La vergonzosa historia del exrey Constantino de Grecia

La vergonzosa historia del exrey Constantino de Grecia

Por Arturo del Villar. LQSomos.

Los monárquicos europeos, y algunos africanos, han salido de sus doradas historias para ponerse de actualidad, gracias a la muerte el 8 de setiembre de 2022 de Isabel II, titular del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y ahora el 10 de enero de 2023 de Constantino, que reinó en Grecia hasta su expulsión en referéndum popular. Una institución tan anacrónica y desprestigiada como la monarquía ya solamente puede ser noticia informativa a causa de la muerte de sus últimos representantes.

La familia irreal griega tiene el atrevimiento de utilizar como apellido el nombre del país, incluida la reina decrépita de España y su hijo Felipe de Borbón. No pueden hacerlo porque el pueblo heleno eligió como forma de Estado la República en el referéndum celebrado el 8 de diciembre de 1974, en el que votó el 75 por ciento del censo, con un resultado apabullante a favor de la República, 3.245.111 papeletas, el 69,2 por ciento del total, mientras la monarquía obtuvo sólo 1.445.875 votos, el 30,8 por ciento.

Los bienes que la familia irreal había arrebatado al pueblo fueron nacionalizados por ley del 13 de abril de 1994, y además se privó de la nacionalidad griega a sus componentes, así como se les prohibió usar como apellido el nombre de la nación, lo que constituía un claro insulto, porque el iniciador de la dinastía en 1863 fue Jorge Glücksburg, elegido rey de Grecia por decisión del Reino Unido, Francia y Rusia para ocupar el trono vacante, sin consultar al pueblo. De modo que toda la familia irreal, incluidos Sofía y su hijo Felipe, debieran utilizar el apellido Glücksburg, porque a los griegos les ofende que empleen el nombre del país, pero están acostumbrados a hacer lo que les da la real gana sin pensar en el pueblo.

El referéndum de 1974 fue consecuencia de la actitud fascista de Nicolás II, que reinaba torpemente desde 1964. Hijo de Pablo I y de Federica de Hannover, una princesa alemana afiliada al partido nazi, heredó el carácter de su madre, lo que le hizo ser detestado por sus vasallos.

El 21 de abril de 1967 se produjo el golpe de Estado conocido como el de los coroneles, que en principio fue aceptado por el rey, aunque después pensó que le privaba de muchas de sus prerrogativas, y decidió que la familia irreal se exiliara en Londres. Pudo hacerlo porque contaba con una saneada economía gracias a las cuentas en diversos bancos, sin que la nacionalización de los bienes les afectara. Los reyes dicen que se marchan al exilio con un simple maletín, porque durante su reinado fueron colocando en bancos extranjeros el fruto de su rapiña al pueblo.

Al restaurarse la democracia en Grecia en 1974, Konstantinos Karamanlis, jefe del Gobierno provisional, anunció la celebración de un referéndum para que el pueblo eligiera la forma de Estado preferida. El exrey declaró que si era repuesto en el trono mantendría a su madre alejada de la Corte, por saber que era odiada debido a su carácter evidentemente nazi. No le sirvió de nada esa artimaña, porque el pueblo estaba harto de toda la familia irreal completa, y votó a favor de la República mayoritariamente. La exreina Federica se vino a vivir y morir en Madrid.

Era lógico que después de una dictadura militar aprobada por el rey se celebrase un referéndum constitucional, para que los griegos decidiesen libremente qué forma de Estado preferían. Es lo mismo que se hizo en Italia tras la derrota de la dictadura fascista. Lo que no es lógico es que en España no se nos permita hacer lo mismo, después de terminada la dictadura fascista mantenida con la colaboración del sucesor a título de rey designado por el dictadorísimo.

El eslogan turístico promocionado por el fascismo aseguraba que “España es diferente”, que debió ser la única verdad de toda la política fascista. A nosotros se nos prohíbe decidir la forma de Estado predilecta en un referéndum. Y no solamente se tolera esta anomalía contraria a la democracia más elemental, sino que se pena con cárcel y multa cualquier demostración de desagrado respecto a la monarquía impuesta por la voluntad omnímoda del dictadorísimo. El supuesto delito de injurias a la Corona ha aplastado el derecho constitucional de expresión que debieran ejercer escritores, dibujantes y músicos. En las mazmorras borbonas penan los que no gozaron la oportunidad de exiliarse. Qué suerte tienen los ciudadanos griegos, que nos traspasaron a su familia irreal. Qué envidia nos dan. Qué sufridos somos.

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