La Real hipocresía

La Real hipocresía

Venezuela. Con vergüenza ajena pero con explicaciones que sobran, vi que al doctor Asdrúbal Aguiar le incorporaban a la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras.  Sin embargo, no me sorprendió tanto tal designación con bombos y platillos, como el caradurismo del distinguido en su discurso de estreno.

La inmediatez de los medios de comunicación y la globalización de la información tiene sus cosas buenas. Aun cuando en este caso no lo parezcan tanto.

Advirtió Aguiar en sus palabras sobre diferentes aspectos de la realidad venezolana que cito a continuación, so pena de producir que no sigan leyendo este artículo: “El valor institucional y democrático de quienes se ocuparon del país entre 1958 y 1999,  luego de la dictadura y antes de la llegada del “Socialismo del XXI”,  encontraron como piso común la idea del pluralismo democrático y su defensa”. Claro, en el peligro de ser descubierto por los excelsos miembros de tal clan, obvia su participación en los años más catastróficos de las venezolanas y venezolanos, llenos de atroces violaciones a los derechos humanos, vulgares hechos de corrupción,  venta del país a potencia extranjeras, solo por mencionar algunos ejemplos estrechamente relacionados con la participación del homenajeado.

Aguiar, se atrevió a asegurar que “la actual revolución bolivariana que cínicamente muta en socialismo del siglo XXI y es una suerte renovada del viejo marxismo que le sirve de trastienda y ancla en la hermana República de Cuba desde la segunda mitad del siglo XX, para justificar así otro despotismo más de los tantos que nutren el devenir de Hispanoamérica”. Encerrado en un lujoso salón, vestido elegantemente y bajo la complicidad de altos jerarcas; sólo faltaba el Rey Juan Carlos quien abdicaba justo en ese momento. Por supuesto que parael rey, su hijo, la monarquía y el capitalismo, solo  había loas y admiración.

¿Y cómo no? Asdrúbal Aguiar formó parte de la debacle de la cuarta república venezolana. Una suerte de clase alta arribista, vista con malos ojos por los ricos de la época, pero con poder político. Ministro en varias ocasiones, secretario de la gobernación del estado Bolívar y gobernador del Distrito Federal, ahora estado Vargas y Distrito Capital; todo por nombramientos, nunca ganó una elección.

Sin embargo pretende dar lecciones de democracia, bajo la complicidad de cuello blanco y afirma que “la revolución ha pretendido consolidar, a través de reformas constitucionales o de constituyentes, las previsiones necesarias para que el mandamás logrero alcance su estabilidad, se aleje del poder sin perderlo, o se prorrogue en el ejercicio del poder, directamente o al través de sus designados”. Procurando omitir, como si fuese esto posible, las muestras de apoyo incondicional que da el pueblo al proceso que se vive en Venezuela, el amor que profesa por el comandante Chávez y la lealtad que le tenemos al presidente Nicolás Maduro.

Aguiar, que hace parecer que todo lo sabe, afirmó recientemente en una entrevista que el Estado venezolano pretendía establecer una hegemonía de medios de comunicación, pero en el último período de Rafael Caldera, con Asdrúbal Aguiar como ministro para la secretaría de presidencia, se otorgaron concesiones para emisoras de radio, televisión y cableras a todos sus amigos que fueron firmadas sólo horas antes de entregar la presidencia.

Una nota referente al acto dice,“Su discurso de incorporación no podía llevar título distinto: El problema de Venezuela. Y es así, porque la nación constituye su gran desvelo”. Parte de la guerra mediática que desde España y otros países del mundo enfilan contra la Venezuela libre que se levanta y rechaza estas acciones; pero sería de excelente provecho preguntarle a Aguiar por las constantes violaciones a los derechos humanos en las décadas de 1980 y 1990, el cierre de las escuelas técnicas, los políticos y estudiantes desaparecidos (de verdad) por esos días, la recluta, la ley de vagos y maleantes, suspensión de garantías,  la masacre de Cantaura y otras tantas preguntas de interés que el miembro de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras debería responder. Real hipocresía.

Otras notas del autor.

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