La sociedad contada a jóvenes

La sociedad contada a jóvenes

Por Pedro Casas. LQSomos.

Al igual que la naturaleza física se rige por lo que los humanos hemos llamado leyes físicas, el desarrollo de la sociedad, en la que ya estás inmerso/a casi sin darte cuenta, se ve condicionado por fuerzas poderosas que influyen en los procesos sociales. Si aspiras a lograr una vida digna para ti y los tuyos, y para el género humano en su conjunto, merece la pena que conozcas estas fuerzas que, tarde o temprano, te las vas a encontrar sin haberlas invitado.

Aclaro que vamos a describir la sociedad actual, siglo XXI, ya que ha habido formas diferentes de organizarse a lo largo de la historia, y seguro que también habrá cambios en el futuro, quizás tú puedas contribuir a ello, para bien o para mal.

Si has tenido la suerte de nacer en el llamado primer mundo rico, y perteneces a una familia sin demasiados problemas, vas a tener más posibilidades de sobrevivir; pero si has nacido en el seno de una familia con serios problemas de supervivencia, o directamente en algún país de los llamados del tercer mundo, realmente va a ser una proeza que puedas llegar a tener una vida digna, a la que todo ser vivo tiene derecho.

Para tener los bienes (alimentos, ropa, vivienda, libros,…) o servicios (sanidad, educación, transportes, comunicaciones, …) necesarios para la vida, es necesaria su producción y creación, y luego con la distribución llegan a nuestras manos.

Ambos procesos, la producción y la distribución o comercialización, son realizados por empresas, en las que hay dos tipos de personas: unas que aportan el dinero (capital) necesario para iniciar su funcionamiento, que se llaman capitalistas y que son los dueños; y otras personas que aportan el trabajo necesario para que los bienes y servicios se generen y puedan llegar a los consumidores.

L@s trabajadores, a cambio de su actividad, reciben un salario. El beneficio o renta que obtienen los capitalistas, es básicamente la diferencia entre lo que ingresan por la venta de sus productos o servicios, y lo que les cuesta pagar los salarios y las materias primas necesarias para obtener sus productos.

Si tú pones un negocio seguramente te gustaría ganar lo más posible. Para ello tendrías tres mecanismos principalmente:

– Subir los precios de lo que vendes, pero con el límite de que si los subes mucho, a lo mejor no te los compran a ti sino al otros que lo vendan más barato.
– Pagar lo menos posible por los suministros y materias primas necesarias para la producción; pero eso no siempre depende de ti, sino de quien te lo vende. Y si en lugar de la llamada competencia (que haya muchos vendiendo lo mismo) hay unos pocos que fijan los precios (los llamados monopolios) entonces el margen de variación que te encuentras es pequeño.
– Bajar los salarios o aumentar las jornadas de trabajo todo lo que puedas (o te consientan los trabajadores, porque claro, a lo mejor no les gusta mucho).

Pues aquí tienes, en dos palabras como aquel que dice, la descripción básica del sistema mayoritario de producción y comercialización que rige el mundo actual, que se llama capitalismo, porque quien tiene el poder y rige sus estructuras es el capital.

Es verdad que eso no explica el 100% de la producción y comercialización, ya que existen otros modelos de empresa y países que han evolucionado de manera algo diferente; pero son casos minoritarios.

El hecho de que el sistema económico funcione de esta manera, tiene diversas consecuencias. Si por ejemplo en lugar de ser el dueño de la empresa eres trabajador/a, quizás te gustaría ganar más, o trabajar menos, o ambas cosas, sobre todo si ves que tu jefe se está forrando literalmente. Y si le pides a tu jefe un aumento de sueldo, seguramente no sólo no te lo va a dar, sino que quizás se enfade.

