumentan la productividad en unidades: las unidades de producto obtenido por hora trabajada, pero algunas de ellas también desmercantilizan el producto, de forma en algunos casos las ventas de ese producto no aumentan en la misma proporción o incluso disminuyen. Volviendo al ejemplo de la industria discográfica, la digitalización de la música y su distribución en el entonces nuevo formato CD supusieron un abaratamiento muy importante en los costes con respecto a la producción en vinilo, y esto hubiera incrementado los beneficios y la productividad de la industria, si no hubiera sido porque la digitalización, con el advenimiento de internet, permitía hacer algo más que vender la música en CD’s; permitía algo hasta entonces inédito: los usuarios podían compartir archivos de música online, de forma que otros usuarios tenían acceso al archivo de música con la misma calidad que el original de forma sencilla y casi gratuita, eliminando así la necesidad de adquirir CD’s para disponer del bien, la música, reduciendo así los ingresos por ventas de la industria y, como consecuencia, la productividad.

Esto explica también como, algunas nuevas tendencias e innovaciones han sido sobrevaloradas en su capacidad de generar crecimiento económico, por ejemplo, el internet de las cosas (14). El internet de las cosas consiste en conectar los aparatos a Internet para publicar sus datos, lo que genera grandes datos (Big data) en abierto que pueden ser capturados por aplicaciones para dar servicios a los usuarios. Por ejemplo, tu ayuntamiento puede poner sensores o etiquetas de radiofrecuencia (RFID) a los autobuses urbanos, detectar el paso de cada autobús por cada parada, y emitir estos datos en abierto. Si el autobús que te lleva del trabajo a casa pasa cada 20 minutos o más, una app móvil que lea esos datos te puede cambiar la experiencia de volver a casa de forma radical: consultas cuando va a venir el autobús, te mantienes ocupado hasta que falten 5 minutos, luego te bajas a la parada y el autobús aparece, como si hubieras llamado a un taxi. La posibilidad de que este tipo de aplicaciones cambien la vida de la gente a mejor es enorme. La posibilidad de que supongan crecimiento de la economía o del empleo no está tan clara. El internet de las cosas permite el acceso a información sobre vehículos, electrodomésticos, y otros aparatos a distancia, así como su control remoto, todo esto puede ahorrar mucha mano de obra. Además, también permite una mejor coordinación para disfrutar cómodamente de bienes comunes, facilita el compartir y, en este sentido, puede contribuir a reducir las necesidades de la gente de poseer determinados activos, o al menos de poseerlos en exclusiva. Sin duda, los nuevos aparatos de todo tipo cada vez incorporarán más dispositivos de conexión para aprovechar estas ventajas, pero el argumento de que esto generará mayor actividad económica en términos absolutos es poco concluyente.

El otro indicador que apoya la hipótesis de la desmercantilización es la falta de inversión empresarial que se está registrando a causa de la falta de beneficios empresariales esperados, tal como Michael Roberts viene anunciando en su blog. Incluso en momentos como los actuales en que la economía estadounidense parecía que despegaba, estudios recientes demuestran que el crecimiento es efímero y basado exclusivamente en el consumo, que ha sido alimentado artificialmente por condiciones crediticias favorables y un aumento de los precios inmobiliarios (de nuevo). A pesar de esta recuperación del consumo estadounidense, la inversión empresarial no aumenta (15). Analizando el crédito empresarial, Richard Koo en un reciente artículo defendía que falta demanda de crédito por falta de rentabilidad o falta oportunidades de negocio (16). Esta falta de demanda de crédito está presionando el tipo de interés a la baja, de forma que estamos probablemente ya en un tipo de interés natural igual a cero.

No es simplemente desempleo tecnológico

Es importante identificar la desmercantilización como un proceso de diferente naturaleza a la automatización pues hay un proceso de automatización en todo proceso de desmercantilización, pero la automatización no siempre ha tenido ese efecto; hasta hace poco también aumentaba la productividad. El desempleo resultante de la automatización se llama desempleo tecnológico y para resolver este problema se planteaban políticas redistributivas como una solución para todos: los trabajadores y la industria. Estas políticas permitían a los trabajadores recibir subsidios que les habilitaban para seguir consumiendo el producto a las empresas. Así, las empresas podían seguir vendiendo y el Estado recaudaba impuestos que servían para pagar los subsidios y redistribuir así la renta. Esta era la base económica del contrato social implícito en la socialdemocracia. En el proceso de desmercantilización esta solución no funciona igual, ya que, por mucho que los trabajadores tengan acceso a mayores rentas, el producto desmercantilizado no va a venderse más, pues nadie paga por algo que no es necesario pagar, aunque tenga dinero. Si la automatización destruye empleo, la desmercantilización destruye empleo y valor económico, y en genera un tipo de desempleo que se podría denominar de desempleo tecnológico definitivo.

