¿La reproducción justifica la muerte?

¿La reproducción justifica la muerte?

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

De una serie de seis collages sobre la reproducción animal y humana…

Ningún fin justifica ninguna muerte… entre los humanos. Pero este precepto no tiene tanto sentido cuando se trata de otros mundos vivos. Creer que la muerte posee algún fin es teleológicamente un sinsentido. Pero no cabe duda de que existen patologías como la necrofilia y/o los ladrones de tumbas e incluso una suerte de harto contradictoria escatología erótica representada vulgarmente por las 3000 especies de insectos palo como las Mantis religiosas. Sin embargo, hay más ejemplos de animales sacrificados en el altar del goce reproductivo. Ejemplos de distintos grados:

La araña cangrejo Xysticus cristatus se ha especializado en el bondage –esclavitud a la japonesa: las arácnidas son más grandes que los machos y están hechas para devorarles durante la cópula pero, en el caso de esta especie, es la hembra quien huye tras el apareamiento mientras el macho queda libre.

También escapan pero malamente heridas las tres especies del grillo norteamericano (Gryllidae) Como todos los grillos, éstos son muy territoriales y, por ende, muy agresivos contra sus congéneres -luchan de contino, se arrancan las patas y se destrozan las alas a mordiscos. En Tailandia y (dícese que) en el Imperio del Centro, se escenifican torneos populares con apuestas por medio. E intervienen en el fabulario clásico; Safo de Lesbos cuenta cómo eran los certámenes entre los dioses-grillos. Y varias supersticiones argumentan que estos insectos ortópteros se alimentan con el rocío mañanero. Pues bien, los grillos gringos salen del amor vivos pero incompletos pues la hembra les ha mutilado las patas durante el llamémoslo coito –algunos lo definen como canibalismo sexual.

Y entramos en el campo de la muerte erótica: el macho del cefalópodo Argonauta argo –que no llega al 10% del volumen de las hembras-, resuelve su inferioridad gracias a un tercer tentáculo-pene que se convulsiona dentro de la concha calcárea donde la hembra deposita sus huevos y los fertiliza. Pero, una vez cumplida esa función, el macho pierde su ‘pene’… y muere.

En cuanto a las archimentadas Mantis religiosas, fásmidos que viven entre 4 meses y un año durante los cuales cambian seis veces de aspecto, no es imprescindible que sus huevos – resistentes cual semillas-, sean fertilizados sexualmente puesto que también pueden recurrir a la partenogénesis. De ahí que sea rarísimo encontrar machos vivos y de ahí el mito de que son devorados por la hembra después o incluso durante la cópula… aunque no es descartable que así lo hagan pero sólo en laboratorio o si hay hambruna –lo mismo diríamos de multitud de otros seres vivos, humanos incluidos. Es notable que estos insectos palo no voladores, con tres ojos y un cuello que gira 180º, adopten una estrategia más propia del reino vegetal que del reino Insectivora pues sus gametos pueden sobrevivir incluso tras ser engullidos por los pájaros, defecados sobre la tierra y acomodados en el fértil entorno de los excrementos. Dicho en breve: encienden vida después de la muerte.Ilustración: arriba a la izqda., grabado de ladrones de tumbas. Abajo a la izqda., en 1828, asesinato por Burke y Hare de Margaret Docherty, su última víctima, en ilustración de la época. Arriba a la drcha., mediados del siglo XVIII en Londres, lección de Anatomía a cargo del cirujano W. Cheselden según óleo anónimo. Ilustración de 1849 sobre la necrofilia del militar Bertrand que asaltaba el cementerio de Montparnasse para copular con los cadáveres.

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