Pues ya está el lío de intereses enfrentados, entre los del capitalista y los del trabajador/a. A este enfrentamiento, algunos historiadores, economistas o filósofos le han dado el nombre de “lucha de clases”, considerando que las personas que intervienen en estos procesos se pueden agrupar en clases: La de los capitalistas, y la de l@s trabajadores. Seguramente habrás oído alguna vez este término, y te pareció cosa antigua que ni merecía la pena tratar de entender; pues ahí lo tienes, no era tan complicado de entender, ni tan del pasado. Porque cuando oímos que crece el número de ricos y también de pobres, es lógico, pues unos (capitalistas) acumulan su riqueza a costa de reducir lo que les llega a los otros (trabajadores), que van empobreciendo. Ahora ya entiendes por qué hay huelgas y cosas así, ¿no?

Vivimos en un mundo cada vez más cambiante, por las nuevas tecnologías que se desarrollan. Volviendo a tu negocio, si te enteras que han inventado una máquina que puede hacer el trabajo de tres empleados por la mitad de coste, pues vas y la compras, aunque tengas que despedir a tres, o un tercio de tu plantilla. Pero claro, para comprar esa máquina, que será cara, necesitas dinero, y por lo tanto no te puedes conformar con un negocio estable que te permita vivir cómodo con los beneficios que te proporciona. Necesitas tener cada vez más, porque además, si no compras esa máquina nueva, a lo mejor sí lo hacen las de la competencia, y pueden bajar el precio de lo que producen, quitándote la clientela, con riesgo de tener que cerrar. Conclusión, si no quieres que te pase esto, tienes que ganar más y más, en una competencia loca y sin final, con graves consecuencias para l@s trabajadores, pero también para ti, tu familia, l@s amig@s… ¿Dónde quedó eso de montar un negocio para vivir tranquilo y bien?

Tus negocios van creciendo, y ahora fabricas coches o lavadoras. Si llega un día que toda la población tiene su lavadora en casa, y le dura muchos años, ya no te comprarán más, y tendrías que cerrar. Solución: que haya que cambiar las lavadoras cada pocos años y así sigo vendiendo. Es lo que se ha llamado la obsolescencia programada (que los objetos quede obsoletos, inservibles, de una manera programada, es decir antes de que se agote su ciclo vital normal). Seguro que lo has notado en tu móvil, que pasados dos años empieza a fallar sin motivo aparente, como si la tecnología no fuera capaz de que durase muchos años más. A comprar de nuevo lo que no sería necesario si no le pusieran ese “chip” que los estropea al cabo de pocos años.

Otra manera de vender mucho es conseguir que los productos pasen de moda pronto. En este caso el “chip” que nos impulsa a cambiar de objetos lo tenemos metido en la cabeza. En ambos casos se trataría de fabricar más productos de los que realmente son necesarios, y esto lo sufre el planeta, cuyos recursos son limitados. Si todavía no ha colapsado es porque mientras en el mundo rico nos cambiamos de cualquier cosa con más rapidez de la necesaria, en el mundo menos desarrollado ni siquiera tienen lo elemental, provocando un reparto muy desigual de los recursos planetarios.

El dilema es ¿crear necesidades para producir sin fin, o producir para satisfacer necesidades? Si el sistema estuviera pensado para lo segundo, seguramente podríamos vivir bien todo el género humano y trabajando menos horas, ya que la tecnología así lo favorece. Pero no parece que esto sea posible con el actual modelo productivo.

Si una poderosa multinacional necesita mineral para fabricar baterías de coche o móvil, y ese mineral está en un país débil ¿cómo puede conseguirlo a bajo precio? Hasta hace unos años, el mecanismo más habitual era que las naciones con empresas poderosas invadían el país poseedor de riquezas naturales y se lo quedaban (colonialismo). Ahora eso está mal visto, y se utilizan otros mecanismos:

– Por las “buenas”, promoviendo gobiernos dóciles que les vendan a precio de saldo los minerales, a costa condenar a la pobreza al pueblo de ese país, en lugar de poder beneficiarse de la riqueza de su suelo.
– Por las “malas”: Si ese gobierno decide defender a su pueblo y pone un precio justo a la riqueza natural de su país, a lo mejor los poderosos le montan un golpe de estado para colocar un gobierno “dócil”, o provocan una guerra civil con “señores de la guerra” que venden barato el mineral.

