Mujeres y política en Colombia
Fabiola Calvo*. LQSomos. Agosto 2017
El proceso en Colombia de inclusión de mujeres en altas esferas de la vida política ha sido más lento que en otros países después de la Segunda Guerra Mundial
Las mujeres en Colombia de diferentes partidos políticos continúan emergiendo como lideresas políticas que apuntan a llegar al Palacio de Nariño con un mandato presidencial y compiten por el más alto cargo del ejecutivo. ¿Quieren servir a la sociedad? ¿A su partido? ¿A su jefe de partido? ¿o convicción personal y ejercicio de autonomía? (Leer: “Farianas, la vida política las espera”)
En estas coyunturas electorales la sociedad con todas sus variables se pregunta si una mujer tiene la capacidad de asumir la jefatura de Estado. La presencia de ellas en los partidos, mas no al frente salvo contadas excepciones, caso de Clara López en el Polo Democrático, su voz en los medios de comunicación, participación en campañas, dan cuenta de un avance de la lucha por abrirse camino en la representación política, pese a quien le pese.
El proceso en Colombia ha sido más lento que en otros países después de la Segunda Guerra Mundial. Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Chile, Ecuador, Nicaragua, Panamá han hecho un cambio por lo menos para que desde la simbología se muestre y demuestre que las mujeres pueden. Tendríamos que analizar cada uno de los casos para comprender cuáles fueron las razones que contribuyeron al acceso de un espacio ocupado siempre por varones.
Si tenemos en cuenta el denominado “techo de cristal” como “el conjunto de prácticas y maniobras que dan como resultado que las mujeres sean desestimadas para el poder”, a lo que agrega Amelia Valcárcel: “desestimadas no por la red formal de acceso a él sino por otra red informal poderosa, que juzga la habilidad requerida y que, en opinión, de quienes proveen los puestos, la candidata no posee”.
En ese juego que ellos tienen en sus manos, ese juego llamado poder, es el que no quieren soltar a quienes no les han dejado asumir para ejercer la capacidad que han ido acumulando durante más de 200 años si lo contamos sólo a partir de la Declaración de los Derechos del hombre y el Ciudadano, que no de la mujer. La mayoría de partidos quieren que las mujeres jueguen en puestos secundarios, que rodeen a los varones en sus propósitos o que participen sin deslindarse de los postulados de la organización.
No obstante, no perdamos de vista hacernos una pregunta: ¿cómo llegaron a la política? Algunas habrán llegado por convicción con los referentes aprendidos socialmente, pero cabe otra pregunta: ¿Cómo ha influido el género desde la construcción de sus derechos como mujeres en la construcción que cada una de ellas ha hecho de formación política? (Vea: “Mujeres y medios en procesos de paz”)
Quisiera preguntar ¿Por qué Paloma Valencia ha hecho una defensa tan cerrada del senador Álvaro Uribe en el debate suscitado por el twitter en el que el ex mandatario dice que el periodista Daniel Samper es un violador de niños? ¿Por qué María del Rosario Guerra propone candidatizarse con la fórmula vicepresidencial de Álvaro Uribe? ¿Es un trampolín para dejarle la presidencia?
Trabajar por la participación política der las mujeres no significa pensar que todas podrán hacerlo de una manera diferente a quienes le han antecedido porque en el fondo hay una actitud, una ideología, un programa y unos intereses.
Me quedo con la afirmación que hace Michael Genovese en Mujeres líderes en política: “Al final, la conclusión se impone: ninguna ha desafiado el poder patriarcal en la sociedad. Los procesos históricos de esta magnitud necesitan más tiempo y sobrepasan con mucho la voluntad de una docena de mujeres, incluso de aquellas más dotadas de fuerza y determinación”.
* Doctora en Ciencias Políticas y Sociología, periodista, poeta, escritora, cazadora de sueños… Publicado en el diario “El Espectador”
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