Marulanda – Uribe. Comparación imposible (I)
Al Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, parece ser que este año 2008 la suerte le está sonriendo con esa sonrisa boba y cómplice del que está a punto de ahogarse y encuentra de repente un salvavidas.
Primero fue el asesinato a sangre fría y mientras estaba durmiendo, del comandante de las FARC, Raúl Reyes, en un ataque nocturno del ejército colombiano con la imprescindible ayuda técnica y de inteligencia de los EE.UU en territorio del Ecuador, violando descaradamente la soberanía de esa nación.
Días más tarde se produce el cobarde asesinato del comandante Iván Ríos a manos de su jefe de seguridad, un tal “Rojas”, que, como infiltrado y sicario de Uribe Vélez, cobró su recompensa pagada con el dinero que se le niega a las capas más pobres de la sociedad colombiana.
También en estos días se ha dado la deserción de la comandante “Karina” en otro gesto de esa sonrisa boba que tan feliz hace a Uribe.
Sobre esta deserción nos cuentan desde el “Palacio del Narcoparagobierno” colombiano que el abandono de “Karina”, por cuya cabeza se ofrecía una recompensa de 1.000 millones de pesos, obedece a la desmoralización de las FARC y a la presión militar del ejército, ocultándonos que la guerrillera está bastante enferma y llevaba más de seis años sin actividad militar.
Algunos medios apuntan, como el periódico “Insurrección”, de Colombia, que “Karina” pudo ser presionada por el Gobierno de Uribe para que se rindiera con la amenaza de que si no lo hacía, el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) podría atentar contra su hija, a quien ese mismo DAS mantenía bajo vigilancia.
Y nos llega la última (por ahora) sonrisa boba con la noticia de la muerte de Pedro Antonio Marín Marín o Manuel Marulanda Vélez “Tirofijo” acaecida el pasado 26 de marzo.
Uribe no cabe de gozo ante tanta suerte de muertes. Lo único que quizá haya empañado por un momento su alegría es el hecho de que Marulanda no ha muerto abatido por su ejército ni por un cazador de recompensas. Ha tenido “Tirofijo” el feo detalle de morir en la cama, arropado por su gente.
Marulanda Vélez ha sido el azote de más de una decena de presidentes colombianos a lo largo de sus más de 60 años en la selva, granjeándose la confianza de los campesinos y creando un fabuloso Ejército Popular que sigue siendo indestructible.
Lo han catalogado de asesino, terrorista, dictador, narcotraficante, etc. cuando, sin obtener beneficio alguno en su lucha por cambiar las estructuras políticas, económicas y sociales en Colombia, ha puesto en jaque no solamente a la oligarquía colombiana, sino también a los patrones del norte.
En contraposición a Marulanda tenemos a este personaje oscuro, gris, triste y con cara de niño que es quien ahora ríe con esa buena suerte bobalicona: Álvaro Uribe Vélez, “El Señor de las Sombras”, el descarado Presidente que se mantiene en el poder apoyado por los paramilitares, narcotraficantes, ejército corrupto, oligarquía y la inestimable ayuda de los gringos.
Aquí quiero hacer un paralelismo o una comparación imposible entre ambas personas: Manuel Marulanda “El malo” y Álvaro Uribe “El bueno”.
MARULANDA “El malo”.
Nació un 12 de mayo de 1930 dentro de una humilde familia de campesinos, siendo, pasados los años, el más grande organizador de movimientos campesinos y comunidades rurales (James Petras).
En el año 1964 y con apenas un puñado de campesinos huidos de los pueblos, comenzó a forjar el ejército guerrillero más importante que ha dado América Latina.
Entregado por entero a los campesinos y a la lucha por mejorar sus condiciones de vida, apenas abandonó la selva que le servía como campo de batalla y Cuartel General de su guerrilla.
Pocas veces impuso su criterio a los compañeros de lucha toda vez que las decisiones se toman en las FARC de forma consensuada entre los diferentes mandos. Sí que propició la incorporación de las mujeres en los puestos de mando, llegando estas a asumir un tercio de las comandancias.
Un tema que preocupaba a Marulanda, dada la admiración que los campesinos sentían hacia él, era el de no caer en el culto a la personalidad; y no lo hizo, evitando así convertirse en figura mediática como ha sucedido con otros jefes guerrilleros.
Aún siendo desconfiado por naturaleza de las “buenas intenciones” de algunos gobiernos colombianos que, ante las embestidas de la guerrilla, propusieron a las FARC el abandono de las armas para su incorporación a la vida política, aceptó la decisión de muchos mandos de optar por esa vía. Así en los años ochenta se conforma la “Unión Patriótica” que consiguió un buen número de diputados y alcaldías.
Pero Marulanda tenía buen olfato y esa desconfianza en las “buenas intenciones” le dio la razón. La oligarquía colombiana nunca aceptaría que los ex –guerrilleros les arrebataran por mandato popular los privilegios que siempre tuvieron. Así, a finales de 1987, más de 5000 miembros de la “Unión Patriótica” fueron exterminados por los paramilitares al servicio del capitalismo colombiano, lo que originó que los supervivientes tomaran de nuevo las armas y regresar a las montañas de donde, por cierto, Manuel Marulanda Vélez no se movió.
Este gesto de predisposición a la paz sin armas por parte de las FARC costó muy caro a la guerrilla. Aún así, casi una década más tarde se vuelven a dar algunas premisas que posibilite la solución del conflicto colombiano a través del diálogo. Evidentemente en esta ocasión y por sentido común, la desconfianza de Marulanda prima sobre las “buenas intenciones” del gobierno de turno, encabezado por Andrés Pastrana.
Se despeja militarmente por parte de Pastrana una zona de 42.000 kilómetros cuadrados en San Vicente del Caguán, al sur del país, donde dan comienzo las negociaciones entre guerrilla y gobierno. Negociaciones que muy pronto se vieron interrumpidas por la irrupción del ejército lo que lleva de nuevo a las FARC a la lucha armada.
Ese respiro que se dio el gobierno colombiano al no sufrir los ataques guerrilleros, sirvió para ultimar y poner en ejecución el famoso “Plan Colombia”, subvencionado por los EE.UU (el Presidente Clinton se negó a estas negociaciones) y que ha sido causa de miles de asesinatos y desplazamientos entre la población campesina.
Y así hemos llegado hasta nuestros días donde la acertada visión política de “Tirofijo” y su irrenunciable compromiso con los campesinos y clase trabajadora, está forzando al gobierno colombiano a ponerse cada vez más en manos de paramilitares y gringos. La guerrilla, con Marulanda a la cabeza, después de muchas décadas luchando por una distribución más equitativa de la riqueza, sigue siendo aquella que, respirando dignidad, organizó y despertó al pueblo colombiano.
Ahora a esta lucha heroica por la transformación de la sociedad en Colombia la llaman los oligarcas terrorismo. Con el ejemplo de Manuel Marulanda, “El malo”, se llama lucha de liberación.
La semana próxima hablamos de Uribe “El bueno” o “El señor de las Sombras”.
Pregunta idiota que se me ocurre esta semana: Dice el ministro de Defensa colombiano que Manuel Marulanda “estará en el infierno, al que van todos los muertos” ¿dónde piensa este parapolítico que estarán los miles de campesinos que han sido asesinados por sus paramilitares?