La transición

Nos espera la transformación radical del sistema económico que conocemos hasta la fecha y de sus dinámicas de evolución. La economía de mercado no dejará de existir y, sin duda, no todas las innovaciones causarán la desmercantilización, aunque potencialmente puedan generarla. Sin embargo, es patente que algunas innovaciones sí lo están haciendo y que existe un empuje social en esa dirección. Con una brecha creciente entre la innovación, la productividad y el crecimiento económico en estos casos, se abre una nueva era que ya se está denominando la era de la abundancia. Esta tendencia a la desmercantilización, aunque sea en ámbitos acotados del sistema económico, irá erosionando cada vez más el empleo y los beneficios en muchas de las industrias de vanguardia.

En las demás industrias, la tendencia a los rendimientos decrecientes del capital seguirá su curso histórico, reduciendo también los márgenes empresariales. Esta tendencia es la que históricamente reduce el beneficio en las empresas en las industrias consolidadas, cuando hay competencia perfecta, pues cuantas más hay, menos ganan cada una y más tienden los precios a igualarse al coste marginal de producción. Lo nuevo en la situación actual es que también las industrias de vanguardia y los monopolios el valor económico tienda a reducirse de forma bastante rápida también. En conjunto, la combinación de estas dos tendencias irá erosionando las posibilidades de beneficio y de crecimiento económico de forma inexorable.

Esta tendencia en algunos casos se contrarrestará con la contraria, la financiación, todavía presente y muy viva entre nosotros. La acaparación del valor por parte de ciertas plataformas que operan en la economía colaborativa, en detrimento de los usuarios que ponen sus activos para hacerlas posibles, es un ejemplo muy significativo de este caso. Antes hemos mostrado los ejemplos de Google places y Tripadvisor, pero podemos incluir en este grupo a otros como Uber o AirBnB. Es decir, es posible que no todos aquellos sectores que reúnen las condiciones para desmercantilizarse experimenten dicha transformación.

También se están dando acciones políticas para frenar esta tendencia a la caída del beneficio: reforzando los monopolios y la regulación, una regulación que en muchos casos está enfocada a proteger los mercados con barreras de entrada, a apuntalar los derechos de copia y las patentes en un intento legislativo de dar cuerpo a una escasez evanescente. El ejemplo del “impuesto al sol” implantado en España recientemente, que desincentiva el autoconsumo de energía renovable es un claro precedente, cuyo objetivo es mantener los beneficios de las grandes empresas eléctricas en contra del bien público de sustituir fuentes de energía fósil por fuentes renovables.

Retos para un nuevo modelo económico

El impacto de la desmercantilización en nuestra economía se traducirá en unas nuevas circunstancias que nos impondrán algunos retos que será necesario abordar. Antes incluso de empezar a pensar cómo queremos abordarlos, es necesario empezar por entender cuáles son las variables económicas esenciales que se perfilan en estas nuevas circunstancias:

