Marcha Global a Gaza: había que intentarlo

Marcha Global a Gaza: había que intentarlo

Por Luis Suárez-Carreño*

El 19 de junio estaba prevista la finalización de la concentración en la frontera del lado egipcio de la ciudad gazatí de Rafah de la llamada Marcha Global a Gaza (MGG), que tras dos ó tres días a pie por el borde norte de la península de Sinaí, saliendo de la localidad de Al Arish el día 13, habría acampado otros 3 días en esa línea fronteriza para expresar el rechazo al genocidio y en particular al bloqueo de la ayuda humanitaria por parte de las autoridades israelíes, que mantiene retenidos a cientos de camiones con alimentos, medicinas y equipos sanitarios, mientras la población gazatí fallece por hambre, heridas y enfermedades. Ayer, las personas integrantes de esta marcha volveríamos en autocares a El Cairo para regresar a los países de origen a partir del día 20.

Este plan no ha sido posible. Dependía de la voluntad del gobierno egipcio al que la organización de la marcha había solicitado la autorización para esta acción multinacional simbólica y pacífica. Las autoridades egipcias no habían respondido a esta solicitud, y el mismo día 12 anunciaron la prohibición de la marcha que pretendía iniciarse el 13.

AP – Yousef Murad

A pesar de ello, el día 13 las personas integrantes de la marcha ya presentes en El Cairo decidimos intentar concentrarnos en la localidad de Ismailia, en dirección también al Sinaí, y por lo tanto a Gaza, a unos 125 km del centro de El Cairo. En lugar de trasladarnos en autocares, para evitar llamar la atención se decidió hacerlo en pequeños grupos y en taxis. Como todas las carreteras que transcurren por el Sinaí, esta tiene una serie de peajes/puntos de control (check points) situados a intervalos, y en estos la policía impidió por la fuerza proseguir a los vehículos que consideró sospechosos, por lo que sólo un pequeño grupo de personas consiguió llegar a Ismailia y el resto fue obligada a subir a autocares siendo forzada a volver a El Cairo. Todo ello en medio de escenas de abusos (retención de pasaportes), violencia, etc., que pudieron contemplarse desde los numerosos vehículos que por allí circulaban.

Por otra parte, el día 12 había sido retenido en Libia por tropas militares el convoy denominado Soumud, organizado desde los países del norte de África y que pretendía unirse el 13 en El Cairo con la MGG. Ambas iniciativas, junto con la Flotilla de la Libertad conformaba un tridente de solidaridad en dirección a Gaza. Vale la pena reiterar que todas estas movilizaciones tenían como denominador común, además del apoyo a la población gazatí: su carácter pacífico, amparado por el derecho democrático de expresión y manifestación.

EFE

En definitiva, los gobiernos de países árabes, como Egipto y Libia, que en ocasiones se manifiestan el respaldo al pueblo palestino, han demostrado con hechos que este es sólo aparente, y que en realidad se alinean con los intereses del estado de Israel y su socio-mentor, el gobierno norteamericano, para los cuales son fieles aliados, impidiendo incluso un mero gesto simbólico de humanidad como estas marchas.

Mucha gente comenta ahora que, por una parte, era previsible esa reacción del gobierno egipcio, un gobierno surgido de un golpe de estado en el verano de 2013, que tras las grandes movilizaciones de la plaza de Tahir en 2011 y el periodo de inestabilidad posterior, ha impuesto una política autoritaria y represiva y ha revalidado su poder en sucesivos procesos electorales férreamente controlados.

Y, como consecuencia de la frustración de los planes de la MGG por esa reacción de las autoridades egipcias, hay quien piensa que la iniciativa ha sido un fracaso.

Obviamente, quienes hemos participado en la marcha éramos plenamente conscientes de su dificultad y en particular de la incertidumbre sobre la actitud del gobierno egipcio, sin embargo, creemos que se ha conseguido en buena medida el objetivo de realizar un gesto claro de solidaridad hacia el pueblo gazatí: aunque la visibilidad y difusión no hayan sido las deseables, las personas presentes en El Cairo esta semana pasada hemos conseguido en cierta medida llamar la atención sobre la masacre de Gaza, aunque haya sido a costa de un considerable esfuerzo económico y de tiempo, y también arriesgando nuestra seguridad. Un gesto que no habrá dejado indiferente a las personas que lo hayan conocido en Gaza, a las que puede haber llevado un mínimo consuelo en medio de su terrible sufrimiento.

Es un gesto que también debe servir de estímulo a necesarias acciones por venir, pues tanto las personas que hemos participado directamente como las muchas que nos han apoyado y por diversas razones no han podido incorporarse físicamente a la marcha, hemos creado nuevos lazos y redes de movilización.

Foto: CRT

La marcha ha servido en alguna medida también para desenmascarar a los hipócritas gobiernos árabes, en particular el egipcio y libio, ante sus propias poblaciones, que en una inmensa mayoría coinciden, frente a aquellos, con las marchas en su sentimiento de solidaridad con el pueblo palestino.

Es este uno de esos casos en los que ya solo el intento de alcanzar la meta, y el despliegue de valor y empeño puestos en ello, constituyen en sí un resultado positivo: frente a la inacción, la normalización y cansancio, cuando no la indiferencia, ante el holocausto palestino, toda acción es necesaria, incluso cuando por su dificultad objetiva, y por factores difícilmente controlables como son las decisiones de los gobiernos, fracasan en sus objetivos más concretos.

Había que intentarlo y se ha intentado; miles de personas procedentes de decenas de diferentes países nos hemos conjurado para viajar a un país extraño e intentar llegar a las puertas de Gaza; puede parecer una idea ilusa, pero al intentarlo hemos hecho una proclama política inequívoca y potente.

Sigamos ejerciendo la solidaridad incluso contra la corriente y contra la sensatez conformista. La solidaridad es ahora la única esperanza para el pueblo palestino; el ejercicio activo de esa solidaridad es un imperativo moral universal. Hay que seguir intentándolo.

Crónicas anteriores de la marcha

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