Limpieza étnica y ocupación de la franja de Gaza por Israel

Por Victoria Sáez
No es posible creer la limpieza étnica que, desde hace un año y medio, emprendió el nazi asesino Netanyahu con la ayuda de Estados Unidos y el reconocimiento velado de la UE.
Netanyahu, después de asesinar con un dron explosivo a 15 civiles entre los que se encontraban 6 niños, ha vuelto a reafirmar públicamente su plan, desde el primer momento de los bombardeos destructivos y la invasión colonizadora sobre la Franja de Gaza, declarando ante los medios de comunicación israelíes, abiertamente sin ninguna oposición manifiesta de Naciones Unidas y de la UE en contra, que todos los territorios ocupados y los pocos que quedan sin invadir, ya son de Israel.
Es decir, que Israel ya tiene Costa del Sol de lujo como había anunciado previamente su socio destructor y constructor de holdings, rascacielos de lujo, Donald Trump. Este último se frota las manos contemplando sobre plano, la reconstrucción de Gaza, dividida entre hoteles resorts de lujo y urbanizaciones estilo Malibú.

Mientras ocurre este genocidio impensable, no permitido únicamente por sus imágenes dantescas más propias de una película terrorífica de guerra criminal contra gentes desarmadas, muertas de hambre, aterradas sin saber dónde refugiarse, sin ayuda exterior, ni defensa armamentística que les proteja de los ataques viscerales de asesinos paramilitares, consentidos, incluso aplaudidos por la mayor parte de los gobiernos y ciudadanos de los países ricos, que celebran riendo a carcajadas sobre los muertos y los escombros de los edificios y las calles que ellos mismos acaban de destruir a bombazos y fuego abierto de artillería sin respuesta de un supuesto invisible “enemigo” escondido entre las ruinas. Solo podría ser un lamento en el aire, un grito de terror figurado porque no queda vida que pueda pedir ayuda en los alrededores ni a miles de metros, en un escenario que parece sacado de una serie de ciencia ficción insoportable de ver.

Sin embargo, es tan horrible, que si no fuera porque es real y no un documental de los campos de exterminio nazis o de los miles de muertos en la Guerra Civil española, -personas muertas de hambre, imágenes de niños famélicos huérfanos, deambulando entre las ruinas de sus casas, enfermos y heridos sin asistencia médica ni un hábitat seguro donde refugiarse- estaríamos consternados todas las horas del día pensando ¿Cómo pudieron aguantar tanto dolor? ¿Por qué no detuvieron a tiempo el fascismo en Alemania o el golpe de Estado en España?
Pero no, no es un documental de los crímenes del fascismo nazi hitleriano, ni del fascismo asesino del golpe de Estado a la República en el 36. Así que, todos tan contentos seguimos consintiendo esta masacre, a la vez que nos horroriza ver en la televisión imágenes de muerte, destrucción y el dolor del pueblo palestino, un impacto visual que termina en unos segundos con la aparición en pantalla de la final de la liga de la Champions entre el Barça y no sé qué otro equipo italiano que a mí me importa una higa.
Las películas sobre nazis y judíos dejan peor sabor de boca que las imágenes reales de Gaza. Siempre se plantea el motivo del ataque. Justifican, a groso modo y de forma cicatera, el por qué Israel inició la guerra en Gaza con una disculpa más parecida a una venganza sin fin, bien vista por todos los voceros de la derecha – los que hasta hace bien poco negaban el exterminio de judíos por los nazis incluso manifestaban su antisemitismo justificando los atroces crímenes nazis-, incluso por gobiernos que se proclama demócratas europeos y se vanaglorian de ser garantes perpetuos de los derechos humanos en el mundo, pero que aceptan sin inmutarse una limpieza étnica en el siglo XXI de palestinos por los nazis de Israel porqué entre ellos, según aseveran los informantes del ejército de Netanyahu, sin ninguna duda, se esconden “miles”, nada menos, terroristas de Hamas, y con ellos 15 rehenes que se supone esconden en túneles y campos de refugiados entre los niños palestinos que utilizan como escudos humanos o en campamentos de asistencia sanitaria de la Cruz Roja donde también caen bombas y se consiente ametrallar a sanitarios y pacientes sin ninguna acción de defensa por los cascos azules (¿dónde están?) ni otras fuerzas pacificadoras de los países árabes vecinos que callan y otorgan la propiedad de Gaza a Israel, no sea que a ellos les quiten su país de un bombazo, que todo está por ver.
Ni un ligero movimiento de tropas europeas para detener la masacre, como se hizo en Alemania. Claro que desencadenaría una tercera Guerra mundial. Pero no fue así en intervenciones de tropas europeas en Serbia, Siria, Iraq… Los rehenes israelíes, que no se sabe aún con seguridad si se trata de 12 personas o 20 como dicen fuentes israelíes, son el único salvoconducto para mantener el último reducto de vida de los palestinos en Gaza. Hamas, agita en la penumbra una andrajosa bandera de resistencia sin ninguna garantía de que los rehenes vayan a ser respetados por los bombardeos de Israel, sobrevolando con drones explosivos, lanzando misiles, o rifle ametralladoras con mira de infrarrojos o contra los rojos sobre puntos concretos, pequeños reductos, donde todavía perciben las tropas nazis judías (que absurdo es decir “nazis judíos” o asesinos sionistas que es lo mismo) un aliento de vida o un edificio en pie para acabar con todo en unos segundos, sin importarles si los rehenes se encuentran entre los escombros.
El objetivo es destruir, asesinar y después ocupar unos metros más de tierra en Gaza sin posibilidad de volver atrás o declarar acuerdos pacificadores, mucho menos devolver a los palestinos los territorios devastados y ocupados por las SS genocidas hitlerianas- israelíes- sionistas.
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Magnífico artículo. Muchas gracias, ojalá lo leyeran muchas personas que viven mirando para otro lado