Si lo que pretende la empresa es abaratar costes salariales, nada mejor que trasladar la fábrica a alguno de los países sin derechos laborales y sueldos de miseria, incluyendo explotación infantil.

No debemos olvidar que de este expolio, tanto de materias primas como de mano de obra semi-esclava, se benefician también las y los consumidores de los países ricos, que buscan productos baratos sin importarles cómo se han fabricado.

► Párate un minuto y analiza todo lo que usas con frecuencia (ropa, objetos electrónicos…), la procedencia de las materias primas, dónde y de qué manera se fabricaron.

J.Kalvellido

Cuando se oyen noticias de explotación infantil, de miseria y hambre en países “lejanos”, l@s consumidores cómplices nos dejamos consolar con el mensaje de que la culpa la tiene el gobierno local, que son malos. Y si algo de remordimiento nos queda, podemos acudir a alguna ONG a dar ayudas para el desarrollo de unos países que nuestras empresas, nuestros gobiernos y nuestro egoísmo, no permiten crecer.

Como es lógico, a veces los ”pobres” se rebelan, y, para evitarlo, los países poderosos tienen desplegados ejércitos y bases militares en todo el mundo, creando alianzas, como la OTAN, con el mismo fin.

En otras ocasiones las guerras son entre países ricos, para repartirse el resto del mundo, las materias primas y los mercados de consumo.

► Ahora te propongo otro ejercicio de imaginación: que pienses por un momento haber nacido en un país de África, Asia o América del Sur (el que más te guste), en una familia pobre (venga, intenta imaginártelo, que al fin y al cabo el haber nacido aquí o allá no es más que una casualidad biológica sin mérito alguno). Sigue imaginando que con 10 años, en lugar de jugar en el cole te pusieron frente a una máquina a coser zapatillas Nike, o a guardarlas en cajas. Y que te pagan una mierda con lo que apenas podéis comer en casa, porque tus padres no tienen buenos trabajos tampoco. Y años más tarde sigues así, ¿no se te ocurriría pensar en una vida mejor en alguno de los países que se vive bien, según te han contado o has visto en alguna TV? (los niños y niñas tienen juguetes, no trabajan hasta que terminan sus estudios, casi no hay violencia, etc…). Tienes dudas, unos te cuentan de un amigo o hermano que se fue y ahora vive muy bien; otros te cuentan que no han vuelto a saber nada de tal o cual que se marchó hace meses. ¿Saldrá bien el viaje o saldrá mal?; pero de lo que no tienes dudas es de que la vida que te ha tocado vivir no es humana ni digna de ser vivida, y te lanzas a la aventura de llegar a alguno de esos países ricos, a mejorar tu vida.

Por las noticia sabrás que algunas (muchas) de esas personas no consiguen llegar vivas; otras son detenidas y repatriadas; otras deben vivir con la amenaza de ser perseguidas, por la policía o por simples vecinos intolerantes y xenófobos (busca en el diccionario el significado)

“Es que venís a quitarnos el trabajo”, se justifican los intolerantes de aquí; “es que nos habéis quitado todo” respondes tú y los que vienen; “yo a ti no te he quitado nada”, dice aquél; “tú vives bien, o mejor que yo, porque tu país y tus empresas nos han quitado a nuestro país todas nuestras riquezas, y no podemos vivir dignamente”, respondes tú. El resto del diálogo te lo dejo a ti. Estas son las inmigraciones, el tránsito de personas de unos lugares a otros, por razones de supervivencia económica, o en otros casos huyendo de guerras o persecuciones. Ya te habrán contado que muchos españoles, quizás familiares tuyos, tuvieron que emigrar también, obligados por la pobreza o la persecución; por eso mismo ahora otras personas vienen a Europa.

