La oruga y la mariposa

La oruga y la mariposa

albert-rivera-LQSomos-csÁngel Hernández Pardo. LQSomos. Diciembre 2015

Siempre sentí curiosidad por la metamorfosis que se produce del gusano de seda a la mariposa. De niño me hice aficionado a cuidar a estos insectos con el propósito de asistir a ese proceso de transformación. Los observaba continuamente en aquella caja de zapatos donde los deposité. Comprobé también que las orugas menos domesticadas se convertían en bellas mariposas. Me fascinaba observar esos cambios que la naturaleza me proporcionaba. Era tanta mi curiosidad por esos cambios que se producían de manera tan sorprendente que mi cerebro se fue especializando en reconocer cualquier manifestación en ese sentido. Todo ser viviente era para mí un banco de pruebas donde escudriñaba cualquier alteración que se realizaba en los mismos. Fue así como pude asistir a uno de los mayores prodigios de la naturaleza. Pude ver a unos delincuentes que tomaron un pueblo con las armas y al que mantuvieron durante décadas con una represión feroz transmutar hacia la democracia al estilo del Gatopardo.

Ya se sabe que tenemos la suerte de tener múltiples herramientas para hacernos pasar por algo distinto de lo que en realidad somos, para que nuestro pensamiento se oculte con el ropaje que mejor nos convenga para alcanzar nuestros deseos. Lo que cambiamos no es el fin sino los medios para conseguirlo.

Últimamente estoy perplejo con una nueva metamorfosis protagonizada por ese partido llamado Ciudadanos liderado por el tal Albert. Amigo de falangistas, que formó coalición en unas europeas con el ultraliberal Libertas y el golpista, de triste recuerdo en Madrid, Eduardo Tamayo. Se ha camuflado en una versión moderna del falangismo español. Es verdad que los de C’s están centrados en parecer de centro. De ellos emana un pensamiento nuevo donde las ideologías de derechas e izquierdas se han anulado, ya no existen, gracias a que el Profeta Albert y sus apóstoles tratan que nuestras neuronas en su proceso sináptico nos encaminen por los derroteros de nuestro más ilustre centristas de nuestra historia, el que fue el Jefe del Movimiento fascista Nacional, Don Adolfo Suárez. Nuestro Albert quiere ser el nuevo Adolfo Suárez del siglo XXI. Me imagino que su deseo está en que pasemos otros cuarenta años más —en este caso con su ideología falangista— para enterrar definitivamente la memoria de los que lucharon por la legalidad republicana y contra una de las peores dictaduras que han existido en el siglo XX.

Tenemos a José Antonio reencarnado en su primo Rivera. Ese cuerpo joven de Albert, como lo fue el de José Antonio Primo de Rivera, alberga sin ningún rechazo por parte de su sistema inmunológico, al seguidor del fascismo italiano. La imagen que vemos es la de Albert, pero el pensamiento es el de su primo. Tenemos en Albert al álter ego de José Antonio. Nuestro nuevo falangista revoletea con sus bellos colores para hacernos creer que sus propuestas pueden transmutarse en algo diferente a las de una derecha trasnochada por el simple hecho de recurrir a una retórica adaptada a los nuevos tiempos.

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