1. La reducción del mercado. Todo indica que el tamaño del mercado se reducirá inevitablemente y habrá una producción de bienes cada vez mayor fuera del mercado.
2. Reducción del empleo. El empleo formal también se reducirá en la misma medida, con un menor número de horas de trabajo pagadas en total.
3. La evaporación del valor. Hemos estado describiendo el proceso de evaporación del valor económico que ha traído la desmercantilización. El valor económico es lo que permite obtener renta o ingresos a los participantes en el proceso de producción (o financiación) del bien. Esto tiene enormes ramificaciones.
4. Reducción de la renta. Al desaparecer el valor económico, desaparece la renta, o la capacidad de extraer ingresos de la producción económica o la financiación de dicha producción. Esto es problemático en la medida en que mantengamos estructuras sociales en las que los ingresos en forma de renta sean esenciales para la vida de la gente o la producción.
5. La producción pública adquiere más importancia. Cuando no es posible monetizar un bien vendiéndolo, la única forma de sufragarlo es con un criterio de inversión para el bien público, que es tradicionalmente la función del Estado. A medida que se van desmercantilizando los bienes, su creación dependerá cada vez más de esta esfera de producción pública, no mercantil, que puede ser sufragada no solo desde el ámbito gubernamental, sino también desde el comunitario o desde el ámbito privado.
6. Se reducen los recursos del Estado. El aumento de la importancia de la producción pública no es óbice para que la reducción de renta mencionada afecte también a los ingresos fiscales del Estado. Al reducirse la renta, los ingresos del Estado por impuestos sobre la renta, sociedades, IVA, etc. serán cada vez menores, si continuamos con la configuración fiscal de la mayoría de los Estados, basada en grabar la renta (el ingreso).
7. Indicadores. En un contexto de reducción de la renta es un problema seguir midiendo el bienestar con indicadores basados en ella, como el PIB o la renta per cápita. Mientras la política económica siga dirigiéndose y controlándose con este tipo de indicadores, estaremos a ciegas en lo que se refiere a medir el bienestar o la prosperidad.
8. Infraestructuras de acceso. La abundancia en muchos casos dependerá de disponer de ciertas infraestructuras que sí tienen un valor económico. Por ejemplo, para obtener energía gratis del sol hace falta una placa solar o un molino que no es gratis. O para acceder a contenidos online necesitamos un dispositivo (ordenador, portátil, móvil…) y conexión a internet. Que la gente pueda disponer de estas infraestructuras será algo estratégico, pues abrirán la puerta de acceso al disfrute de bienes desmercantilizados.
9. La innovación. La innovación seguirá siendo una fuente de productividad, en unos casos funcionará como tal y en otros no, pero innovar nunca ha sido un negocio seguro, y sin embargo ha estado siempre presente en las sociedades más avanzadas. El papel del Estado en producir innovación ha sido mucho mayor del que con frecuencia se reconoce, tal como Mariana Mazzucato ha descrito de forma pormenorizada en su libro “El Estado Emprendedor”(17), por lo tanto, en gran medida, no depende del mercado. Por consiguiente, la innovación no tendría por qué sufrir grandes amenazas, siempre que el Estado o la producción pública tenga medios de financiación.
10. Redefinir la escasez y la abundancia. En la era de la abundancia tendremos que hacer frente a nuevos retos de escasez. Si los productos de alto valor añadido han dejado de ser escasos y se están convirtiendo cada vez más en bienes libres, sin embargo hay recursos que hace solo 70 años eran abundantes, como los combustibles fósiles o ciertos minerales y metales, que han pasado a ser escasos, así como nuestra capacidad de emitir CO2 a la atmósfera por su incidencia como coadyuvante del cambio climático, o la destrucción de la biodiversidad, amenazas muy claras a la supervivencia de nuestra especie.
11. Superar un modelo económico diseñado para crecer. En la vigente terminología económica, la tendencia que estamos describiendo se denomina depresión o recesión, pero también decrecimiento, cuando viene en forma de demanda ecológica. Es decir, la cuestión no es si decrecemos o no, la cuestión en el futuro cercano va a ser cómo lo hacemos. El reto más importante al que nos enfrentamos en esta coyuntura consiste en decrecer en un modelo económico como el nuestro, diseñado para crecer. Si continuamos como hasta ahora, decreceremos con una desigualdad social creciente.

Seguir leyendo, clic aquí, versión para descargar:
La era de la abundancia y sus condicionantes-2016-09-02

Notas:
1.-Martín Belmonte, Susana (2011) Nada está perdido. Un sistema monetario y financiero alternativo y sano. Editorial Icaria, Barcelona.
2.- Escuché la denominación de desmercantilización a Marco Berlinguer en la conferencia de los comunes (procomuns.net) en Barcelona en marzo 2016 refiriéndose al caso de Wikipedia. Hasta entonces yo hablaba de la destrucción del producto o expresaba esta idea con otros circunloquios. Marco Berlinguer, Mayo Fuster y otros investigadores han estado estudiando el valor de los bienes comunes dentro del proyecto europeo P2P value (más información en https://p2pvalue.eu).
3.-El cierre de oficinas bancarias conduce a la reducción de la competencia en el sector (20/05/2016) Mundiario
4.- Mesh networking
5.-RALN: Publicado en la web de güifi.net. Consultado en agosto de 2016
6.- Entrevista a Jeremy Rifkin: “En 35 años el capitalismo ya no será el modelo dominante” – 21/09/2014 – Huffingtonpost –
7.-Sobre la economía colaborativa procomún puede encontrarse más información en la convocatoria de la conferencia procomuns.net. Celebrada en marzo 2016. “Construyendo economías colaborativas procomunes en Barcelona”
8.-Definición del protocolo BitTorrent, Consultado en Agosto 2016.
9.- El proyecto GNU fue iniciado por Richard Stallman con el objetivo de crear un sistema operativo completamente libre, tal como lo define Wikipedia, Consultado en Agosto 2016.
10.- Zaman, Asad (2016) Economic Theory as Ideology. Publicado en WEA- Consultado en Agosto 2016.
11.-Lista de las 2000 empresas que cotizan en bolsa más grandes del mundo 2016 – Forbes, consultado en julio 2016.
12.-Martín Belmonte 2011, pg. 153.
13.-El falso auge tecnológico puede estar condenándonos al estancamiento económico (08/04/2016) MIT
14.- La consultora IDC en la presentación de sus predicciones de 2013 en Madrid (13/02/2013), reconoció que una de las tendencias de 2012 que no se había cumplido fue el crecimiento del sector tecnológico generado por el internet de las cosas.
15.-Roberts, Michael (29/07/2016) Shopping for growth – The Next Recession Blog
16.- Koo, Richard () The other half of macroeconomics. The Real World Economics Blog
17.-Mazzucato, Mariana (2014) El Estado emprendedor – RBA libros.

* Soberanía Financiera

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