La tecnificación de la conciencia

La tecnificación de la conciencia

Según Karl Jaspers el problema de la guerra fría no fue sólo la amenaza de una guerra nuclear, sino lo que genera en el pensamiento de la sociedad: el miedo, la adhesión al poder que me defiende. Vemos mal las bombas del enemigo, pero las nuestras las vemos protectoras, salvíficas.

La técnica no es sólo una herramienta, sino que se convierte en una ideología, en una mentalidad funcional que se transforma en pensamiento, en conciencia.Todo se tecnifica, la conducta, las relaciones humanas, pensar, estudiar. Porque la técnica nos ha llevado a una determinada concepción del mundo que no hemos elegido, es producto de una inercia y es hora de que nos planteemos qué nos está pasando y por qué suceden determinadas cuestiones que nos afectan de manera cotidiana que asumimos como normal.

Tiene mucho que ver con nuestra evolución como seres humanos desde un punto de vista antropológico. El ser humano adaptó la naturaleza a su conveniencia, al ser una circunstancia adversa: frío, hambre, inclemencias climatológicas, dificultades geográficas, etc. Inventó el abrigo, las casas, la rueda, etc, etc. Al contrario que otras especies animales que se adaptaron al medio. A partir de un momento determinado el ser humano invirtió ese mecanismo de su relación con el medio. Nos hemos convertido en animales de la tecnología.

El hombre crea lo que algunos teóricos han llamado troposfera, un ambiente nuevo, pero sucede que en lugar de adaptarlo a nuestras necesidades nos adaptamos a la nueva naturaleza tecnológica. ¿Por qué?, por su comodidad. Afecta a la naturaleza humana y a nuestro mundo. Destruimos el medio natural y nos supeditamos a la tecnología. La persona acaba comportándose técnicamente:  estudiar, trabajo, la sexualidad, pensar,  luchar por mejoras sociales. Todo lo cual parte de la tecnificación de la conciencia, que sin darnos cuenta tiene que ver con nuestra relación con los aparatos técnicos, que nos sustituyen, pero nos tenemos que plegar a su función. Yo escribo a mano, luego lo paso al ordenador. Me doy cuenta que escribir directamente en el aparato no tiene que ver con lo dibujado  en los trazos con un bolígrafo, es otra función. ¿Costumbre?. No: es diferente. La tecnificación del pensamiento hace que no veamos la diferencia. Que cualquiera lea cartas escritas a mano y correos electrónicos, verá que no tienen nada que ver. ¡Nada!. La inmediatez es un ritmo impuesto por la técnica.

Os cuento lo que me pasó hace una semana exactamente: No había pagado la factura del teléfono. Me lo bloquearon para recibir llamadas y para llamar. Pedí dinero a un amigo y fui a pagar al banco que indica el aviso. Espero una cola de veinte minutos y cuando llego a la ventanilla me dicen que no me hacen la trasferencia, que lo tengo que hacer en el cajero automático. Le dije al chico que me atendía que no, que quiero relacionarme con una persona y no con una máquina, que además me pone nervioso, que no quería. Respondió que es así. Que me ayudaba a hacerlo él. Le dije que por qué no en la ventanilla, ¿para qué esperé la cola?.De nada le sirvieron los argumentos de que le estaban quitando sus puestos de trabajo, de la deshumanización… Vino ante el guirigay de las personas que hacía cola el superior. Éstas en lugar de dar su opinión me llamaban pesado, que me fuera a la mierda de ordinarieces de todo tipo. Me llegaron a amenazar con llamar al servicio de vigilancia, que estaban atentos a lo que yo hiciera. Pedí el libro de reclamaciones. Vino otro señor trajeado. Me mandó ir a la oficina. Me explicó que estaban enseñando a usar los cajeros automáticos por comodidad, para evitar retrasos en los pagos, para agilizar la gestión bancaria. Muy educado y todo. Le expuse mi punto de vista y, creo, que le entraron ganas de llorar, al menos se puso clorado y los jos húmedos. Le expliqué la faena de tener el teléfono bloqueado. Él metió el dedo en la llaga: la culpa fue mía por no pagar. Pero ¿de quién es la culpa de que yo no hubiera pagado?. No, esto no se lo dije. Si me hubiera puesto a hablar sobre la Renta Básica le hubiera dado un pasmo al pobre hombre. Me dijo que tienen normas y que no pueden…. “Pero si usted quiere lo puede solucionar”, le respondí. Y también le dije que le dejaba el papel del reclamo del atraso y el dinero y cuando pudiera que lo pagase. El programa del ordenador no me deja, dijo con orgullo, como queriendo decir lo bueno que es su ordenador. Al final me fui y me dirigí a otra oficina del mismo banco donde una señora muy amable salió ella y sin decir nada lo hizo, en la calle, pero lo hizo, casi sin hablar nada conmigo.

A esto añadamos que vamos a pedir hora para ir al médico y hablamos con un contestador automático. “No, es que mi tía no puede esperar…”. Nada, “si es no sé qué dé al uno, si es para otra cosa pulse al dos…”. Cualquier teléfono de información lo mismo. Ya sólo falta que el teléfono de la esperanza sea un contestador automático. Llaman al teléfono y “dígame”, “la compañía tal se complace…”, sin que sea una persona quien habla. Quiero un kilo de chorizo: la máquina expendedora. Un litro de leche: la máquina de leche al día. Las cobradoras de los grandes almacenes parecen prolongación de la máquina de cobrar. Hay excepciones.

Por la tarde veo a una vecina sentada en la escalera, triste. ¿Que le pasa?, pregunté. Que me han despedido, respondió. Puse cara de sorpresa. La mujer no lo podía entender. A dos años de jubilarse la echaron porque había cambiado el convenio, y no podía parar unos minutos para comer. Una vecina la denunció a la empresa. En cuatro horas de limpiar una comunidad de edificios enorme, paró para tomar un bocadillo y un café en un bar cercano. ¿Cuál fue el problema?, que no trabaja como una máquina, y éstas no comen, no miccionan, no defecan, no sudan… lo humano molesta, entorpece la eficiencia de la empresa. ¡Cinco minutos por hora de trabajo!, después de haber hecho dos horas antes dos portales y escaleras y que aún la quedasen otras dos horas para una nave. 

Para la empresa no importa la trabajadora, en el caso expuesto, sino su función y el ideal de lo que haga es lo que haría la máquina. Pensar de esta manera es la tecnificación de la conciencia. Apliquemos este análisis al deporte, a los estudios, a la moda… Nos queda el arteque es la única faceta humana con la que podemos reaccionar. Hay un programa de ordenador que hace poemas perfectos metiendo palabras e ideas-programas, pero lo que no puede es hacer versos imperfectos y que además conmuevan, que nos hagan sentir algo parecido al poeta, porque si lo hiciera ese programa del ordenador poético nos quedaríamos fríos y se nos pararía el alma.

* Ramiro Pinto

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