La lengua que lucha

Hay quienes ejercen la burla como deporte diario. Y si es contra los chavistas, les da caché. Esos dueños de la sapiencia más ancestral vienen de lejos. A Chávez le decían "mono", "macaco", "cerebro de verruga" y cualquier otra sandez. Chávez comenzó a usar el llamado "lenguaje de género", y se burlaron. Le decían bruto, bestia, animal. Decían que no "acaterían" dicha forma de hablar (García Arocha, 2009) , que era una falta del "verbo responsabilidad" (Machado 2012).

Hoy, la culta burla continúa. Siguen burlándose de la visibilización de la mujer a través del lenguaje. Se aferran a las normas de la Real Academia Española, con mayor fuerza incluso que muchos de los lingüistas que hacen vida en ella allá en Madrid. No pocos ridiculizan en lenguaje de género, incluso muchos nuestros suelen decir que es una exageración estar hablando en femenino y masculino para cada término.

En 2004, un título de una Universidad autónoma venezolana decía: Gabriela Blanco, Odontólogo. Hoy, dice Odontóloga. Cabe preguntarnos: ¿por qué históricamente nos acostumbramos a generalizar hacia el género masculino?

Pues, la fundación de la escuela que devino en la que hoy conocemos en Venezuela, viene de la tradición católica, en la cual, quienes podían optar a la obtención de títulos profesionales, eran sólo hombres. Por ello estamos habituados a decir Doctor y no doctora, la abogado y no la abogada, la odontólogo y no la odontóloga, la ingeniero y no la ingeniera, la bachiller y no la bachillera. Bachillera? Suena horrible, sí.

Claro, pero no suena horrible porque sea horrible, sino porque no estamos acostumbrados a escuchar esa extraña palabra. La razón es histórica. Nuestros antepasados construyeron una relación directa de subordinación de la mujer respecto al hombre. De esa forma, el idioma no es sólo lo que somos, sino lo que hemos sido. Refleja de dónde venimos. El patriarcado no sólo es capitalista, es más atrasado aún. En el esclavismo la mujer ya tenía un rol menos valorado. Obviamente si sólo los hombres podían ser bachilleres cuando ese título tenía fuerza y valor, el chip idiomático que tenemos en la cabeza aprueba la palabra bachiller y le da asco la palabra bachillera. Siempre lo escuchamos así, pero no por casualidad sino por causalidad. El sexismo construyó el lenguaje y el lenguaje, a su vez, construye sexismo.

La larga evolución del latín al español está marcada también por contextos, siempre patriarcales y machistas. Por ello resulta ancestralmente chocante a algunas personas, cuando se usa el lenguaje de género. Algunas muchachas jóvenes, estudiantes, blasfeman a todo pulmón la utilización "chavista y ridícula" del lenguaje de género, sin detenerse a pensar que apenas en 1945 es que ellas obtienen el derecho al voto en Venezuela y que ese tipo de atrasos no han sido superados del todo.

Es típico que en una conferencia nutrida el orador u oradora manifieste: Un saludo a todos… Las mujeres de la sala no son nombradas, los hombres sí. Eso es normal. Es normal, porque es norma. Es lo establecido, es el deber ser. Es lo que dicta la lingüística de aquellos profesores polvorientos capaces de recitar manuales. Sí. Pero justo no es. No es justo porque hay hombres, pero también hay mujeres. Y si se trata de un saludo, deberíamos mencionarlos a ambos géneros (claro, si coincidimos en que las personas de ambos géneros son igual de importantes. A quienes crean, como la institución vaticana que las mujeres son un sub-género complementario con roles limitados, le sugerimos dejar de leer este texto).

Está demostrado filológicamente que los hablantes tienen una tendencia a simplificar o reducir la cantidad de sonidos que emiten para comunicarse. Por eso el vocablo "Vuestra Merced" pasó a ser vuessa merçed, luego a vuesançed, luego vuesansted, posteriormente vosasted, más adelante fue vuasted, después vusted, hasta llegar a Usted.

Toda lengua evoluciona, es dialéctica. De esa manera, si usted dice me voy PA' la playa, puede notar la simplificación a la que hago referencia. Tal vez en cien años, sea la norma decir "PAL cine".

Ahora.. ¿De qué manera se puede visibilizar a la mujer en el lenguaje, teniendo en cuenta que el cerebro humano tiene la natural tendencia a disminuir el esfuerzo y la cantidad de sonidos al hablar?

Lo primero que habría que hacer, es ir conformando aparatos de estudios de la lengua desde nuestra visión, espacios ocupados por lingüistas con visión integral más allá de los manuales monárquicos, que puedan hacer valer la lucha de nuestros pueblos contra el colonialismo y la visión monárquica de todo, que puedan dar un especial lugar a la gramática de Andrés Bello. Si queremos consolidar la independencia cultural, debemos comenzar a defender nuestros códigos propios, lo que nos diferencia de la España que nos dejó el idioma, más allá de la burla de los nuevos colonialistas criollos.
Lo que no se nombra, no existe. Por ello rescatamos el derecho de las mujeres a ser nombradas y reconocidas no sólo en materia jurídica y política sino en la vida cotidiana y social, recordando siempre en palabras de Louise Kneeland que el socialista que no es feminista carece de amplitud y el feminista que no es socialista carece de estrategia.

* Publicado por Género con Clase

– Ilustración de Eneko

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