Si no has nacido en un país pobre, vas sacando los estudios y no tienes un negocio que heredar, seguramente sólo aspiras a tener un trabajo con un sueldo y horario decentes, una vivienda normal, unos servicios que funcionen de manera razonable, sin largas esperas, etc. Pero resulta que te encuentras con que el 50% de las personas jóvenes no encuentra trabajo, y menos de su profesión; que los contratos indefinidos son historias del abuelo; que según las estadísticas hasta los treinta y tantos no te vas a poder independizar, porque los sueldos están bajando y el precio de la vivienda (compra o alquiler) está subiendo. En fin, panorama chungo. Y si eres mujer, además te verás forzada a cuidar a las personas que la sociedad deja abandonas

¿Y todo esto por qué? Puedes volver al principio de este escrito para ver alguna explicación.

Además conviene saber que los que tienen negocios consiguen que los gobiernos hagan leyes (laborales, fiscales, de vivienda) para ganar ellos más, a costa de…

► Busca ejemplos de leyes y actos de los gobiernos en favor de los ricos

Es raro que si la mayoría del pueblo es trabajador, en las elecciones salgan gobiernos favorables a los ricos, ¿cómo puede ser eso? Las oportunidades electorales no son equitativas: Los partidos que gobiernan para los ricos reciben mucho apoyo de los poderosos, con dinero y con la propaganda de los grandes medios de comunicación que también controlan. Eso explica mucho.

Cuando a veces todo este apoyo no es suficiente y ganan los partidos que defienden a l@s trabajadores, los poderosos se ponen a conspirar para no verse perjudicados en sus intereses; ¿cómo?

– Unas veces resulta que esos partidos llamados de izquierda en realidad hacen la misma política que los de derecha, aunque con rostro más amable; al no tocar los intereses del capital, no pasa nada.
– Si el gobierno actúa en favor de los trabajadores, recortando los beneficios de los poderosos, éstos tratarán de comprar a las personas del nuevo partido/gobierno, de muchas maneras, una de las más comunes es ofreciendo buenos puestos futuros en las grandes empresas
► Consigue nombres de 10 políticos que se hayan pasado a grandes empresas
– Si esto no funciona, se pone en marcha la maquinaria mediática de desprestigio público de aquellas personas que no se doblegan, creando un clima de crispación que, haciéndose insoportable poco a poco, crea las condiciones para que no duren mucho en el gobierno (¿te suena?)
– Si tampoco esto es suficiente, y el gobierno mantiene su política con apoyo popular, entonces la cosa puede ir a mayores, con golpes de estado militares (España, Chile, etc), o más recientemente golpes judiciales que destituyen a presidentes (Evo Morales en Bolivia, Lula en Brasil).
► Anímate a buscar más ejemplos.

Conviene que sepas que los poderosos emplean también estos mecanismos contra los movimientos y líderes sociales, logrando, en ocasiones, que se vuelvan dóciles y sus luchas sean descafeinadas: con la zanahoria (subvenciones, enchufes, etc.), o el palo (campañas de desprestigio, denuncias constantes o hasta la muerte, como ocurre a menudo en América Latina)

Pensarás, y razones no te faltan, que poco o nada podemos hacer, porque tienen demasiado poder, y no vale la pena luchar. Sin embargo, no es menos verdad que:

– Se han producido avances históricos gracias a las luchas de nuestros antepasados, y sin duda podemos seguir avanzando.
► Imagina cómo sería tu vida siendo esclavo/a.
– Todavía gozamos de algunos derechos; si no estamos alerta y luchamos por defenderlos, podrían llegar a perderse, no te olvides.

Para terminar, una reflexión un poco general: Te habrán dicho muchas veces, y seguramente habrás tenido ocasión de comprobar, que con esfuerzo consigues progresar, y que si te abandonas, puedes caer en un agujero difícil de salir. Eso que vale para tu vida personal y familiar, se puede aplicar en el plano social: Si quieres tener una vida digna con derechos y bienestar, no olvides que la lucha es permanente, porque si bajas la guardia, seguramente abusen de ti, ya que quienes quieren vivir mejor a tu costa, no dejan nunca de maquinar la manera de conseguirlo, que para eso tienen a muchas personas pagadas haciendo el trabajo sucio.

Activista social. Miembro de la asamblea de redacción de LoQueSomos
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